Si alguna vez estás en un área con silencio absoluto, sofoca tu respiración y no muevas ningún músculo. Luego de unos segundos, notarás que el silencio tiene una especie de sonido propio, algo como un pitido vacío. Esto no es nada único; todos lo escucharán dadas las condiciones correctas. Una persona informada te dirá que tu cerebro está tratando de interpretar la ausencia de estímulo en tu audición y, por tanto, crea un sonido de relleno. Ese pitido, en realidad, cumple un propósito más arcano: encubrir un ruido que no se supone que debas oír. Este ruido no es imposible de escuchar, y, si eres persistente, puedes romper efectivamente la cortina de sonido falso.
La próxima vez que haya silencio y escuches el pitido, grita a todo pulmón por alrededor de medio minuto, y luego haz silencio abruptamente. Será distinto para todos. Algunos no escucharán nada diferente por docenas de intentos. Otros captarán un leve murmullo. Unos cuantos héroes auditivos lo discernirán con claridad en su primer intento.
Lo que escucharás es una voz que transmite una sucesión de eventos que están a punto de suceder en el futuro inmediato. Es como un locutor de deportes narrando los eventos por ocurrir dentro de diez segundos en el futuro.
A medida que pase el tiempo, serás capaz de distinguir la voz bajo circunstancias ruidosas de sonoridad creciente, hasta el punto en el que podrás escucharla en cualquier momento con solo concentrarte. Tal habilidad sería, sin lugar a dudas, invaluable, ¿no? Reaccionarías ante cualquier peligro próximo, te relacionarías con personas a tu alrededor con mayor facilidad. Nadie te sorprendería.
Pero quizá la voz es tan horrible que te volverá loco. O quizá solo predecirá tu muerte una y otra vez.
Por supuesto, ese no es el caso. Es una voz normal, que escucharás sin importar qué, y es simplemente cuestión de poder notarla. Pero hay un peligro. Pues, verás, en donde hay una voz, hay un cuerpo. Y así como percibirás nuevos sonidos, también percibirás nuevas vistas. En lo particular: serás visto.