Este experimento, como muchos, solo funciona estando solo en tu habitación; si la compartes con alguien no funcionará. Fuera de eso, es muy simple, en realidad; pero te advierto, si resulta, no seas codicioso con lo que encontrarás.
Para el experimento necesitas tres cosas: una tiza que contraste con el color de tu habitación, una cuerda y un saco. Teniendo esto, el procedimiento es el siguiente: primero, ubica tu cama de manera que tus pies apunten hacia la pared cuando estés acostado; segundo, dibuja con la tiza una puerta en la pared —para esto, no importa cómo sea la puerta, solo dibújala como se te venga en mente—. Una cosa más: no olvides colocar tu alarma para antes de que amanezca.
Ahora, cuando te acuestes a dormir, asegúrate de dejar el saco y la cuerda a un lado de tu cama (los ocuparás después). Cierra los ojos y trata de que, en tu mente, no quede más que la puerta hasta que te quedes dormido. Si todo sale bien, «despertarás» dentro de tu sueño y podrás ver que la puerta ahora es real. Levántate de tu cama, toma la cuerda y el saco. Ahora, antes de seguir, ata la cuerda a la pata de tu cama, o a algún punto firme en tu habitación, y lleva el otro extremo contigo. Acércate a la puerta y podrás ver que está cerrada con seguro; quítalo y abre la puerta.
Podrás ver del otro lado una ciudad pequeña, más bien como un pueblo, y notarás que la puerta está a una altura considerable. Usa la cuerda y baja.
Del otro lado, y una vez estando en el suelo, podrás ir a cualquier parte del pueblo, entrar a cualquier casa —si quieres— y curiosear con las cosas que hay ahí; si algo te interesa, puedes tomarlo, pero solo podrás llevarlo en el saco (y no te preocupes, no hay habitantes en ellas… ya no). De todos modos, te recomiendo que no pierdas el tiempo con esto. Por el contrario, dirígete hacia el centro de la ciudad; ahí verás una plaza y, en el centro, a un pequeño hombre que te dará la bienvenida y te guiará a través del pueblo (intentará distraerte). De nuevo, te hará la misma sugerencia de entrar a las casas y tomar cosas; niégate y, en su lugar, pide que te entregue El Objeto Añorado.
Entonces, te entregará algo que siempre quisiste, pero no esperes algo muy grande. De todos modos, será valioso —para ti, al menos—. Hecho esto, eres libre de vagar por el pueblo y, si quieres, llenar tu saco con objetos que encuentres.
Solo ten en cuenta que, mientras duermes, el tiempo se pasa volando, así que estate atento de tu despertador. Si lo oyes, date prisa y dirígete hacia la puerta por donde entraste; verás nuevamente al hombre pequeño parado junto a la cuerda y te ofrecerá más obsequios, cosas pesadas. Espero que no los aceptes.
Tendrás que subir por la cuerda. ¿Recuerdas que te sugerí no ser codicioso? Si tomaste demasiados objetos y aceptaste los demás regalos del hombre pequeño, te darás cuenta, lógicamente, de que te es más difícil subir. Ah, sí, algo que olvidé mencionar: llegado a este punto, ya no podrás soltar el saco, así que tendrás que subir a como dé lugar —si del otro lado amanece, la puerta se cerrará y la cuerda se cortará; ya no podrás salir—.
Si fuiste inteligente y tomaste solo lo que podías cargar, podrás salir sin problema y volver a tu cama. Cuando despiertes, encontrarás el saco a un lado de tu cama con los objetos que trajiste contigo.
Pero si, por el contrario, quedas atrapado por no poder subir, el hombre pequeño te llevará con el resto. Serás añadido a su colección y jamás podrás salir.