Capítulo 2

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La mañana había estado total y completamente tranquila. El sol caía con sus suaves rayos sobre la ventana proporcionándole sol a sus plantas.

El teléfono vibró sobre su mesita de noche avisando la hora de levantarse. Al hacerlo, se estiró con toda la tranquilidad del mundo y se tomó su tiempo para desayunar. Había tostadas con miel y café de grano sobre la mesa.

El teléfono sonó otra vez, una llamada entrante le sacó de sus pensamientos.

-¿Diga? - la voz del otro lado del dispositivo se anunciaba suavemente en un dulce tono.

-Buenos días querida. ¿Qué tal tu mañana? - Preguntó.

-Una mañana tranquila, como de costumbre. – respondió devuelta mientras terminaba su café.

Solía recibir una llamada diaria de su tía desde hacía 7 años para desearle una buena semana y un buen día como parte de una rutina motivacional para la joven. Fue una conversación amena y llena de buenos deseos para ambas.

-No te olvides de la fotografía, ¿sí?- le recordó que debía entregarla desde la próxima semana para concursar y, además, obtener su primera calificación del año.

(...)

-¿Cómo puede ser para hoy si tú misma dijiste que era para la próxima semana?- Gritó molesta al otro lado de la línea.

-¡No lo sé, sólo me traspapelé o algo! Juro que escuché que se entregaba la otra semana.- Le dijo su mejor amiga Ana.

Estaba muy molesta. No sólo había captado la mentira en su voz, sino que la persona en la que más confiaba le había traicionado. Y le dolía.

Estaba por iniciar una discusión mayor cuando de pronto se cruzó con la mirada de un chico en pleno pasillo. Tomó asiento frente a él. Su tono de voz disminuyó un poco, pues dicho escándalo había provocado que la mitad de la gente en el vagón se diese vuelta a mirarle.

Desvió la mirada un minuto y se fijó unos segundos en el chico frente a ella.

Le explicó la situación a Ana y colgó el teléfono. ¿Cómo haría para llegar con el trabajo completo el mismo día de entrega?, ni siquiera tenía el borrador listo.

Aquella persona tenía la mirada fija en ella, lo percibía por encima de la pantalla de su teléfono. "Otro que piensa que soy rara" se imaginó.

No podía evitar lanzar miradas rápidas al chico mientras buscaba en internet algo de inspiración para su obra. Estaba perdida.

-Ojos - pensó. Los ojos de esa persona en particular eran diferentes. Buscó en internet, se trataba de una condición llamada "Heterocromía" y se explicaba como la muy extraña condición de tener el iris de diferentes colores de forma parcial o completa. Él tenía dos tonos totalmente diferentes en cada ojo. El derecho era de color café semi claro y el izquierdo de un tono celeste.

Además de su perrita Evie, jamás había visto esa condición en una persona. Creía que sólo se manifestaba en animales y que era bastante común en ellos.

Con aquello en mente se formuló varias ideas para el proyecto pero gracias al problema de ahora, ya no podría obtener su calificación y seguro no entraba al concurso.

Luego de varios minutos decidió rendirse. Ya no tenía ganas de seguir intentando encontrar una solución a algo que obviamente no la tenía. Lo mejor sería buscar una buena excusa y seguir intentando entrar al concurso.

El nombre de las estaciones comenzaba a repetirse una tras otra y ella debía bajarse en la última pero, dadas las circunstancias, no tenía el valor necesario para asistir a la clase. Su profesor de fotografía era bastante estricto y seguramente no le perdonaría algo así.

-Genial, primera semana y ya eché a perder las cosas.- Se dijo intentando disimular su creciente molestia y las ganas de encarar a su "ex mejor amiga". Se perdió un momento en sus pensamientos, quizás ella le decía la verdad...quizás. Era poco probable.

Exhausta, se quedó dormida unos minutos. La noche anterior había sido extremadamente pesada. Además del curso de fotografía tenía otras materias básicas que debía atender, y ese mismo día había mandado al técnico la Combi que compró trabajando 48 horas semanales durante un año. La paga era buena y ese vehículo siempre fue una parte importante de sus sueños.

La despertó el movimiento brusco que hizo el tren al frenar y los apresurados pasos de la persona sentada al frente suyo. Le dirigió la mirada por cerca de 5 segundos y entonces le entregó una hoja.

-Ten-. Le dijo con una sonrisa en su rostro.

Confundida, tomó el pedazo de papel entre sus manos y le vio alejarse rápidamente sin darle tiempo para responder nada.

(...)

-Tendré que bajar un punto de tu calificación total-. Repuso ante las excusas de la joven. -Podrás entrar al concurso si presentas la fotografía la semana siguiente. Supongo que te has salvado por esta vez.- Su ceño se había fruncido en una evidente mueca de decepción ante el inesperado comportamiento de una de sus estudiantes destacadas.

-Gracias profesor. No volverá a suceder.- Replicó.

Entró al amplio salón y se sentó en el lugar más apartado. Pasó cerca de Ana pero ella ni siquiera le dirigió una palabra, ni la miró.

Ya para ese momento no sabía que pensar sobre las personas.

Sacó el dibujo de su carpeta y lo contempló unos minutos. Era bastante simple pero el gesto detrás de este le era bastante más notorio.

Se trataba de un astronauta flotando en medio de una hoja sin demasiado fondo detrás de él. A su alrededor se enredaban plantas con hojas hechas con un lápiz azul. Los trazos sin sombras y el poco color del dibujo evidenciaban que se trataba de un trabajo recién hecho y sin tiempo para poner una firma.

-¿Por qué?- se preguntó a si misma.

No sólo preguntaba por el boceto, sino que también empezaba a cuestionar las decisiones tomadas en los últimos 3 meses. Se preguntaba si había hecho bien las cosas.

Conocía a Ana desde hacía bastante tiempo y ahora parecía que ya no más.

Las clases empezaron a hacerse lentas y aburridas, estaba cansada de estar ahí pero necesitaba compensar su error y centrarse en hacer el trabajo pendiente.

Empezó por traspasar el trabajo escrito del borrador a un pequeño computador que llevaba en su mochila. Luego, se puso a revisar los dibujos que había hecho antes acerca de cómo sería la fotografía.

La idea de los ojos había cambiado muchas cosas. Era algo que pondría en práctica en el tiempo que restaba.

(...)

Al salir de clases se sintió deprimida. Las cosas entre ella y Ana no querían mejorar. Quiso hablarle durante el receso pero ella simplemente la ignoró y se fue con las chicas del otro grupo.

De su mochila sacó un pequeño cuaderno que tenía una cinta amarrada a un costado. Lo abrió para ojear sus páginas y comparó su dibujo con los que estaban ahí.

-Lo sabía.- mencionó aliviada. Dicho cuaderno le había sido entregado por uno de los pasajeros en un gesto amable de intentar ayudar a encontrar a su dueño, pero no le pertenecía. Sabía que era de él, de aquel amable chico sentado al frente suyo. Aquella única persona que trató de no meterse en sus asuntos, o al menos eso creía.

Cada uno de los dibujos parecía tener una historia aparte, pero el que más le agradó era "interactivo". Sólo debía colocar su mano en una posición para que encajara con el dibujo pintado en tonos verdes.

Talento puro. Pensó. No había nada mejor para ella que ver algo creado con tanta dedicación como lo era ese cuaderno. De alguna forma eso le daba mas ganas de seguir su sueño de ser fotógrafo profesional.

Ahora sólo debía ir por la Combi, tomar sus pertenencias de la casa de su tía y empezar a mudarse a su nuevo hogar.


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