Prólogo

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-"A veces, cuando te sientes invisible, no te queda más que dos opciones: llamar la atención o creerte invisible-" Esto siempre se lo decía la señorita Bonet a su pequeña aprendiz de casi toda la vida mientras le cepillaba su castaña y larga cabellera.

Las manos adultas, un poco viejas pero suaves de la institutriz de vez en cuando se paseaban por entre los mechones castaños de la pequeña niña.

La señorita Bonet sentía la muerte venidera, lo cual le preocupaba. Bien sabia que el mundo es cruel con las personas diferentes y únicas, por miedo a las rarezas exquisitas que presentan, y que después de ella nadie mas podría cuidar y querer a su inocente criatura.

Por su parte, la pequeña niña sollozaba. Sus lágrimas recorrían los surcos de sus mejillas y por el gran moratón de su ojo derecho para terminar derramadas en el tapete delgado que servía de alfombra, alumbrada por la luz de la gran chimenea del salón haciendo proyectar sus sombras por sobre su cabeza.

A pesar de su corta edad, la pequeña ya conocía la crueldad de las personas. No conocía más amor que el que le daba su institutriz, puesto que a su gran defecto todo el que le conocía sólo sabía reaccionar de dos maneras: con desprecio o con miedo.

Sus ojos verdes volvieron la vista a la señorita Bonet. Ésta le sonrió con dulzura.
"-¿Por que?" pregunta la pequeña.
"- Tienen miedo, mi niña. El miedo te cambia. Cambia la forma de pensar de las personas. Y eso no te servirá de nada…Mi niña, quiero que entiendas que no me queda mucho tiempo a tu lado, por eso promete que no habrá rastro de miedo o duda en ti. Eres muy especial. Lo que tienes es un don más que una maldición, pero no todos están preparados para ello. Cuando te descubran, querrán hacerte daño. Cuando llegue ese momento prométeme que correrás por tu vida. Huye. Alejate de todo aquel del que llegues a sospechar, y no confíes en nadie"

La pequeña se enjuga los ojos y se lanza a los brazos de su amada institutriz.
La señorita Bonet acaricia la cabeza de su criatura y desliza sus manos hasta la parte de su espalda, de la cual brotan unas grandes, gruesas y negras alas.

"- Mi pequeño cuervo. Te amo. Nunca lo olvides. Tu sabes lo que te hace única. Esta en ti decidir de que tamaño serán las alas que te corresponderá llevar"

Levanta el delicado rostro de la niña con la mano y le despeja la frente de sus claros cabellos sueltos.

"- Te amo, cuervo." dice la señorita Bonet limpiándose las lágrimas que sin darse cuenta le brotaban llenas de trsiteza.

"- Te amo, Johanna"

Después todo se vuelve oscuridad…

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Hola...después de todo si me decidí a publicar. Paciencia por favor es mi primera obra y espero les sea de su agrado.
Si les interesa la historia préstenle un poco de su tiempo, apenas estamos comenzando...

-CatDarkness-

Alas de CuervoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora