Internado Reinheit

Capítulo 1

1-9-1982

La estridente alarma de mi viejo despertador inunda cada rincón de la habitación y sin abrir los ojos, estiro el brazo para apretar el botón que detiene el ruido infernal. Aún tumbado, pienso en como este movimiento se ha convertido en mi ritual matutino, pero el de hoy tiene un significado diferente. Hoy es el día en el que me voy a Reinheit, un prestigioso internado perdido entre las montañas y ya si no me gusta la idea de irme tan lejos, los motivos de mi ingreso son todavía peores. Hace dos años, tras la muerte de mi padre en un accidente de coche cuando estaba de viaje de trabajo, mi madre nunca volvió a ser la misma, perdió la cabeza completamente pocos meses después y actualmente está ingresada en una institución mental. Como no tengo más familia, una de las mejores amigas de mi madre, María, se ha hecho cargo de mi estos meses hasta hoy.

Por fin me levanto y abro la persiana para que entre más luz. El reloj marca las 7:30 lo que indica que el asistente social que me llevará al internado vendrá en media hora, así que tengo que darme prisa. Me visto con lo primero que encuentro, me arreglo el pelo con la mano y bajo a desayunar. Abajo me espera María, con el desayuno preparado en la mesa, igual que todas las mañanas desde que mi madre ya no está conmigo, esta vez me mira con una sonrisa un poco triste desde la silla que hay al lado de la que me siento yo.

-¿Has dormido bien? -Pregunta mientras me siento y niego con la cabeza.

-No he podido pegar ojo.

-Es normal Cedric, yo tampoco he podido dormir casi. -Lleno la cuchara de cereales pero no me la llevo a la boca. Miro el reloj de la cocina, en cinco minutos el asistente estará aquí.

-¿Cómo te sientes?

-¿Cómo te sentirías tú en mi lugar, María? He perdido a mis padres y encima tengo que irme de nuestra casa.

-Te entiendo, pero no has perdido a tu madre, aún puede recuperarse y piensa que lo del internado es temporal, cuando tengas dieciocho años podrás salir de ahí. Ahora ve y coge tus cosas, el asistente está a punto de llegar. -Justo cuando termina la frase suena el timbre de la puerta. María la abre y aparece un hombre alto y fornido, de cabello castaño.

-Buenos días, soy Tristán, vengo a recoger a Cedric ¿Está listo? Vamos un poco mal de tiempo.

-Enseguida sale. -Le contesta María con una sonrisa mientras se gira hacia mi y pone las manos sobre mis hombros. -¿Estás preparado?

-Si, solo me falta coger la maleta.

-Vale, ve a tu habitación a por ella y date prisa anda, Tristán te está esperando.

Subo a mi habitación, cojo la maleta y miro por última vez las cuatro paredes que tan buenos recuerdos me traen, mi refugio durante los últimos dieciséis años e intento acordarme de cada detalle, haciéndome la promesa de volver en cuanto me sea posible. Cuando bajo, María y Tristán me están esperando en la puerta, este último con cara de impaciencia, cosa que me molesta. María viene hacia mí y me da un fuerte abrazo.

-Te voy a echar de menos. -Dice mientras me besa la frente.

-Yo también, gracias por cuidar tan bien de mi estos meses. -Esta vez soy yo quien le da el abrazo.

-No hay de que, y recuerda que lo del internado es temporal, cuando tengas dieciocho años podrás volver aquí. -Dice guiñándome el ojo. Le sonrio y voy donde me está esperando Tristán.

Salimos hacia el coche y me subo en el asiento trasero sin decir palabra. Tristán arranca el motor del viejo coche y enciende la radio. Parece que tiene las mismas ganas de hablar conmigo de las que yo tengo de hacerlo con él.
Después de dos aburridas horas de viaje por carreteras que dejan bastante que desear, hace rato que hemos dejado atrás la estresante actividad de la ciudad para dar paso a un paisaje completamente boscoso y la verdad es que es precioso.

-Ya casi hemos llegado.

-Genial. -Respondo con tono sarcástico sin apartar la vista de la ventanilla del coche y de repente lo veo, en la distancia, rodeado por árboles y un silencio sepulcral, el imponente internado Reinheit ha abierto sus puertas.