Capítulo #7

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Les dejo el capítulo de hoy... y va dedicado a ti, Ana Cecilia, gracias por estar aquí corazón.

PD: Hoy doble capítulo, en agradecimiento a las mil lecturas de AS2 ¡Gracias infinitas!






No quise llegar a mi casa en Boston ¿Para qué? Demasiadas explicaciones absurdas, momentos incómodos y llenos de tensión para toda la familia, en especial para mi madre. Ella es y será uno los seres más importantes de mi vida, y jamás haría algo que implique causarle el mas mínimo sufrimiento a ella.
Por otro lado pensaba en como enfrentar a Troy, de qué manera encararlo, exigirle una explicación por la manera tan descarada, tan sucia, de su traición, me sentía burlado, engañado, no era solo él, también Victoria, quien se suponía era mi amiga y los amigos de verdad no te traicionan nunca o tal vez sí, y dolía de un modo lacerante porque esa alevosía venía de él, de mi hermano. Mi pecho se sentía contraído y enfermo, adolorido. Millones de preguntas me taladraban la cabeza. ¿En qué momento se enamoraron? El desconcierto era grande porque Tori, estuvo en coma un año entero, luego transcurrieron dos años a partir del día en que abrió los ojos, si ellos se conocieron en una de las fiestas de la secundaria que hacíamos en casa de mis padres. ¿Estaban juntos desde ese entonces? No lo creía, porque Troy se mostró tan tranquilo, en calma, continuó su trabajo en Tokio como si nada y conociéndolo como se suponía lo hacía, el jamás habría dejado a Tori en semejantes condiciones en Boston, eso lo habría aniquilado por completo, porque su manera de ser siempre fue tan abnegada, noble, preocupado por los demás, tanto, que algunas veces él parecía ser el hermano mayor y no Thomas. Así que era impensable que, si mi hermano y Victoria ya eran novios en ese entonces, Troy hubiese actuado como lo hizo.

—¿Se encuentra bien, señor?

Ernest, me miraba de reojo, lo noté a través de sus Rayban polarizadas. Ya me conocía lo suficiente. Giré la vista al paisaje, una pequeña llovizna caía fuerte y pese a ello, la carretera se encontraba repleta de agua. La manera de conducir de Ernest, era envidiable y perfecta. No quería que viajara conmigo pues no le vi el caso, sin embargo el hombre insistió, accedí finalmente pero le pedí que solo fuera él y no el resto del equipo de seguridad, en Boston no necesitaba estar protegido, quien se suponía podía hacerme daño estaba lejos de allí, Scarlet. Partí sin despedirme de ella, ni decirle a donde iba. Lo sucedido con Troy, me hizo despertar del letargo en el que me encontraba y durante el vuelo desde Alemania a Boston medité mi vida, la situación que vivía, como era antes de conocer a Scarlet y lo que era después de ella, y llegué a la conclusión de que ella era muy toxica y mala persona, vivía para ella y por ella, la gente en su entorno le valía una mierda, incluido yo. Fui un total pendejo a su merced, dos veces fui presa de su maldad y egocentrismo, ella era una maldita droga para mí y si yo no frenaba esa relación venenosa acabaría hecho una porquería y,  ¿quería verme así? No, nunca, me criaron con valores y quería seguir manteniendo en mi corazón ese sentimiento de orgullo que despertaba en mis padres cuando hacía las cosas bien.
Le respondí a mi compañero de viaje, tan paciente y buen oyente.

—No.

Fue el único monosílabo que pude responder a mi guardaespaldas, aun así la manera como se escuchó dejaba ver lo mal que la estaba pasando.

—La chica del aeropuerto, ¿la conoce? ¿Es su amiga?

El corazón me latió de una manera singular. La preciosa española, aquel ángel travieso inundó mis pensamientos, sentí la calidez de su dulce rostro, sus largas pestañas y esos expresivos ojos marrones en mis pensamientos. Fue agradable pensar en ella. Sonreí y dirigí de nuevo el rostro a Ernest.

—Es una completa desconocida Ernest, sin embargo es tan transparente, como un libro abierto, te juro que siento que la conozco de antes —murmuré por lo bajo.

Adoración Secreta, libro  2 Bilogía Secretos, BorradorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora