Las puertas de la facultad (infierno) comenzaron a abrirse con la solemnidad que requería el momento. Apareció a la vista de todos un señor de baja estatura, pelo canoso y con las características entraduras del cuero cabelludo que hacen que parezcas un gato. Éste dirigió su mirada a los nuevos alumnos. Los examinó detenidamente a todos con grandes ojos desorbitados y la boca entreabierta. Recordaba a un lobo hambriento contemplando a su preciada presa. No creo que los jóvenes primerizos pensaran que fuera un buen recibimiento, muchos de ellos se preguntaban si no le estaría dando un ataque al corazón o algo por el estilo. Tras una larga pausa de expectación el nuevo personaje habló, no sin cierta sorna.
— ¿Qué hacéis ahí parados chavales? Entrad, ni que os fueran a comer. — Rió para sí e hizo señas con el brazo para que entrasen. — Venga, rápido que no tengo todo el día. — Se colocó delante de todo el grupo y comprobó sin mucho esfuerzo que hubieran entrado todos. Todos observaron boquiabiertos que los techos eran altísimos y las paredes de piedra mohosa estaban decorados de enormes lienzos en los que no se distinguía nada, pura abstracción. Justo enfrente de ellos se encontraba la SALA 1, correspondiente a los de primer curso. A su izquierda, un largo corredor en el que casi no se podía distinguir el fondo, pues lo engullía una oscuridad penetrante. Y a la derecha, siguiendo un pasillo mas corto y mejor iluminado que el de la izquierda, se hallaba el Gran comedor.
— Escuchad, ahora tendréis la prueba de selección. — Un estremecimiento recorrió a todo el grupo de recién llegados. Algunos tragaron saliva con fuerza, otros apretaron los puños y hubo quienes, dotados de un gran sentido de la intuición, hicieron el ademán de darse media vuelta y salir corriendo. Pero hubo uno en especial que no actuó de ninguna de aquellas maneras, sino que soltó una carcajada y se acarició la barba del mentón. Sí, nuestro protagonista debía resaltar por encima del resto desde el principio, pregúntense que clase de protagonista sería si no.
Nuestro chico en cuestión poseía una constitución sorprendentemente delgada, no de gran estatura, moreno (antaño rubio) con el cabello peinado hacia un lado en el ángulo exacto para verse atractivo. No se inmutó siquiera cuando la mayoría a su alrededor, giraron sus cabezas atónitos buscando la procedencia de la risa, carente absoluta de cualquier nerviosismo de novato. Cualquiera diría que disfrutaba llamando la atención, en definitiva el protagonista ideal para nuestra historia. El señor canoso continuó su breve discurso.
— Por lo que veo, hay mucha variedad este año. — Una sonrisa apareció en su rostro. Le faltaban unos cuantos dientes, y eso logró atemorizar más a los presentes.
— Me presento, soy Nich, profesor de performance, y el encargado de explicaros en qué consiste dicha selección. — Rotó los ojos, otro año más le tocaba lidiar con las presentaciones, cuando podía estar tomándose un café en su despacho. — Primero de todo debéis saber que esta Facultad se divide en cuatro tipos de artes. — Carraspeó y con vaga teatralidad gesticuló al hablar.— ESCULTURA, para aquellos con astucia para sacar buena nota en este ámbito y ambición por las matrículas. PINTURA para aquellos inspirados y de gran conocimiento de referentes. No les hace falta una fotografía para pintar. DIBUJO, para aquellos que odien todo lo demás y busquen mejorar sus técnicas de anatomía. MODERNO, para aquellos que nos les pese tener que realizar el trabajo que el resto detesta. — Finalizó asintiendo como si estuviese clarísimo.
Los alumnos empezaron a comentar el tipo de arte en el que querían estar o rezaban a San Picasso (Uno de los grandes fundadores) de que no les tocase ni Escultura o Moderno. Nich mandó a callar con un silvido. Una vez de vuelta el silencio, prosiguió con su explicación.
— Seréis llamados por un arte, aunque no dedicaréis todas las asignaturas a ese en especial, sino que abarcaréis más campos, al menos los dos primeros años. La selección os indica el Arte en el que os encuadráis mejor para poder desarrollar todo vuestro potencial. Una temblorosa mano comenzó a levantarse. Nich se percató.
— No, no podéis cambiaros. — La mano bajó lentamente. — La ceremonia de selección se celebrará a las 12:00 en el Gran Comedor a vuestra derecha. - Sentenció con seriedad.
— ¡Profesor Nich, son las 12:10! — gritó alguien. Nich volvió a desorbitar los ojos y miró el reloj de su muñeca.
— ¡POR DUCHAMP! LLEGAMOS TARDE, SEGUIDME. — Exclamó alterado. Con pasos rápidos encaminó la marcha del grupo por el pasillo. Cuando llegaron hasta las puertas de entrada al Gran Comedor, se abrieron inmediatamente a su paso. Lo primero que sorprendió a los novatos fue el bullicio al entrar. Admiraron la disposición de la sala, cuatro largas filas agrupadas de dos en dos y separadas por un largo corredor que se extendía hasta el fondo, donde se hallaba la palestra y mesa de profesores, en el centro de ella se situaba el rector.Éste esperaba pacientemente con las manos cruzadas sobre la mesa, a que los de primer curso desfilaran por el corredor hasta su presencia. Se trataba de un hombre entrado ya en cierta edad, donde se te admiraba por tu experiencia y sabiduría. Portaba un gorro cucurucho sobre la cabeza y un traje largo azul marino, recordaba al mismísimo Merlín, pero sin la barba blanca, pues la tenía cuidadosamente recortada. Su cabellera estaba recogida en un moño dentro del gorro, aunque esto no se veía. Desprendía gran carisma y simpatía. Una vez se hubieron acercado, les dedicó su sonrisa más encantadora.
— Sed bienvenidos a BELLARTES. Esta institución ampara a todo el que lo solicite. Aceptaremos sugerencias sobre...
— ¡Rector que no estamos en campaña! - Le interrumpió a pleno grito un miembro de la mesa de DIBUJO. Sus compañeros le rieron la gracia y el rector, con una severa mirada que indicaba silencio, los hizo callar.
— Como continuaba... — Dijo dirigiendo a la mesa de Dibujo una mirada reprobatoria. — Deseo que los nuevos alumnos disfruten de su estancia estos cuatro años con nosotros y esperemos que podáis saciar vuestra sed de aprendizaje. Aunque antes de eso debéis pasar por la selección de ARTE. Os iremos nombrando de uno en uno para sentaros en este taburete. La profesora Nocenta os entregará el guante seleccionador. — Bajó el tono de voz progresivamente. — No os preocupéis los zurdos, hay otro para vosotros... no tan eficiente como el original, pero bueno en un par de años algún que otro arreglillo... — Lo último que dijo ya apenas era audible para nadie. - SIN MÁS PREÁMBULOS. — Subió considerablemente el volumen. — DOY COMIENZO A LA APERTURA DE SELECCIÓN. Profesor Águila, por favor, empiece usted. — se giró con el cuerpo enfocándose a la derecha. De la mesa de los profesores se levantó un hombre calvo de mediana edad, con actitud seria y calculadora. En ambas manos sostenía una hoja de papel. Lo más destacable de su apariencia es que presumía de tan buen afeitado, que nadie hubiese creído jamás la presencia de un solo pelo. Reajustó las gafas en su nariz con parsimonia e inspiró profundamente antes de formular el primer nombre.
— Skyfall, Aten.
Una muchacha alta y de espesa caballera rubia, fue abriéndose paso entre el grupo. Se sentó sobre el taburete y cerró los ojos con fuerza. Una gota de sudor se deslizaba por su frente. La presión de haber sido siempre la primera en la lista había conseguido sobrellevarla, pero aquello era diferente. Se trataba de su destino, sus sueños, esperanzas y lo afrontaba con la gravedad que suponía. Una señora que rondaría los 50 años, con el pelo recogido en un moño, balanceaba al andar su extravagante falda amarillo chillón, en contraste con las apagadas capas grisáceas del resto de profesorado. Con movimientos ligeros se dirigió hacia la nueva estudiante.— Tranquila hija, estira el brazo. - Aten estiró el brazo con la misma desconfianza de un niño que va a vacunarse y teme por su vida. — No sufras que no duele, aunque el guante sea viejo solo notarás la aspereza. — Bromeó para aliviar la tensión de la muchacha, cosa que no funcionó. La profesora introdujo el guante en su mano derecha y se alejó un par de pasos.
Tras unos tensos segundos el guante bramó su decisión: — PINTURA. — Por fin pudo relajar su expresión, lo que esperaba. La fila de mesa destinada a pintura aplaudió educadamente a su nueva aspirante. El color representativo en sus uniformes era el azul klein.
Águila continuó nombrando y cada mesa daba la bienvenida a sus nuevos miembros de distinta forma. Los de ESCULTURA Y DIBUJO parecían enzarzados en una disputa sobre quien lo celebraba más alto. El resto se limitaba a aplaudir y sonreír.
— Wesperl, Lexi.
Esta vez, una chica bajita con el pelo rizado recogido en un moño, se deslizó fácilmente entre la muchedumbre y fue a sentarse en el taburete. Tenía cara de estar mareada. Restregaba continuamente sus manos sobre las rodillas. La profesora se acercó y ella estiró el brazo para que le colocara el guante.
— Hija mía, ¿te encuentras bien? - Le preguntó la profesora al ver su pálido rostro.
— Un poco nerviosa, creo que necesito ir al baño. - respondió con la mirada perdida en el guante de su mano.
— Claro que sí, en cuanto acabemos con esto. — La tranquilizó Nocenta.
Retornó el silencio de nuevo hasta que el guante hizo saber su respuesta:
— DIBUJO. — La fila de ésta aplaudió, silbó y gritó con furia. Lexi se levantó y correteó hacia su mesa donde la recibieron excesiva efusividad. El color del uniforme de DIBUJO era el rojo escarlata. Mencionaron seguidamente a una chica muy delgada y alta, de melena negra azabache con flequillo perfectamente recortado hacía honor a su apellido, se llamaba Tina Doll, y fue a parar al mismo tipo de arte.
Y por fin llegó el turno de nuestro protagonista. Su peculiar y reconocido nombre hizo eco por todo el Gran Comedor
— DOTTER, SALVATORE.
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Salvatore Dotter Y el pincel filosofal.
Fiksi PenggemarFanfic de Harry Potter adaptado a la facultad de BBAA de la UMA.