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Para cuando despierto, todo parece más bien un sueño, una pesadilla... un aturdimiento, que ciertamente no puedo controlar.

Estoy tirada en el suelo, mi cuerpo duele y mi cabeza parece que va a explotar. El piso está húmedo, y la textura se siente viscosa y sucia.

Todo a mi alrededor parece estar en medio de un caos, abandonado, perdido. Y cuando me levanto, me doy cuenta de que no me encuentro sola.

Algo se escucha cerca de mí, y ciertamente, siento la necesidad de que debo de levantarme, sin saber porque mi instinto me dice que no lo haga. Cuando me encuentro de rodillas, persivo que me encuentro en una sala de estar, y que a mi lado, hay una pistola.

Sin embargo, cuando la tomo, alguien hace presencia bruscamente frente a mí, y cuando mi arma le apunta la cabeza y mi corazón me palpita con violencia, ésta abre la boca.

—¿Que estás haciendo? No tenemos tiempo —dice esta, la voz le tiembla, pero habla con autoridad.

Eficazmente, no puedo dejar de mantener el gatillo debajo de mi dedo, y ciertamente, al mismo tiempo me pregunto cómo y porqué sé lo que hago.

Aún así, luego de que una tensa mirada se extiende entre la mujer y yo, algo se escucha de golpe. Cuando caigo al suelo, me doy cuenta de que algo ha hecho explosión justamente fuera de esta casa.

Acto seguido, la mujer se apresura y me quita el arma, y antes de disponerse a darme un tiro, me toma del brazo y me saca a rastras de la casa.

Mi corazón desperadamente palpitando me indica que estoy asustada, que el ajetreo y la brusca rapidez en la que me encuentro atrapada no me han dado opción para decidir qué hacer y que no. La mujer me arrastra por el brazo y yo me veo obligada a seguirle y confiarle mi vida aunque quiera hacer lo que quiera con ella más tarde.

Todo es un caos, y ciertamente, yo no puedo distinguir qué lado tomar.

Cuando salimos, me encuentro con un vecindario amplio y desolado. Todo está abandonado, y las calles y autos están desgastadas y viejas. La luz del sol me corta en los ojos, y el aire que respiro hace que me asfixie lentamente.

Puedo escuchar los tiros, y a mi alrededor puedo sentir como más gente se acerca a nosotras.

Las voces de algunos dos hombres interrumpen mi trance, y aunque parezcan intrigados sobre mi "extraña" conducta, uno de ellos decide tomarme del otro brazo y obligarme a caminar mientras mis ciegos ojos dejan de funcionar.

—Debemos de tomar el este, toda la gente está tomando esta misma dirección —grita uno de los hombres, mientras un arma se dispara cerca de mí.

—Estamos muy expuestos.

Me cubro los ojos con una mano, sintiendo como una mirada fija me acorrala, me doy cuenta de que la vista me está volviendo y que uno de los hombres, el del sombrero y ropa holgada me mira intrigado, me da la espalda al cruzar una esquina, y justamente cuando levanta el rifle al notar presencia, un cuerpo se nota a lo lejos y los tiros se escuchan.

La sangre me salpica toda la cara, pudiendo sentir lo cálida que ésta era.
El hombre cae sobre nosotros, siendonos un especie de escudo contra las balas que ahora nos caían a nosotros.

Ahora quedamos tres, y mientras corremos con el corazón en la boca y armados hasta las dientes, la mujer cuando ve que se me ha pasado la maldita ceguera, me devuelve la pistola que antes me había quitado.

(...) Entran a la casa y se consiguen un auto)

*Ahí hay una explosión y se ven obligadas a salir, se encuentran al grupo fuera de la casa y matan a uno*

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⏰ Última actualización: Oct 16, 2019 ⏰

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El Juego De Los DespiertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora