Capítulo 4

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Podía sentir la sangre fluir por cada vena de mi cuerpo,  el oxigeno pesado entraba sin dulzura a mis pulmones. Han pasado semanas desde que vi el último brillo en los ojos de Leyton, su cuerpo desapareció y no hubo digna despedida, solo constantes golpes en el higado con Vodka. Vuelvo de nuevo a la oscuridad, sentada en el suelo de mi habitación,  en total cuarentena y sé que he muerto cientos de veces, me he quedado sin mi chico, pero se que ahora el esta bien, con Bluir, en algun recondito lugar del cosmos. Las marcas en mi cuerpo se hacen presentes y no las podré borrar, ahora las cuchillas han marcado mi piel y en el fondo recordaré que solo dijimos adiós con palabras.

Escucho a alguien tras la puerta, una voz que para mis oidos ahora es irreconocible. Cada ruego que salen por sus labios me traen a la realidad, es Terry.

-Cariño.. Ven aquí,  yo te cuidare - Dice con voz apagada, implorando seguridad

-¡VETE AL DIABLO! - pronuncio marcando cada palabra

El silencio atropella de nuevo el espacio en que estamos,  no salgo de nuestra habitación, deseo hacerlo y llorar en el regazo de Terry, él puede ayudarme pero mi cabeza me lo impide, como si supiera que necesito de esta soledad. Pasan las horas y ocasionalmente intenta romper el silencio susurrando mi nombre, entrada la noche encuentro otra botella bajo mis sábanas, adorado vodka. Me  acuesto de lado en el suelo, observo por debajo de la linea de la puerta, hay una luz prendida y ahí veo los pies de mi chico,  esperando cualquier oportunidad para reunirse conmigo... El olor de la marihuana invade mis fosas nasales. Las lágrimas ruedan hasta acomodarse en la alfombra creando una mancha irregular. De repente el sonido de su voz aguda viaja hasta mis oidos

-Am, lo siento... No puedo soportarlo más,  te vas como si yo no importara, entierras tus palabras en mi pecho como las mismas cuchillas que utilizas para rasgar tu piel - dice - Lo sé nena, sé que lo has hecho, también rasgas mi piel. Su voz se corta y lo escucho llorar como a un niño. Me pongo en pie y cuando abro la puerta la luz del bombillo golpea mis ojos, llevo tanto tiempo a oscuras que no sabia como lucia, solo visto una camisa a cuadros, el maquillaje esta esparcido por mi cara y además...mis piernas y brazos tienen muchas marcas y sangre negra brota de ellas.

Terry alza su mirada y se para de golpe, me mira con dulzura. ¿Como puede amarme aún? - pienso- Nunca he visto un alma tan rota que pueda dar tanto amor. Agarra mi cara, tengo los ojos fijos en el suelo, me obliga a mirarlo y me abraza, empiezo a llorar y él me carga como a un bebé y se sienta conmigo encima en el sofa, me da comida que intento rechazar, no deja de insistir. Luego de que logro calmarme gracias a sus arrullos, me carga al cuarto de baño y quita mis prendas con delicadeza, intentando no rozar mis heridas, las mira con amargura pero no pronuncia ni una sola palabra. Entro a la tina, el agua esta un poco caliente. No sé si todo lo había preparado y sabía que esta noche de luna nueva saldría de mi habitación. Cuando me siento en el agua, el ardor en mis heridas se hace presente y me agarro con fuerza a su brazo, son muchas heridas. Le pido a Terry que entre conmigo a la tina, entra con cuidado y se hace a mis espaldas, me baña y acaricia mi espalda, peina y lava mi cabello, estamos ahí hasta que el agua tiene baja temperatura. Salimos y mientras me viste con un pijama de rayas naranjas dice

-Sabes que no dormiras en esa habitación ¿cierto?

- Te debo una disculpa, cariño- pone su dedo indice en mi labio inferior

- No me debes nada Amapola

Cortamos la conversación, ya abra tiempo para las disculpas. Por fin conciliamos el sueño, aunque para mi solo durara unas pocas horas, dormiamos juntos en la sala hasta que el frío de la madrugada le quitó la tranquilidad a mi cabeza,  recorro los pasillos, entro y salgo de las habitaciones como un espía. Me acurruco abrazando mis piernas en medio del pasillo, de nuevo me llevo a patadas con la primavera, por mi cabeza pasan muchas ideas. Alcohol. Drogas. Cuchillas. Sogas.  Necesitaba algo que le diera un nuevo inicio en mi vida, sin tanto dolor y sin tantas muertes. Me encierro en el estudio, pongo música al máximo, se escuchan las primeras notas de Locura transitoria de Extremoduro.

No sé en que parte de esta historia

perdí el argumento primario.

No sé qué cojones me agobia.

Voy según dice el calendario.

Vuelve a llegar la primavera

y me molesta el sol.

Alma que nunca se deshiela

y se queja del calor.

Me paro frente al espejo y agarro unas tijeras del cajon. Los fuertes golpes en la puerta me distraen un poco pero estoy segura que quiero acabar con todo esto. Las agarro con fuerza y susurro un "Adios Amapola Halley, adiós mundo". Abro las tijeras con las manos temblorosas y mi otra mano agarra un mechón de mi pelo y empiezo a cortarlo, el cabello cae al piso y sus hebras dejan un eco en el aire, el eco aplasta mis tristezas con la misma fuerza que las oxidadas tijeras cortan mi cabello.

Frente a tu ventana

y a volverme a posar.

De un trilero aprendo una canción

y a volver a empezar...

...otra vez.

Una y otra vez.

Otra vez

como un aguacero

que al caer

preguntaba al cielo.

Ya no me importa,

ya no me hace daño.

Ya no me acuerdo

si fue imaginario.

Ya no me dejo llevar.

Pero si el viento no sopla, mejor.

Estoy viendo molinos.

Ya arreglaremos cuentas.

Termino y veo lo horrible que he quedado, pero veo una sonrisa muy escondida en mis labios que me indica el camino para un nuevo comienzo. Me dirijo lentamente hacia la puerta, justo en los últimos versos de la canción y todo queda en silencio, abro la puerta y Terry me observa aliviado. Alzo mis hombros y la risa invade mi garganta, la dejo salir. No puedo parar. Estoy lista.

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⏰ Última actualización: Mar 27, 2017 ⏰

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