...Día 180 del año...

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Lieshel, amada mía, me haces mucha falta, extraño el aroma de tu delicado y femenino cuerpo, tus labios tan rojos natural, tu piel tersa, blanca como la nieve que solíamos ver a través de la ventana mientras nos comíamos a besos, y el tiempo era solo una ilusión que pasaba segundo a segundo por medio de nuestros ojos; recuerdo tu mirada, aquella triste y sincera mirada, de color café, un color que hace desvelarte con tan solo observarlo; pero esa mirada no iba sola, también iba acompañada de esa inocente sonrisa, esa que al sonreír hacia que tu mirada se transformarse en algo lleno de euforia. Es que aun extraño tu ser, ese del que estoy perdidamente enamorado, ese que no ha cambiado sino para bien, ese que a pesar de haber perdido completamente su cordura me ha cautivado y envuelto en él. Mi amada, mi querida, mi dama, no sé por qué dices esas cosas, aun te amo, lo sabes muy bien, y tal vez fue error mío no haberte demostrado esos inefables sentimientos. Solo espero que me perdones, que al recibir esto, me puedas regalar una segunda oportunidad, otro momento para volver a unir nuestras almas que deambulan por el mundo tratando de reencontrarse para volverse uno, y brillar con un resplandor tan exorbitante que los seres mortales quedaran cegados al verlo. Mi Lieshel, vuelve, te lo suplico...

Con cariño...

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