Capítulo 2: Escándalo en la cafetería.
[Blake en multimedia] [Keev o Kaev, lo mismo, siento los errores. Lean la nota de autor]
Yo era una persona muy observadora. Me enfocaba en los detalles que nadie notaba y podía entender cosas sin preguntarlo. Eso era de mi familia; todos éramos así, perfeccionistas, meticulosos y detallistas.
Tal vez excepto Nate, a él todo le importaba un mango podrido.
De forma que en las cuatro clases que llevaba, había notado un par de cosas: a los que evitaban como la peste eran los que tenían advertencias en sus casilleros. Mientras caminaba por los pasillos, noté alrededor de ocho o nueve, pero sabía que había más.
Hablarle a alguien que tuviera una advertencia era tu propia muerte social, ya que los Kambg podrían su mirada en ti al preguntarse por qué estabas hablándole a alguien que ellos odiaban.
Además de eso, lo único que sabía era que los Kambg parecían ser algo como los líderes amigos de la escuela, molestando al que se metiera en su camino, aunque a mí me parecía algo mediocre y claro de una falta de autoestima, si me lo preguntan. Los profesores también parecían adorarlos, aunque por motivos diferentes: los cinco eran unos genios. Genios con todas las letras y cursiva. Me habían tocado un par de clases y no importaba qué pregunta hicieran, qué actividad, qué tarea, ellos lo harían en menos de diez minutos. Desde que entraron al instituto le habían conseguido tantos trofeos que la dirección parecía abarrotada y sus fotos estaban pegadas con kola loka en el cuadro de honor. Ellos estaban ahí de forma permanente y todo el mundo lo sabía.
Los cinco eran inteligentes, guapos, astutos y muy controladores.
Cuando la hora del almuerzo llegó, me había dado por vencida que nadie se acercaría a hablarme. Había esperado que una chica se acercara a mí para darme la bienvenida, pero eso no pasaría con la advertencia luciendo guapa y sensual en mi casillero.
Ni siquiera tenía idea de qué significaba exactamente la pegatina amarilla y tenía tantas ganas de que alguien me explicara qué eran las advertencias, quiénes eran esos cinco chicos y por qué la escuela estaba a sus pies, que por un momento creí que podría rogar por una amiga.
Me senté en una mesa solitaria. O bueno, se hizo solitaria cuando me senté y todos salieron disparados en diferentes direcciones como si se acabara de anunciar que el SIDA se contagiaba por la respiración y yo era la única portadora.
Parpadeando repetidas veces para evitar el escozor que picaba en mis ojos, empecé a devorar mi comida. Estaba decepcionada de mí, en cierto modo. Era más amigable, más abierta y cuando lo quise mostrar, llegó Kaev y lo arruinó todo. Estaba preparada para hacerle frente a mi pasado oscuro en Cosswood, pero con lo que Kaev me hizo, fue como si toda la confianza que Dinah y Spencer infundieran en mí hubiera sufrido un bajón.
—¿Puedo sentarme aquí?—preguntó una voz. Alcé la cabeza, casi esperando que me lanzaran la comida en la cara para simplemente molestarme, pero en cambio encontrándome con... ¡La morena de ayer!
Sam, sí. La había defendido de Kaev. Sí, por ella estaba metido en este lío de las advertencias, creo. Su voz sonaba amable y tenía una sonrisa tímida, casi amistosa. Aunque debería estar enojada con esta chica, su actitud había sido la más cálida que había tenido en todo el día, así que le devolví la sonrisa y asentí con la cabeza.
Sam se sentó a mi lado y toda la cafetería se sumió en silencio. Claramente debían estar confundidos sobre el hecho de que una chica acababa de sentarse al lado de la que tenía una pegatina amarilla en su casillero.
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Tercera advertencia [TA] [CHS #1]
HumorLo mejor que me pudo haber sucedido en la vida fue irme de la pequeña ciudad donde Kaev Jonas me había molestado desde que tenía memoria. Irme a pasar cuatro años con mis extrovertidas y divertidas primas, que se encargaron de subir mi aplastada aut...