3--Presagio Sangriento

2 0 0
                                    

--Los declaro marido y mujer.
El vitoreo proveniente de ambas familias fue lo que devolvió a Marie de golpe a la realidad.
Se había casado, y ya no había vuelta atrás. No estaba feliz, pero tampoco tan triste. Simplemente veía que una nueva etapa comenzaba en su vida, y no resentía a su marido, ese muchacho tan dulce y callado, sino que incluso le cayó bien. Pero entonces ocurrió algo sorprendente.
Marie definitivamente salió de su estupor, esa distracción lunática que tanto la caracterizaba, para entrar en una conciencia terriblemente activa, casi omnisciente.
"Ya veo porqué dicen que el matrimonio cambia!".
Miró a su alrededor, y vio a su marido ser felicitado por sus parientes, y entonces un corro de mujeres de ambas familias se apiñó sobre ella.
--Qué guapa estás!
--Serás una gran esposa!
--Prepárate para la noche de bodas!
--Oh, se ve que sus hijos serán preciosos!
Marie se limitó a sonreír y a agradecer cordialmente todos los comentarios. Pero entonces su esposo rodeó su cintura con sus fuertes brazos y afectuosamente la cargó sobre su hombro. Ella se rió, mientras él, riéndose también, la llevó a cuestas a su nueva casa.
"Sólo espero que tenga algo de experiencia, porque no quiero que sea la primera chica que se le caiga".
Así era la costumbre: él debía cargarla sobre el umbral del hogar tras el matrimonio para así sellar la unión y convertirla en señora del hogar. Mientras esto sucedía, las gentes que antes llenaron la iglesia salieron en procesión tras el orgulloso novio, camino a la casa donde harían el festín de la boda.
Pero sucedió algo que nadie presentía.

En realidad, alguien si lo presintió. El día anterior, Meridia, tía materna de Marie, estaba encargada de supervisar la preparación de la comida para el festín de la boda, a cargo de las primas de los novios.
Viuda, madura y algo amargada por los golpes de la vida, Meridia era una mujer de mal carácter y un pasado misterioso que muy pocos conocían. Ella era una mujer con dotes de liderazgo, desperdiciados al liderar a esas gallinas asustadizas e idiotas, según su propia opinión. Ella, aparte de su hermana y cuñado, era cercana a Marie, y le tenía gran cariño. Fue en Marie en quien volcó todos los sentimientos buenos que tenía, la dulzura materna que nunca le prodigó a un niño...Marie era, a su opinión, su hija, y que llevaba su propia sangre al ser su sobrina. Aunque Marie no creció en su vientre ni se amamantó de sus pechos, la niña le arrebató su amor desde la primera vez que la sostuvo en sus brazos, recién nacida.
-- Por las barbas de mi abuelo, Igritte, estás cortando cebollas o decapitando a alguien? Dame acá! Bendita seas, hija, tienes catorce años y apenas sabes pelar una papa. No quiero imaginar lo que harás cuando estés casada-exclamó Meridia a una de ellas.
--Ja. Al menos sé hacer algo--replicó la chica--. La que se casa hoy, se la pasa en otro mundo.
-- Algunos dicen que es un hada!--terció otra, mientras cortaba la carne--. Dicen que ve lo que otros no pueden, incluso se dice que ella es una cambiada!
Meridia enfurruñó la cara.
-- Silencio las dos. La chica de la que hablan es mi sobrina. Ella no tiene nada raro! Es...tan sólo distraída. Ella siempre fue...diferente.
-- Eso es lo que intento decir--dijo la que cortaba la carne--. Se dice que ella es una niña hada, que reemplazó a la verdadera en la cuna, y que creció todos estos años como un humano.
--Si eso es verdad--adujo una anciana, de la familia del novio--, esa chica sufrirá muchas desgracias. Un niño cambiado es un hada, y las hadas son del Pueblo Pequeño. No pertenecen a los humanos, y el único modo que tendrían de ser felices es morir, dejando su cuerpo mortal y regresar a sus días de juventud e inocencia eternas...
--Mira, nos da igual que sea un hada o un troll--interrumpió la primera chica--. Lo único que digo es que no me critiquen más que a ella, que es una inútil que se la pasa viendo las estrellas.
Enfadada, Meridia sacudió la cabeza y gritó:
-- Basta! A la próxima que hable de mi sobrina, la arrojaré al horno y la cocinaré para el banquete.
Las demás dieron un respingo, espantadas. Y entonces la anciana, connuna sonrisa maliciosa, le dijo a Meridia:
-- Bueno...dicen que eso se trae en la sangre. Recuerdo los rumores que se decían sobre tu madre...que en paz descanse...y que se dijeron sobre ti...
-- Señora--la interrumpió Meridia--, si no le importa continuaremos con la preparación de la comida. Los rumores del pasado y las sombras que nos acechan desde ellos no deben ensuciar el banquete de mi sobrina.
Todo continuó normal, hasta que, de repente, afuera de la cabaña, alguien dio un chillido.
--Qué es eso??--exclamó una de las muchachas.
-- Quédense aquí--espetó Meridia con brusquedad, aunque estaba asustada--. Iré a ver.
Meridia salió de la cabaña, y miró hacia afuera. Lo que vio la dejó estupefacta.

Una muchacha, probablemente una pastora, estaba muerta en el suelo. Su cuello estaba desgarrado y su mirada perdida, con una expresión de dolor.
Y su cuello estaba entre las fauces de un lobo.
Era un lobo enorme, rojizo, majestuoso. A pesar de la violencia de la imagen que prescenciaba Meridia con la muchacha muerta, el lobo se veía hermoso, casi inocente, como un perro con un hueso. Pero entonces, el lobo miró directamente a los ojos de Meridia, y ella se sobrecogió de temor. Entonces, depositando el cuello de la muchacha en el suelo con suavidad, el lobo profirió un aullido doloroso pero hermoso a la vez, que llenó a Meridia de gran pesar, y se fue corriendo a refugiarse entre los bosques.
Meridia se acercó a la muchacha. Al arrodillarse en el suelo, y tomar el rostro de la muerta en su mano para voltearle la cara y verla, vio, horrorizada que la chica tenía el rostro de Marie.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 23, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Diablillo de la CarneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora