Madhouse | ChanBaek |

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La sirena de alarma resonaba por todo el establecimiento haciendo eco en el bosque, el grito de un hombre que lideraba daba las indicaciones para que los uniformados se distribuyesen junto a los perros, que no dejaban de ladrar, inquietos por encontrar a su presa.

El pelinegro escondido entre los arbustos intentaba relajar su respiración para no ser descubierto; las plantas de los pies le picaban por todas las ramas que había pisado, pero ante el contacto con la hierba húmeda se sintió un poco mejor; una solitaria gota de sangre hacia el recorrido desde su mejilla hasta el cuello aunque fue retirada antes de llegar al pecho, no deseaba ser descubierto, tenía que ser libre.

Él no volvería ahí, de ninguna jodida manera regresaría, ya había tenido suficiente de esos hombres uniformados. Sonrió para sí mismo, no sabía exactamente dónde se encontraba o que día, mes siquiera año era, pero no importaba. Correría hasta que diera con un pueblo y pudiese conseguir otro tipo de ropa y llamar a alguno de esos malditos que lo habían dejado abandonado a su suerte en ese lugar, después se los cobraría, muy lentamente.

Se detuvo por un momento escondiéndose entre dos árboles, giró para ver como ese lugar no era más que un pequeño cuadrado insignificante. Pero era consciente de que no debía confiarse, sabía que venían por él.

Pasados los minutos emprendió otra vez la carrera hacia el sur, mientras descansaba había logrado bloquear el sonido de la sirena y le pareció escuchar el ruido del agua al pasar entre piedras, suponía que debía ser un río y donde estaba ese líquido siempre había un pueblo cerca para abastecerse.

Pero una luz llamó su atención. Ahí, en medio del bosque, se encontraba un chico de cabello castaño sentado junto a una fogata echando ramitas para que la llama no se extinguiese. Cruzaron miradas y el extraño fue el primero en sonreír, de una manera tan cálida que no hizo más que derretir el corazón del pelinegro.

El muchacho, que no pasaba de los 25 años, se corrió un poco hacia la izquierda, en una invitación silenciosa para que lo acompañase.

Dudó por un segundo, pues aún lo estaban persiguiendo, pero ante esos ojos de cachorro dócil, no pudo negarse. Conforme se iba acercando, metió la mano derecha en su bolsillo para sujetar el mango del puñal con fuerza, pensando en lo fácil que sería descuartizar a ese chico para obtener su ropa y confundirse entre los habitantes del pueblo hasta llegar a su próxima parada.

Quizás si Baekhyun no hubiese estado tan metido en sus pensamientos, se habría percatado de unas cuentas cosas; como – por ejemplo- lo raro de encontrar a un chico haciendo una fogata alejado del pueblo; que aquellas manchas en la chaqueta de Chanyeol, no eran parte del diseño, sino sangre seca; quizás, también, se habría dado cuenta que no era el único con un arma en el lugar.

Porque, aquella noche de luna llena, Baekhyun no era el único que había logrado escapar. Chanyeol tampoco quería volver a ingerir pastillas o ser torturado por las batas blancas que experimentaban con él en el sótano de ese lugar. Ninguno de los dos quería ser capturado otra vez, por los hombres de blanco que estaban cada vez más cerca y si para eso debían matar al otro para que los perros se distrajesen con el olor a sangre, lo harían.

Lo que ninguno de los dos nunca supo es que desde el sótano del establecimiento estaban monitoreando cada uno de sus movimientos, atentos y divertidos esperando ver cómo se desarrollaría la batalla y quién ganaría. Porque en este mundo tan podrido nadie se preocuparía que dos locos se hayan matado entre sí, a la sociedad no le interesaba. Y, ese espectáculo, era el favorito del Madhouse. 

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⏰ Última actualización: Mar 27, 2017 ⏰

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