es solo un sueño... no?

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Era un día como cualquier otro, o eso pensé al principió. Como cualquier otro día de clases me levante corriendo, entre a la ducha, luego salí del baño, me puse lo que tenia a la mano y salí de la casa, en ese instante sentí que alguien me seguía, pero como iba tarde no le preste mucha atención y decidí apresurarme.
Al llegar a la universidad me di cuenta que algo a daba mal, no se veía a nadie, todo el campus estaba en el mas profundo silencio. Pensé en ir a la sala donde me tocaba la primera clase pero en ese instante oí un ruido que venia detrás de mi, cuando me gire ví a un lindo conejito de peluche que venia caminando en mi dirección. Dentro de mi pensé que era uno de los robots experimentales de los chicos del área de robótica, aunque me pareció extraño que estuviera en esta parte del campus. Mientras pensaba en eso quien hubiese dicho que el muy desgraciado se lanzaría encima mío y trataría de asfixiarme.
Gracias al cielo en ese instante apareció un chico muy lindo delante de mi y le mando una patada al estúpido conejo, lo que lo mando muy lejos.
Antes que pudiera entender bien lo que había ocurrido me tomó de la mano y me paro del suelo, me quedo mirando con una espléndida sonrisa, era tan cautivadora que no atine a decir nada mas que - ¡me haz salvado la vida!-
-fue un gusto- me respondió con su sonrisa y una mirada cautivadora. Era alto, rubio, de rasgos angulosos, delgado pero muy fuerte, una melena alborotada y sus ojos... Sus ojos eran dorados, muy seductores y traviesos, estaba perdida en ellos que casi no escuche lo que me estaba diciendo, lo único que le alcance a oír fue -... Tú nombre?-
-ah!... Eh... Camila... -
-bueno Camila, ven conmigo! - tomandome de la mano me llevo con él, miro detrás mio, dio una sonrisa como diciendo que no me preocupara y empezamos a correr. Yo sin entender mire hacia atrás y ví a ese estúpido conejo otra vez lleno de hojas y barro pero ahora no venia solo, con el habían muchos mas conejos demoniacos, por lo que volví la vista al frente y se había abierto una especie de portal. Tan distraída estaba que cuando estábamos apunto de cruzar el portal no escuche al chico lindo cuando me decía que bajara la cabeza por lo que me dio un fierro que había lanzado uno de los conejos y morí... O eso pensé al principio

Nunca Confíes En Un Pato...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora