Jaula dorada

Uno

Advertencia: Esto es un AU (Alternate Universe/Universo Alterno) donde Ivlis fue capaz de matar a Kcalb, así como a Etihw. Esta historia cuenta con relaciones sexuales no consensuadas (una de las partes no da su aprobación). Los personajes pertenecen a Funamusea. Contiene lenguaje subido de tono.

Ivlis padece el síndrome de Lima. Resumiendo, es como el síndrome de Estocolmo, pero al revés, el secuestrador siente empatía por el rehén y se muestra más amable, llegando a liberar a la víctima. 

*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*

Ivlis no dirá que fue fácil, ya que no lo fue. Ir de mundo en mundo, atacando a Diablos y Dioses por igual es exhaustivo, cansa y desgasta a lo largo, sin embargo el Diablo puede decir que todo a valido la pena. Sus poderes se incrementan con cada deidad muerta, su lista se hace cada vez más grande y cada vez más nombres de Dioses se anexan. Ivlis esta seguro que dentro de poco tiempo sus poderes sobrepasaran los de Siralos.

Su última conquista, un mundo lleno de flores; tanto en el cielo como el infierno. Extrañamente la Diablo fue más fuerte que el Dios, eran contados los casos que lograban sorprenderlo, la mayoría le eran indiferentes y los olvidaba tan pronto absorbía los poderes de su congénere. Estaba agotado, el Dios había sido débil, pero Ivlis había luchado por bastante tiempo contra la Diablo. Sentía la suciedad y sangre seca pegarse a su cuerpo.

Suspiró aliviado tan pronto llegó a su castillo, a las puertas un séquito de sirvientes le recibieron, escuchó como Emalf se quejaba, a Rieta dar órdenes y a Poemi decir que se moría de hambre; era una rutina, como si acabaran de llegar del trabajo y no como si hubieran estado lejos por meses luchando y asesinando. Observó su hogar; altas paredes de piedra rojiza, candelabros dorados, vitrales hermosos en las gigantes ventanas, alfombra suave que se ensuciaba a cada paso, cuadros exquisitos colgados en las paredes.

El ver su hogar le reconfortaba, no había nada mejor que su propia casa para descansar y recobrar las fuerzas. Encabezó la caminata hasta el centro del pasillo, donde disperso a toda su armada; Emalf se excusó y se fue a su habitación, Poemi exigió alimentos y fue a la cocina, Rieta se retiró después de una reverencia. Ivlis la observó irse y después se giró.

Tomó dirección a su propia habitación; tomaría un largo y relajante baño. Andó con familiaridad por los pasillos, sus pasos resonaban en los vacíos pasillos junto con la marcha que un par de demonios hacía a sus espaldas. Encontró la puerta que buscaba, abrió e ingresó; su enorme cama con dosel le llamaba a gritos, pero no iba a recostarse en ella en el estado en que se encontraba. Chasqueó los dedos y los demonios dejaron en el suelo, con sumo cuidado, el enorme saco que cargaban. Ivlis los despidió con un gesto y los demonios se retiraron.

Se quitó la bufanda, seguida del abrigo; la primera la dejó sobre la cama y el segundo en el suelo. Ando a la puerta que estaba al fondo y la abrió, dentro la enorme tina le recibió. Abrió la llave y dejó que esta se llenará, mientras el agua caía y llenaba de vapor la habitación se deshizo de sus ropas, arrojándolas descuidadamente al suelo; sus criadas se encargarían después. Cerró la llave cuando la tina estuvo apunto de desbordarse y se zambulló en el agua. El líquido cayó por los bordes, Ivlis gimió con alivio; toda la suciedad estaba dejando su cuerpo y sus tensos músculos se comenzaban a relajar.

Se limpió cuidadosamente, cada parte de su cuerpo y su largo cabello. El agua en su mundo siempre estaba hirviendo, no importaba cuanto tiempo se tardase en el baño, el agua nunca se enfriaría, simplemente se entibiaría. Una vez estuvo contento con su limpieza salió de la tina, tomó una de las batas que colgaban en el perchero cerca de la puerta y se la colocó. Salió del cuarto de baño y lo vio; en el centro de la cama, sentado y dándole la espalda. Ivlis sonrió, con paso lento se acercó, se sentó en la orilla de la cama.