Jaula dorada

死

Un bonito kanji para titular el capítulo, con un bonito significado :) 

Es un cap largo, sólo aviso xD

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Decir y hacer es distinto. A la mañana siguiente Fumus continuaba perdido, sus heridas habían comenzado a sanar y mostraban un tono más brillante que el resto de su piel, por desgracia el hematoma era más notorio que antes. Los ligeros cortes y las heridas en las mejillas desvanecieron por completo. Le costó mucho levantarse, no quería dejar solo a Fumus en tan lamentable estado, y del el cual él era parcialmente responsable, pero tampoco podía quedarse ahí y no hablar con Licorice, tenía cosas que aclarar con su hijo.

Se levantó y se preparó, cuando estaba listo para cerrar las cortinas del dosel observó el cuerpo del Dios una vez más. Cubierto por las sabanas y la camisa del Diablo, la prenda demasiado grande para él. Ivlis podía fácilmente ver la extensión de la piel, se mordió los labios, sabía que no tenía tiempo, que no podía distraerse, pero el día anterior fueron sólo malas experiencias. Volvió a subir a la cama y retiró las sabanas con cuidado. Contempló el cuerpo del Dios ahora cubierto sólo por la camisa negra.

Acarició las piernas con devoción. Rara vez las apreciaba como eran debido, Fumus no contaba con unas piernas propiamente largas, pero sus muslos lo compensaban; gruesos y suaves, carnosos. Abrió las piernas del Dios y se sentó en el centro, comenzó acariciando desde las rodillas y avanzó hacía arriba, al llegar al borde de la camisa siguió avanzando hasta la cintura. Ahora que recordaba, muy pocas veces prestó debida atención a la parte inferior de Fumus, realizó una nota mental de más adelante darle un trato debido.

No podía retrasarse más, debía ir en búsqueda de su hijo, pero no podía alejar la mirada del Dios. Sin poder ayudarse levantó la pierna derecha de Fumus, ganando un quejido suave de este. El Dios no era flexible, e Ivlis tampoco, pero estiró la pierna lo más que pudo y plantó un beso en la parte interna de la rodilla, después sobre la misma y un último en la cara interna del muslo; Mordió y recibió un quejido, succionó y recibió algo más parecido a un gemido, lamió y le pareció escuchar un suspiro.

Miró su obra; una marca grande y rojiza, sonrió para sí. Dejó al Dios en su posición inicial, lo cubrió de nuevo y salió sin volverlo a ver, hacerlo sólo le consumiría toda la mañana, además de que Fumus no estaba aún completamente recuperado, no soportaría las nuevas ideas del Diablo. Decidió comenzar la búsqueda de su hijo menor. Por costumbre Licorice dormía con él, pero el joven demonio tenía su propia habitación; la revisó y no encontró a su hijo. Su segunda opción fue la habitación de Poemi y no se equivocó. En el centro de la cama y rodeado por peluches estaba Licorice, de nuevo como un niño.

Al parecer el joven demonio podía cambiar su apariencia física a placer; eso le alivio, podía tener a su pequeño y conocido Licorice en lugar del adulto que, inexplicablemente, le hacía guardar las distancias. Se acercó y se sentó en la cama, inclinandola a su lado. Licorice estaba sentado, con sus rodillas pegadas a su pecho y su rostro escondido. Ivlis acarició su cabellera con cariño y la cola del menor se enredó en su muñeca, sin presión, sólo en búsqueda de contacto. Licorice rompió el silencio.

—No me gusta—. Su voz apenas audible. —No me gusta como es... No quiero tener una madre así—.

El Diablo frunció las cejas con preocupación, estiró los brazos hacia el menor, incitándolo a que se acercase. Licorice le miró renuente, pero se acercó al final. Subió al regazo de su padre, pegó su cabeza al pecho del mayor y sujetó con fuerza la camisa. Sus cortas piernas se sujetaban a la cintura del Diablo. Ivlis abrazó a su hijo menor, acariciando su cabello con movimientos lentos y calmantes.