I: Escuadrón Zero

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13 de Abril 2025 / 03:01 a.m. Las afueras de Zirre

Aaron se encontraba sumido en un profundo sueño mientras las turbulencias del helicóptero lo movían de un lado a otro. Sus nervios habían convertido sus sueños en horribles pesadillas que lo acechaban cada noche, él ya había visto demasiadas cosas, cosas que ningún ser vivo debería presenciar en su sano juicio.

El frío se encontraba filtrándose por diversos lugares en la nave, congelando terriblemente a los que habitaban en su interior. Todo se hallaba muy tranquilo, con las luces apagadas, algunos sonidos de respiración, pocos ronquidos, el sonido del metal de las armas arrastrándose contra el piso del mismo material. Esos eran los sonidos que causaban los valientes guerreros del Escuadrón Zero, el escuadrón militar más poderosa del gobierno, conformada por no más de diez soldados, un capitán y un novato que hacía de piloto.

Se le había encomendado al Escuadrón Zero la misión de apoyar a las fuerzas militares ubicadas en Zirre, una de las más grandes e importantes ciudades de Cerrenos, el cual era uno de los pocos países aún unidos que luchaban en contra de la nueva epidemia. Su objetivo era suplir a las tropas caídas en la frontera de la ciudad para que lograran terminar la evacuación, la vida de muchas personas dependería de su eficacia con el contraataque, el gobierno ya había dado por perdida a la ciudad, estaba totalmente rodeada y no había ya nada más que hacer.

Una gran turbulencia lanzó a Aaron por los aires y lo obligó a despertar repentinamente, trató de incorporarse lentamente mientras recobraba la conciencia. No podía recordar que era lo que estaba soñando, y estaba realmente agradecido de ello, pero sabía que esa noche ya no podría volver a dormir.

Él oscuro espacio interno de carga del helicóptero se encontraba iluminado ligeramente por una tenue luz roja montada sobre la puerta de cabina, Aaron se levantó sin hacer mucho ruido y se dirigió directamente hacia ella. Pisaba con cuidado, tratando de revisar ciegamente el no molestar a nadie descansando bajo sus pies, se tomaba de una pared para no perder el camino y sostenerse de las diversas turbulencias que sacudían el helicóptero.

Finalmente llegando a la puerta, dio un par de golpecitos suaves para que lo dejaran pasar. La puerta no tardó mucho en abrirse y entró velozmente para que la luz que la cabina emitía no despertase a otros. Adentro de la cabina se encontró con el novato y el capitán del equipo, este último haciéndole compañía de copiloto.

El capitán no se hizo esperar y le preguntó inmediatamente a Aaron justo cuando cerró la puerta -¿Acaso no puedes dormir? Necesitaras mucho de tus fuerzas para lo que nos viene adelante muchacho. Aaron acarició sus pesados párpados ignorando la pregunta de su capitán, y se dedicó a mirar por las ventanas frontales del helicóptero. Todo se encontraba casi totalmente oscuro, apenas iluminado levemente por las luces frontales de la nave, se alcanzaban a notar ligeras sombras de árboles muy por debajo de ellos, que pasaban velozmente conforme la nave avanzaba. El capitán volvió a hablar -La verdad es que ya estamos bastante cerca de nuestro objetivo, no quedará más de una hora de camino para llegar. Después señalo con su dedo a un pequeño punto de luz que se mostraba lejos en el horizonte -Ese es nuestro objetivo, esas pequeñas luces son grandes incendios sobre los edificios centrales de la ciudad, la electricidad se perdió totalmente en Zirre, alguna vez esa ciudad fue una total belleza, llena de lujos y oportunidades para los ricos, con las mejores tecnologías traídas de todo el mundo, sin embargo...

Aaron decidió interrumpirlo y terminó la frase -ahora no es más que un infierno para los que se encuentran ahí, lo sé, también comprendo que será un horrible infierno para nosotros cuando lleguemos ahí, todo debido a que es de noche y no tenemos más que unas simples lamparitas de mano junto con pistolas comunes ¿acaso esta misión fue para llevarnos al suicidio capitán?

El capitán miró severamente a los ojos a Aaron y con un tono más grave le respondió -Escúchame bien soldado, estamos aquí porque somos lo mejor de lo mejor y no vamos a terminar con los pocos recursos del gobierno para satisfacer tus gustos en batalla, el gobierno confía en que podemos hacer el trabajo así, y así se va a hacer. Aaron frunció el ceño y se limitó a responder - ¡sí señor!

El capitán se levantó de la silla y le ordenó a Aaron hacerle compañía al novato, mientras abandonaba la cabina hacia la zona de carga donde descansaban los soldados. Tras su salida todo se quedó en silencio durante largos momentos, de nuevo, solo acompañados por el sonido del aire, las turbulencias y el mecanismo que hacía girar las aspas del helicóptero.

Los minutos pasaban muy lentamente, Aaron se sumía en sus pensamientos, tratando de aferrar con su corazón a sus recuerdos más preciados con su familia, temiendo horriblemente más por su pequeña hermana, la cual residía con sus padres en la parte norte de Barno, una ciudad que se encontraba a miles de kilómetros de donde él estaba en esos momentos, sin embargo, una de las primeras ciudades que la infección arrasó terriblemente. No deseaba entablar conversación alguna con su nuevo compañero de equipo, sin embargo su nombre era totalmente desconocido para él y ya estaba harto de que los nervios lo envolvieran lentamente -Entonces ¿cuál es tu nombre?

Él muchacho de suave piel y barba corta de chivo lo observo asombrado y después regresó su mirada hacia el camino, tras unos momentos respondió con una voz suave contradicha por agudos gallos que delataban su edad -Soy James, gusto en conocerlo. Aaron se asombró al notar lo joven que era el chico, no tendría más de 17 años y ya se encontraba en el mejor escuadrón del ejército -Vaya que eres joven ¿Cómo lograste entrar aquí James?

-Bueno... perdí a mis padres durante la invasión de Gent por parte de las bestias, mi padre era piloto de helicóptero y me enseñó a pilotar, mi madre solía enseñarme a utilizar la espada para ocupar mis tiempos libres. Ambos se sacrificaron para salvarme desde el comienzo de la locura, pero tras eso yo tuve que luchar ocho meses para sobrevivir en la ciudad, me enfrente a sinfín de humanos codiciosos y de bestias, al menos antes de que estas últimas evolucionaran tanto. Fue durante el tercer contraataque por parte del ejército para recuperar la ciudad donde me encontraron, me observaron luchando contra muchos de ellos que me rodeaban, incluso los ayudé a preparar la zona de aterrizaje durante la retirada, dicen que se asombraron con mi forma de rebanar a los monstruos con la espada, me prometieron comida y cama si me unía al ejército, lo que resta de eso puedes imaginarlo tú mismo.

-ya veo, ¿y ahora te llevan directo a un infierno peor del que viviste no es cierto?

James comenzó a reír levemente mientras le dirigía una mirada burlona - ¿Uno no sabe lo que le depara el futuro verdad?

-Sabes que podríamos dar la vuelta ahora mismo y dirigirnos a alguna isla desierta de bestias ¿no?

-Puede que sí, pero no duraríamos mucho si el gobierno comienza a marcarnos como traidores, y juegue con nosotros al gato y el ratón.

- ¡Vamos! Unas buenas vacaciones no nos vienen mal de vez en cuando. Ambos compartieron una mirada divertida y comenzaron a reír a carcajadas, después Aaron le dirigió una sonrisa amistosa mientras continuaba la conversación -Me caes bien James, si salimos de esta, yo invito los tragos. -No tomo, lo siento.

-Está bien, tú pedirás un vaso de leche mientras yo te acompaño con un buen tarro de cerveza

Aaron disfrutó de los pocos y buenos momentos de risa que tuvo en el viaje con James, sin embargo, parecía demasiado bueno como para ser verdad en un mundo tan cruel como en el que residían.

Las risas y chistes siguieron durante un buen rato, al menos hasta el momento en que se alcanzaron a observar las primeras casas arrasadas e incineradas en los límites de la ciudad, llenas de bestias marchando sobre ellas. Se encontraban diversas clases de infectados debajo de ellos, incluso parecía una función del más terrorífico circo de fenómenos asesinos, solo que esta vez los espectadores se volvían parte del show.

Todo el límite que alcanzaban a observar de la ciudad se encontraba plagado de monstruos carnívoros buscando alimento, no obstante, su avance se veía afectado por tintineantes luces amarillas frente a ellos, que tumbaban a los enemigos uno a uno. Grandes faros independientes iluminaban a los defensores y muchas otras provenientes de vehículos y lámparas eran para mostrar las calles repletas de infelices devora-personas.

-Ve por él capitán, dile que hemos llegado

Epidemia contagiosa episodio: Escuadron zeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora