Cuando te conocí....

El viaje

Al despedirme de Ricardo, emprendí mi viaje hacia Londres, llegue al aeropuerto y espere a que mencionen nuestro vuelo.

En mi mente pensaba como sería el "gran viaje" según mi padre.

Mencionaron nuestro destino que era Londres y decidimos agarrar nuestro equipaje e ir al avión, entramos y acomodamos nuestro equipaje, el avión despegó y comenzó el vuelo.
Al momento del vuelo, me dio sed, según en cada viaje pasan a ver si no se le ofrece algo pero nada, me levante y fui a buscarlo.
Después de un rato, me dieron ganas de ir al baño, me levante y fui al baño más cercano, pero para mi mala suerte, ¡No había papel!

¡¿Cómo se les ocurre hacerle esto a sus clientes?!

Así que, aguantandome las ganas de ir al baño, decidí pedir a cada uno de los pasajeros si de casualidad tenían papel. ¡Fue lo más penoso que me pudo pasar!

Después de un tiempo, pude conseguir, encerio si esto pasa la primera vez que una persona va a viajar o era mi tan mala suerte.

*Tiempo después*

Después de lo ocurrido había decidido dormir mientras esperaba llegar a Londres, tan solo un rato más y empezar a olvidar a Ricardo mi "gran amigo" antes de que emprenda el viaje pensaba decir lo que siento, pero por temor a que me vea de manera diferente y ya no platiquemos decidí no comentarle nada.

Pero, ¿Qué me sucedía a mi?, ¿Cómo una persona me puede interesar tanto? Tal vez sean las hormonas de la pubertad que me han de estar afectando.

Llegue a Londres y lo primero que hice fue acostarme en mi cuarto. A los 5 minutos mi padre toca la puerta:

-¿Cómo te has sentido después del viaje?- preguntó mi padre.

- Muuuuy bien- dije fingiendo una gran felicidad-. Al parecer mi padre notó el sarcasmo con el que le contesté y se dió cuenta que no me agradaba la idea de estar viviendo en un lugar diferente.

-Muy pronto harás nuevos amigos y te acostumbraras a esta nueva etapa.- afirmó mi padre

Típica frase de los padres, cuando en realidad no es así. Pensé.

***

Al terminar de escuchar su gran discurso de mi padre, decidió llevarme a conocer Londres, lo que a mí me dificultaba muchísimo es tratar de hablar inglés, no muchas palabras me sabía, sabiendo que vivía en Colorado.

La primera tarea que hizo mi padre fue inscribirme a una escuela, una de las mil cosas que detesto, mi padre fue a hablar con la directora de la institución y por lo poco que entendí en inglés fue que mis clases pueden comenzar desde mañana.

Me fui molesto de aquel lugar, mi coraje era tan grande que no me importaba si rompía algo de aquel lugar, entre una de esas no me fijé del hoyo que se encontraba por la plaza principal de la escuela, estaba a punto de caer cuando un chico me rescató.

Abrí mis ojos y aquel chico tenía unos maravillosos ojos grises.

-¿Estas bien? ¿No te sucedió nada?- me dijo con tanta sinceridad.

-N-no. Tartamudie.

-Bueno, la próxima vez ten más cuidado mientras caminas- me dijo mientras de iba alejando de mi.

Aquel momento fue incómodo, pero lo que más me sorprendió fue que también hablara Español.

Al poco tiempo llega mi padre, preguntándome sobre lo que había pasado y si me encontraba bien.

-Que bueno que había muchachos cerca para poder ayudarte. -dijo mi padre mientras buscaba a aquel chico.

Lo encontró y le dió las gracias.

-No tiene nada de que agradecer señor- decía aquel chico con una sonrisa que me mataba.- Al parecer su hijo y yo estaremos en la misma aula.

Al oír esto no pude ocultar ponerme rojo.

-¿Enserio? ¿En qué aula estás?- preguntó mi padre

-En el Aula 2 G- decía aquel chico.

-Tienes razón, por lo menos estoy seguro que si mi hijo se volviese a caer, habrá alguien que lo ayudé- bromeó mi padre- Por cierto ¿podrías decirme tu nombre?

-Mi nombre es Ángel, un gusto conocerlo.- saludo a mi padre y se retiró.

***

El haber conocido a Ángel fue raro, pero a la vez impresionante, me llamó muchísimo la atención y en esta ocasión estoy de acuerdo con mi padre, espero que me salve cada vez que me tropieze.