Como pactar con el diablo

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Ay cñor, k puto miedo :"v

Hola mis compañeros amantes del terror. Hoy les vengo a traer la manera verdadera y correcta de cómo invocar y pactar con el Señor Oscuro. ¿Por qué es esta de entre todas la verdadera manera? Pues bien, hay que recalcar que este método es el que aparece en el libro grimorio de «La Llave Menor de Salomón», que es por mucho el texto de demonología más importante para el judeocristianismo, así que si un procedimiento para invocar al Diablo es genuino, tiene que ser este. Además, es presumiblemente el que han utilizado famosos en todos los ámbitos para alcanzar sus metas.

Comencemos. Primero que nada, has de saber que vives en un universo creado y regido por Dios, y que, por lo tanto, contrario a lo que se piensa, el Duque de las Tinieblas no puede interferir de ninguna manera en el mundo; a menos que cumplas con una serie de requisitos que lo ayuden a venir.

Tendrás que empezar por hacer tu ritual en un día en el que los Infiernos sean más cercanos a la Tierra. Según el libro grimorio de La Llave Menor de Salomón, estos son el día de la asunción de nuestra Señora, la víspera de san Juan Bautista y el primer día de Pentecostés; sin embargo, también puede ser intentado los días cuatro de cada mes, si se sacrifica a un gallo negro doce horas antes de comenzar el rito. Independientemente del día en el que decidas invocar al Oscuro, tendrás que iniciar el pacto entre las tres y las cinco de la mañana, pues a esa hora la frontera con el Infierno se hace más corta.

Dicho esto, para comenzar el ritual, deberás colocarte en una habitación totalmente a oscuras y con el suficiente espacio como para dibujar un círculo de buen tamaño. Cuando te cerciores de que no hay ni un solo destello de luz en la habitación, has de encender una vela, preferentemente un sirio pascual, ya que Luzbel lo tomará como una afrenta contra el Bendito haciéndote un mejor candidato para realizar el pacto. Una vez encendida, dibuja en el centro de la habitación un círculo de aproximadamente un metro de diámetro, con una mezcla de cobre rojo en polvo y carbón molido, y otros seis círculos cada vez más pequeños en el interior de este. Procede a colocar la vela en el centro de los siete círculos, y con ayuda de una brújula, escribe los cuatro puntos cardinales, como si se tratara de una rosa de los vientos, pero has de escribirlos invertidos. Por último, coloca una pluma de cualquier animal en el sur, un trozo de tu carne o la de otro ser humano en el oeste, tierra o arena de cualquier lugar en el este, y un feto de chivo o mula al norte. Recuerda que has invertido los puntos cardinales, no cometas un error al colocar las ofrendas, pues Satanás es muy exigente y cualquier fallo te costará el ritual.

Si tu círculo de invocación está completado, procede a rezar las siguientes palabras.

«Pater nostre Satanus, sanctificetur nomen Tum. fiat voluntas tua, sicut en infernus, et en terra. Et que nos inducas in tentationem, sed libera nos, au pater lucifer benditum».

Si has dicho correctamente la oración satánica y has seguido bien los pasos del ritual, los siete círculos que has dibujado con cobre y carbón se han de prender en fuego color blanco en señal de que el Luzbel te ha escuchado. Cabe destacar que si has llegado a este punto, has perdido totalmente el apoyo de Dios, y este ya no te ayudará de ninguna manera cuando te juzgue el Demonio.

Te darás cuenta de que el fuego del círculo no quema, más bien te hace sentir una paz interior que te obligará a cerrar los ojos por unos momentos. Cuando vuelvas la vista, verás frente a ti a uno de los demonios mayores del Infierno, y a manera de guardaespaldas, a dos demonios menores a su lado. Esto es debido a que Satanás no tiene el tiempo ni la intención de venir al mundo para cerrar un pacto con un simple mortal, por lo que manda a uno de sus sicarios para hacer el trabajo sucio. Sus favoritos para este tipo de tareas son Belcebú, el Señor de las Moscas, Leviatán o Mefistófeles.

Aunque sentirás en ese momento una extrema seguridad y paz interior, has de obedecer a lo que te diga el sicario de la Bestia, y permanecer con la cabeza hacia abajo, sin mirarlo a los ojos, pues los demonios son seres orgullosos y caprichosos y se enfurecerán rápidamente si osas ponerte a su nivel.

Empezarás a escuchar una especie de cánticos parecidos al sonido que producen las ballenas; no debes asustarte, pues es la voz del demonio y comprenderás lo que dice después de unos cuantos segundos de oírlo hablar. Te hará una serie de preguntas tales como «¿Cuál es tu nombre?», y «¿Qué día viniste al mundo?». Debes responder a estas preguntas con toda la verdad, pues si lo haces, llegarás al momento esperado. El demonio te preguntará, «¿Cuál es tu deseo?».

Debes saber que al ser criaturas bajo la mano de Dios, no podrás pedir nada que intervenga con la vida de cualquier ser humano. Esto es, por ejemplo, pedir el amor de una persona, o su muerte; sin embargo, estarás habilitado de desear cualquier cosa en el mundo del saber, de lo material y sobre tu propia persona. Esto podría ser riquezas, fama, el conocimiento total, o incluso tu propia muerte, si eso quieres. Recuerda que, aunque ya no hay marcha atrás, el precio del trato será tu alma.

Una vez que formules tu deseo, el demonio pondrá uno de sus dedos sobre tu corazón y te extraerá una gota de sangre. Luego colocará su dedo en tu frente y te pondrá a dormir. El ritual habrá acabado.

Despertarás exactamente veinticuatro horas después, y verás cómo poco a poco tu deseo se irá cumpliendo, hasta que, en ciento doce días como máximo, estará realizado.

A diferencia de lo que se cree sobre que Luzbel es traicionero y hará alguna artimaña para que no disfrutes de tu deseo, lo cierto es que el maldito es un ser increíblemente justo, y te dejará gozar de tu petición hasta el día de tu muerte, pues eso fue parte del acuerdo. Además, el tiempo que puedas disfrutar de tu deseo en vida no es nada a comparación de la eternidad que tendrá Satanás después de tu muerte para hacerte sufrir, por lo que no tendría por qué llevarte antes.

Eso es todo, amigos. Recuerden que intentarlo les facilitará la vida, ya que estarán llegando por el camino sencillo a sus metas; sin embargo, quiero que, si deciden realizar el pacto, se planteen las siguientes preguntas: ¿Valen la pena unos cuantos años de placer, por una eternidad de sufrimiento en los Infiernos? ¿Dejarían atrás una eternidad de felicidad que nos ofrece Dios, por pocos años aquí en la tierra?

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