Kagura solía quejarse a menudo de que su estilo de vida nómade era agotador, deseaba establecerse en un lugar fijo sin la necesidad de deambular por todo el país, tener una pareja e incluso niños, pero era un deseo egoísta. "Las personas son patéticas siempre quieren lo que no tienen" una de las frases icono de Kamui, y al ser su único familiar debía aceptar lo que le toco, además si no fuera por su hermano mayor seguramente no hubiera salido adelante tras el fallecimiento de su padre.
Trascurrieron tres días de su encuentro con Gintoki y Shinpachi, si es que esos eran sus nombres reales. Los chicos se juntaron con ellos en algunas ocasiones, intercambiando información y planeando el siguiente movimiento. Las charlas no incluían tocar la privacidad de su contraparte, y dada la situación actual el trato estaba siendo violado.
A las 7:30 a.m. En el departamento de los Yato, el timbre estaba siendo presionado de forma insistente. Los muchachos se levantaron con rapidez de sus camas, reuniéndose en el salón principal con evidente preocupación. Nadie conocía su escondite y nadie debía enterarse. El joven hizo un gesto para que la chica estuviera a la defensiva por si había que iniciar una lucha, los hermanos habían sido muy bien entrenados para la pelea a manos limpias, su padre antes de darse a la mala vida servía a las fuerzas armadas.
Kamui giró el pomo de la puerta, su mirada se ensombreció al ver quienes estaban tras el umbral.
—¿Qué hacen estos idiotas aquí? —se quejó Kagura, al ver a sus "compañeros".
—Hola, tenemos un par de cosas de las que hablar y no podíamos esperar más —empezó diciendo el de cabellera plateada.
El chico de lentes tenía un muy notorio sonrojo, el que intentó disimular observando el suelo.
—Yo me encargo, tú cámbiate —interrumpió el pelirrojo dirigiéndose a su hermana. Kagura era bastante inocente en ciertos aspectos por lo que no le dio mayor importancia a su vestimenta, normalmente solía dormir con una camiseta de tirantes y pantalones cortos de color rosa, o únicamente con ropa interior.
Tanto Gintoki como Shinpachi, tragaron pesado ante la mirada que les daba el mayor.
—Si vuelven a mirar el escote de mi hermana, los voy a enterrar en el jardín, pero no sin antes castrarlos ¿entendido? —finalizó, con una sonrisa.
—Tranquilo hermano mayor, solo estábamos conociendo a nuestra camarada —se defendió el permanentado moviendo las manos con nerviosismo, sin darse cuenta que sus palabras marcaron un par de venas en la frente de Kamui.
—No me agrada la idea de trabajar con ustedes, pero hay algo que debemos tratar.
—Interesante postura cuatro ojos. ¿Tus lentes te hacen ver más allá o te dan sexto sentido? —la burla del joven tensó el ambiente.
—Lo que Shinpachi quiere decir es que se nos acabó el dinero, no pudimos seguir pagando la renta y nos echaron —dijo, tan despreocupado como siempre mientras observaba cada rincón de la sala.
—¡CÁLLATE, MALDICIÓN! Nos haces ver como unos idiotas —gritó su compañero, con unas insaciables ganas de romperle la nariz.
—Es mejor ser honestos que hostiles Patsuan —arremetió con algo de temor ante el cambio de humor del muchacho.
—No es mala idea vigilarlos de cerca, pero tampoco quiero tenerlos bajo el mismo techo.
—Oye no los juzgaremos, en esta época donde todos son de mentes abiertas siempre hay espacio para ciertas cosas.
—¿De qué demonios estás hablando? —preguntó confundido, el joven Yato.
—Tú sabes eso... —hizo algunos gestos insinuantes que no daban resultado— incesto. No digo que sea del todo malo, pero...
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Estafadores Y Policías. Un juego de traiciones y mentiras.
FanficEl detective Hijikata es destituido injustamente con el fin de infiltrarse en el grupo de Sakata Gintoki, el estafador más buscado del país. Para los dos bandos sobrevivir sería difícil sin antes caer en el juego de traiciones y mentiras ¿Quien perd...