Capítulo 3

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Axel se dedicó a correr la mitad del día antes de llegar a casa. Se había despertado tarde debido a que su alarma estaba mal puesta y eso le había generado un enorme problema.

Llegó a duras penas a la clase de matemáticas donde debía presentar su trabajo. Quería llegar más temprano para ver si lograba encontrarla a ella, pero parecía poco probable que eso fuese a ocurrir incluso si tomaba el tren a la misma hora que aquel día.

¿Qué era exactamente lo que quería de ella?. Si de algo estaba seguro era de que no se trataba de amor o esas cosas de películas. Simplemente le parecía interesante que, de entre miles de personas, ella tuviera un estilo tan definido y tan poco reconocible. Al menos para él.

Dejó la música andando desde su pc y se recostó en su cama.

La fuerte lluvia de esa mañana se había detenido dejando paso al sol y a unos cálidos 20°C. Estaba quedándose dormido cuando de pronto una silueta entró bruscamente a la habitación produciéndole un pequeño sobresalto.

-Buenas noches- dijo su padre en un tono que disimulaba poco su molestia. -Buenas.- respondió devuelta en un bostezo. -¿Qué tal el trabajo?-.

-Axel. Esta es la quinta vez que me llaman desde el colegio para decirme que llegas atrasado. No quiero que te distraigas en cosas como esas- Mencionó haciendo ademán a la música que aun sonaba y los bocetos sobre el escritorio, además de los videojuegos de su repisa.

-Puse mal la alarma. Es todo. De todas maneras fui bien calificado en el trabajo de matemáticas-.Su tono era un tanto desinteresado pero de igual manera logró "calmar" un poco a su padre.

-Así debe ser. Ahora necesito que me hagas un favor-.

-Si es por lo de mi pelo, olvídalo. Ya te dije que no voy a cortármelo-.Sentenció. -No, no. Esta vez necesito que vayas al sur de la ciudad por un paquete importante-. Le dio un par de palmadas en los hombros y le pasó lo necesario para el viaje, entre esas cosas, una cantidad importante de dinero.

Suspiró y preparó sus cosas para el viaje. No le tomaría demasiado tiempo llegar al lugar y buscar el encargo.

Sin que su padre se diese cuenta, tomó su cámara y la guardó en su mochila.

Su madre le entregó el mismo café del otro día, estaba empezando a amarlo.

(...)

Una vez dentro del tren, se dio cuenta de cuan diferente era esta estación de la suya. Toda esa gente parecía tener una historia diferente que contar e incluso parecía que todos querían hablar de sus experiencias al mismo tiempo.

En un cuaderno viejo de hojas blancas se dedicó a hacer bocetos de toda esa gente. De pronto se dio cuenta que resaltaba más de lo que creía. Muchas de esas personas iban al trabajo y él llevaba una camiseta negra con una camisa roja a cuadros encima, más su par favorito de zapatillas y unos pantalones tipo jeans.

Algo poco formal para toda esa gente que, a veces, le lanzaban miradas fugaces.

(...)

Caminó por las calles de la ciudad revisando las direcciones y las fotos que había sacado en su recorrido. Recordaba vagamente haber estado en esa zona de la ciudad, pues hacía muchos años que su padre no lo llevaba con él a los viajes de negocios y esos temas.

No es tonto. Ya se dio cuenta que no me interesa. Se dijo a si mismo mientras observaba los enormes rascacielos que se reflejaban en los charcos de agua ya casi secos.

"Mirador del Oeste". Aquí es.

El edificio era considerablemente más pequeño de lo que se imaginaba. Unos 15 pisos apenas.

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