Flashback inicial

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Empecé a huir de esa gran concentración de caminantes. Quizás con una buena pistola no hubiera dudado dos veces en hacerles frente, pero con un machete dudo que tenga la más mínima posibilidad de sobrevivir.

- La mejor idea que tuve en mi vida fue no irme de la ciudad definitivamente, bien hecho Diana - me repetía en mi cabeza mientras empezaba a faltarme el aliento.

Vi un callejón, y fugazmente una puerta. Supuse que sería la salida trasera de algún local, les llevaba bastante ventaja a esos muertos andantes así que con un poco de suerte despistaría a la mayoría dejando un margen para librarme del resto. Entré rápidamente y cerré la puerta, echando un pestillo que esta misma llevaba. Fuí dejándome caer dando la espalda a la puerta hasta sentarme en el suelo

- Menuda mierda - suspiré quitándome el sudor con el pañuelo que llevaba en mi muñeca

Mis ojos empezaron a cerrarse. Llevaba bastante tiempo intentando despistarlos, era agotador un mundo así, un mundo donde es necesario huir. De repente me levanté de un salto, si quería descansar antes debía de estar segura que en mi cama no hubiese ningún muerto que me pudiese matar.

- No llegará el día en el que YO haga ejercicio para luego morir, no señor - dije con un poco de humor en mi pensamiento, cogí mi machete y revisé todo el local.

Había algo bueno y algo malo. Lo bueno es que no había ningún caminante, lo malo es que no había ningún muerto y nada útil, todo había sido ya saqueado.

Un poco desanimada me senté detrás del mostrador, puse el machete a mi derecha muy cerca mía por si tenía que disponer de el, mi mochila con unas pocas provisiones a mi izquierda. Vi billetes en el suelo, y recordé el valor que tenían antes y que ahora se resume en hacer una hoguera.

Me quedé mirándolos fijamente, como si fuese a salir algo de ellos. Mis ojos se iban cerrando, un poco llorosos por el cansancio, haciéndose mas pesados y mis músculos iban exigiendo un descanso de tanto estrés y sobreesfuerzo.

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Estaba tumbada en mi cama mirando al techo. ¿Sabéis esos días que no tenéis ni ganas de levantaros porque tampoco piensas que nada interesante pueda pasarte? Ese era el resumen de mi vida. Suspiré, para acto seguido mi madre irrumpir en mi cuarto gritando.

- VAS A PERDER TU FUTURO - no paraba de repetirme esa frase, cada día, a cada momento.

- Tendré tiempo para arrepentirme de ello - murmuré incorporándome de mi cama. Si, tengo padres, no están trabajando cada dos por tres y no me maltratan. Esto es algo muy raro en las historias pero creedme que es verdad.

- A donde te piensas ir tú ahora - me regañaba persiguiéndome al baño.

Cogí un cepillo y mientras me iba peinando un poco le dije - Déjame en paz, no es tu problema - le cerré la puerta. Se hizo un silencio que me puso más en tensión que ninguna bronca, escuché como se iba llendo y me lavé la cara. Me vi al espejo, era una chica de 17 años ya, de estatura media y ojos castaños, lo único que resaltaba de mi era mi pelo verde. Si, ni rosa, ni rojo, ni azul; amaba mi pelo verde. Me quedé vestida con lo mismo con lo que me había levantado, una camiseta negra de mi padre, un pantalón de chándal y unos botines también verdes. Cogí las llaves y mi paquete de tabaco. Me largué de mi casa sin decir ni media palabra.

- Creo que toca un poco de vicio - reí interiormente mientras me encendía un cigarrillo, el mechero no se prendía y lo agité un poco molesta hasta que conseguí encenderlo.

Fui andando mientras fumaba tranquilamente, la gente a veces me miraba un poco raro, quizás por mi pelo, quizás por como vestía; que más da. Llegué a mi destino, una sala de videojuegos que pasó a ser como mi segunda casa. Allí estaban Erick y Jane, eran mis mejores amigos. Erick era tímido más bien, muy comprensivo, un fan de los videojuegos en toda regla. Positivo a más no poder. Al principio eramos indiferentes el uno del otro pero creo que poco a poco fuimos dándonos cuenta de que somos iguales en algunos aspectos, somos un par de incomprendidos o eso decimos de coña. Es alto, MUY ALTO; moreno y su altura viene compensada con una cara de niño que te hace pensar seriamente que edad puede tener. Jane y yo somos como... hermanas o mejores amigas, tenemos muchas cosas en común y quizás por eso nos entendemos aunque tengamos nuestros más y nuestros menos, fan del anime, k-pop, agresiva y dulce a la vez, es muy difícil de explicar. Jane tiene el pelo morado y es algo más bajita que yo, tiene unos ojos verdes que si los miras de forma adecuada pueden resultar incluso amarillos, siempre me gustaron mucho.

Entré y los vi sentados en los ordenadores de mesa, me acerqué por detrás.

- Lo siento por el retraso - dije sonriendo de una manera tan falsa que me daba asco hasta a mi misma

- ¿Hablas del retraso mental? Somos tus amigos y te lo perdonamos - suelta Jane medio riéndose sin quitar la vista de la pantalla.

- Acabo de llegar y ya me hace bullying la muy zorra - hago un puchero sarcásticamente

- Uy, lo que me ha dicho - exagera su tono sin llegar a gritarlo.

- Bueno, la verdad como no vienes a clase pensaba que tampoco ibas a venir a jugar. Creo que ya están haciendo carteles de ''desaparecida'' - se vuelven a reír los dos.

- Me quedo dormida, además que no tengo ganas - murmuré concentrándome en la tele.

- El césped este, siempre haciendo la fotosíntesis - volvió a bromear Erick

- Por supuesto - seguí fijando mi atención en las noticias ¿Era una alarma? ¿Dijo algo de una pandemia? Era algo muy raro.

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Me desperté sobresaltada poniendo mi mano sobre el machete, escuchaba pasos.

- Joder, ¿Es que se lo han llevado todo de esta ciudad?- escuché la voz al otro lado del mostrador

Pude contar los pasos y los murmullos de 4 o 5 personas.

¿Como cojones podré salir de esta?

Fighting against the deathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora