Capítulo 27.
Vamos a casa.
Daniel parpadeó algo confundido, sorprendido e incrédulo; cuando Lucas dijo que tenía un plan imaginó que usaría "sus poderes" para crear una brecha en el espacio y aparecer en casa; pero no, ahora Lucas se hallaba acuclillado y dándole la espalada, esperando que Daniel subiera.
Después de juguetear un poco más bajo las finas gotas que continuaron cayendo decidieron que había sido suficiente, así que Daniel caminó de regreso por sus zapatos, luego se debatió entre colocárselos o no; fue entonces cuando sintió que algo le picaba la nariz y estornudó.
—Creo que nos excedimos— Lucas le apartó el cabello húmedo de la cara, aprovechando para tocar su frente y comprobarle la temperatura.
—No es nada— dijo Daniel, dándole poca importancia y teniendo en cuenta de que él extraña vez se enfermaba.
—Siempre debes ser precavido— el castaño le miró de arriba abajo y agregó, —hay que volver pronto a casa; tengo un plan— fue entonces cuando le dio la espalada y se acuclilló, —sube— pidió.
Tras un tupido parpadeo Daniel dijo, —¿estás seguro?
—Claro. ¿Acaso crees que no puedo?— le miró sobre el hombro fingiendo estar indignado.
—No, es sólo que...
—Sé que no quieres arruinar tus zapatos y yo no voy a permitir que camines descalzo de regreso.
Ante su inminente destino, Daniel se aclaró la garganta para después acomodarse en la espalda de Lucas; se sintió algo avergonzado y ridículo, habían pasado muchos años desde la última vez que alguien lo llevó "de caballito", su padre solía hacerlo.
—Si piensas que no puedo contigo te equivocas, sólo relájate— exclamó Lucas tras avanzar unos metros con Daniel a cuestas; sólo así el pelinegro notó que estaba tenso, por lo que exhaló y recargó su pecho en los omóplatos del otro.
—Así está mejor— Lucas meneó la cabeza de manera afirmativa.
Daniel se dio cuenta de lo fácil que Lucas se desplazaba, su paso era ligero y constante, no parecía estar haciendo un sobre esfuerzo a pesar de estar llevando sobre su espalda a un humano de poco más de ochenta kilogramos.
—Además de tus poderes del más allá, ¿tienes súper fuerza o algo así?— se atrevió a preguntar.
Lucas rió, la cuestión le tomó desprevenido y era graciosa la forma en la cual Daniel se refería a sus "habilidades". —¿Recuerdas a Kérberos?
¡Cómo olvidarlo! Con poco esfuerzo le había roto, literalmente, el hocico, —Oh, sí; por supuesto.
—Con eso te puedes dar una idea.
—De hecho una muy clara, acabaste con él en un abrir y cerrar de ojos. Eres mi héroe— declaró Daniel.
—Tu definición de héroe es extraña.
—Lo eres, has memoria, lo fuiste desde el primer momento en el que nos conocimos.
Tras un instante de silencio Lucas estalló a carcajadas, él estaba seguro de que era muchas cosas menos un héroe, ya se lo había dicho a Daniel varias veces pero este parecía querer insistir en lo contrario.
La campanilla de una bicicleta sonó y ambos miraron al frente, Lucas detuvo el paso cuando vio que Alan se aproximaba de frente a ellos.
—¡Hola!— tan alegre como siempre el pelirrojo les saludó cuando se detuvo cerca de ambos.
—Hola— contestó Daniel, Lucas sólo meneó la cabeza e hizo una mueca muy parecida a una sonrisa.
Alan se elevó sobre las puntas de sus pies para ver más allá, su expresión denotó curiosidad y algo de preocupación cuando preguntó, —¿Daniel, acaso estás herido?—, y es que no era común ver a un adulto siendo llevado "de caballito".
El nombrado se sonrojó y bajó la mirada algo apenado, quiso bajarse de un salto pero ese pensamiento se esfumó cuando sintió cómo Lucas se tensaba. Recordó aquella inesperada flama en el restaurante de comida rápida y el hecho de que no controlaba bien sus emociones; lo menos que quería era hacerle pasar un mal momento, así que aprovechando su posición pasó los brazos alrededor de los hombros de Lucas, cruzando las muñecas al frente del pecho de este, en su diestra aún tenía sus zapatos, y apoyó la barbilla en su hombro.
—No, no estoy herido— contestó desde su lugar, muy cerca de la oreja de Lucas.
—¿Entonces por qué...? Oh, ya veo— y fue el turno de Alan para sonrojarse y bajar la mirada, —no es asunto mío, ¿verdad?— murmuró cuando dedujo que era cosa de ellos; pero luego elevó el rostro de nuevo sonriendo y cambió el tema de conversación; —no nos han visitado últimamente, la abuela ha preguntado por ambos.
—Lo haremos pronto, su estofado de pollo con patatas es mi favorito— le informó sin moverse ni cambiar de posición, incluso presionando más a Lucas.
—Eso espero, siempre son bienvenidos, no lo olviden— dijo con cortesía y volvió a montar su bicicleta; —y será mejor que se den prisa, parece que volverá a llover— exclamó cuando comenzaba a avanzar en dirección opuesta. El castaño sólo asintió y Daniel agitó la mano acompañada de una despedida.
El silencio fue un poco extraño, hasta que Lucas suspiró y miró hacia el cielo, —tiene razón, lloverá pronto— y comenzó a andar de nuevo.
—¿Te molesta Alan?— Daniel lanzó la pregunta cuando habían avanzado unos cuantos metros.
—No me molesta, es sólo que ya no estoy cómodo con su presencia.
El pelinegro asintió, —entiendo; y si tú no quieres que yo vuelva a...
—No— se detuvo al llegar a un cruce y ladeó el rostro para hablarle a Daniel lo mas de "frente posible" debido a su posición, no quería que ninguna de sus próximas palabras se perdieran, —sé que podría hacerlo pero no voy prohibirte nada, así no funcionan las cosas; te quiero libre, así como eres.
Los labios de Daniel lentamente se curvaronhacia arriba, dibujando una enorme y radiante sonrisa, para después estamparseen la nariz y luego en la boca de Lucas, dándole un inesperado y profundo beso,luego dijo, —vamos a casa.
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Lucas
ParanormalLucas es un joven solitario y algo misterioso pero con un fuerte sentido de justicia. Una noche, al escuchar los gritos de un muchacho que al parecer está siendo torturado en un viejo edificio e intentar rescatarlo, se enfrenta a un demonio; este ac...