Capítulo 4

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La rutina comenzaba a agobiarle. A medida que pasaban los minutos se notaba más y más el poco interés que tenía por la clase de matemáticas. Sus calificaciones normalmente eran muy buenas en ese ramo, pero el tener que estudiar obligatoriamente le estaba desgastando.

La clase de sumatoria estaba siendo especialmente compleja y aburrida hasta que se distrajo por la repentina vibración en su bolsillo.

Sacó su teléfono cuidando que nadie mirara para darse cuenta de que tenía un mensaje nuevo.

Buenos días! Terminé de ordenar el departamento pero aun necesito quien me ayude con otras cosas, podrías echarme una mano? :)

Era un mensaje de Dani. Dudó unos segundos hasta que finalmente decidió responder.

No hay problema, no es como si tuviera algo mejor que hacer en matemáticas

Respondió de vuelta mientras volvía a sus ejercicios, más tarde pasaría por un café y algo para llevarle a Dani. Necesitaba compensarle de alguna manera el que fuera una persona tan amigable y no hubiese llamado al gerente para que lo echara de su departamento; por no llamarlo allanamiento.

genial! Te espero entonces. recuerdas el número del departamento y el edificio?

Se frotó la cabeza con la mano izquierda. Un dolor intenso comenzaba a molestarle desde su sien y toda su cabeza hasta llegar a la espalda.

Lo recuerdo. Nos vemos mas tarde. Respondió.

Se acomodó nuevamente en su asiento como si esperase a que la clase fuese más rápida, cosa que no pasaría durante al menos una hora más. A cada minuto debía tomar más notas y, durante el receso, debió correr a la biblioteca para sacar un libro pequeño que estaba en alta demanda esa semana.

Al alcanzar un ejemplar del mostrador se dio cuenta de que era el último y que los 20 ejemplares habían desaparecido en menos de 15 minutos. Los demás tendrían que optar por otros libros o esperar a la próxima fecha de entrega en la biblioteca.

(...)

Llegada la hora de salir, cargó su mochila para irse rápidamente del lugar pero el profesor lo detuvo un momento haciéndole un gesto con la mano para que se acercara.

-Axel, ¿verdad?- Preguntó fríamente mientras revolvía los documentos en su carpeta.

El profesor Allen era uno de esos docentes que tenía tantos alumnos que apenas lograba recordar sus nombres. Estaba vistiendo un traje color café completo en conjunto con una corbata carmesí y unos mocasines del mismo tono, haciendo juego con el traje tal y como si se tratase de un profesor universitario.

-Necesito que te hagas cargo de hacerle llegar estos permisos a tus compañeros antes de que te vayas-.

Lo miró nuevamente y le entregó un sobre con la información impresa en el papel que parecía recortado con mucho cuidado.

-¿Permisos?- preguntó confuso. Lo había olvidado por completo.

El profesor arqueo una ceja y lo miró seriamente durante unos segundos.

-Debe aprender a hacer aliados antes de que quede aislado de este curso-. Sentenció.

Esas palabras fueron suficientes para estremecer a Axel y más importante aun, hacerle sentir completamente vulnerable. Si bien era verdad que no estaba tan conectado al curso de 38 alumnos, ninguno de ellos tenía interés en conocerle y sólo pasaban de él como si fuese cualquier persona en la calle.

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