❄Capítulo 11❄

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— Primero— dijo Caitlin tras limpiarse las comisuras de los labios con la servilleta—, deben hacerse tres preguntas. ¿Qué quieren de verdad? ¿Potenciar la intimidad incrementará la amistad o la someterá a mucha tensión?— carraspeó, y como si anticipara el peso de sus palabras, el sonido de la cafetería bajó a un murmullo suave. Harry sintió que se ponía tenso, aunque no sabía por qué—. Y falta la más importante. ¿Qué pasa si uno o los dos se enamora?
— ¿El uno del otro?— dijo ________ .
— Si— Caitlin asintió—. Deben considerarlo. Se están adentrando en un territorio emocional. Las barreras van a derrumbarse. La intimidad es algo poderoso y fuerte. Puede cambiar las cosas en un abrir y cerrar de ojos.
Harry miró a _______ . Ella le devolvió la mirada, parpadeando, como si el concepto de enamorarse de él fuera tan extraño que nunca se le hubiera ocurrido. Pero a él si se le había ocurrido. Ese era el problema. Lo había pensado muchas veces.
No se engañaba en lo referente a sus defectos. No sabía bailar. Era alérgico a las fresas. Vera incapaz de comprometerse en una relación. No podia ni quería. Poco importaba, ya que el resultado era el mismo. Si _________ se enamoraba de él, resultaría imposible que no la lastimara. Y si le sucedía a él... bueno, no lo haría. Eso era todo. Con solo pensar en ello sentía pánico.
- No te preocupes— musitó _____.—. Te quiero demasiado para enamorarme de ti. No le haría eso ni a mi peor enemigo, menos a mi mejor amigo.
Aquella noche _____ sirvió comida en los platos de sus perros, lo cual hizo que George e Ira se levantaran en dos patas. La observó un rato y llegó a la conclusión de que en la siguiente vida iba a regresar como perro. Aunque en esa aún tenía que prepararse para la semana que la esperaba. Planificar las comidas, conjuntar la ropa, ir al mercado. Decidir qué diablos iba a hacer con Harry.Fue a su mesa y sacó la agenda. Dios, se suponía que Harry y ella debían salir en una cita doble la semana siguiente. Tendría que meditar en el asunto. Tal vez no deberían ir. Por otro lado, quizá fuera lo mejor.
Pero en ese momento estaba demasiado cansada para pensaren ello. El martes había quedado para comer con Caitlin,justo después de la cita de ésta con el médico. Esperaba que en esa ocasión le diera buenas noticias. Caitlin & Ryan se merecían un respiro. Su lucha para que ella quedara embarazada habia pasado de lo sublime a lo ridículo. Recordó la primera vez que decidieron intentarlo. Parecían como niños en una tienda de dulces, disfrutando del sexo en cualquier oportunidad, tan excitados como cuando se casaron. Pero no sucedió nada. Ambos se sometieron a análisis. No había nada mal. Los dos podían tener hijos.
Por desgracia, los óvulos de Caitlin no había recibido el mensaje. Puede que la solución se las diera ese nuevo médico. así lo esperaba. Ryan & Caitlin eran la mejor pareja que jamás había conocido. Merecían hijos, y los hijos los merecían a ellos.
Si ella hubiera sido capaz de encontrar a alguien como Ryan. O hubiera sido tan competente para las relaciones como Caitlin. No servía para nada lamentar la triste verdad, y cientos de veces se había dicho que debía dejar de desear cosas que jamás podrían ser, aunque no podía evitarlo. Era una herida que no quería sanar, y a pesar de que dolía, seguía ensañándose con sus errores.
Lo había intentado. Dios sabía que sí. Tres relaciones, todas llenas de esperanza y promesas al comienzo, para que cada una terminara en un lamentable fracaso. Josh, de la universidad. Brillante, divertido, dolorosamente atractivo. Jamás había imaginado que podía ser lo bastante cruel como para invitarla a su boda exactamente tres semanas de que la hubiera dejado, afirmando que no estaba listo para el matrimonio.Adam, el hombre que tenía la certeza de que iba a ser su marido. Ingenioso, con talento y un amante extraordinario. Se había jugado hasta el último centavo que ________ había conseguido ahorrar había terminado por casarse con una empleada de un casino de Atlantic City, aunque al menos tuvo la decencia de esperar un mes entero.
Y luego estaba Carl. El hombre al que había amado de un modo que lo cambió todo. Ni antes ni después había experimentado algo tan poderoso. Vivieron en su piso de Chelsea durante tres años. Había sido su mentor, su amigo, su amante. Su éxito como agente de bolsa había sido meteórico, pero en ningún momento llegó a perder la cabeza ni su perverso sentido del humor Todo había sido perfecto, hasta el día en que le dejó una nota dándole dos días para que se marchara de su casa y poder disfrutar de libertad para casarse con una mujer a la que conocía desde hacía una semana.
Lloró hasta que se le agotaron las lágrimas. Escribió páginas en su diario, abriendo su corazón. Sus amigos, en especial Harry, Le habían dado la fuerza para continuar. Fue Carl quien al final la ayudó para comprender que jamás iba a disfrutar de lo que tenían Ryan & Caitlin. Que ningún hombre iba a amarla del modo en que Ryan amaba a Caitlin.
Ninguno de esos hombres había estado enamorado de eLla. Ni siquiera llegaron a fingirlo ni a pronunciar las palabras en la cama. Ella los había amado, aun cuando sabía que el sentimiento no era mutuo. Nunca más.
Si Harry decidía que no quena cambiar su relación, perfecto. Se adaptaría. Quizá con el tiempo conocerla a alguien en quien pudiera confiar lo suficiente como para acostarse con él. Alguien de quien supiera que jamás se enamoraría.
No era tan horrible. Tenía tantas bendiciones... su carrera, sus amigos, sus perros. A pesar de haber perdido a su madre a temprana edad, tenía gente a la que poder recurrir en busca de consejo y consuelo. En realidad nunca había estado sola, ni había temido pasar tiempo sola. Cierto era que resultaba un poco triste perderse esa parte de la vida.
Pero tampoco era una tragedia. Ni siquiera le impedia tener hijos. Siempre podía adoptar o someterse a inseminación artificial. No, estaría bien. Muy bien.
Pero le encantaría que Harry y ella pudieran dar ese último paso. Porque la verdad era que echaba de menos que le abrazaran. Lo extrañaba tanto que le producía un dolor interior. Se imaginaba a los dos en una cama grande bajo el edredón. Viendo alguna película antigua, compartiendo palomitas de maíz y cerveza.nTocándose. Riendo. Abrazándose durante las largas noches. Sin compromisos ni promesas, ni corazones rotos. Solo amabilidad, afecto y una dulzura que solo Harry era capaz de dar.
Ira saltó sobre el escritorio y se sentó justo encima de la agenda. La miró con sus inquisitivos ojos verdes, y antes de que lo acariciara pudo ver como movía su colita. Mientras le rascaba las orejas, _______ sonrió. Quizás no tuviera que esperar hasta la siguiente vida para sentirse tan satisfecha como un perro. Si las cosas iban bien, lo cual esperaba, Harry y ella podían sentirse a gusto en el conocimiento de que se hallaban a resguardo. De que sus necesidades se veían complacidas. De que no se harían daño ni se abandonarían. Sería perfecto.


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¿Amor, amistad o sexo?  (Harry Styles)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora