Parte 1 El Rencuentro.

104 3 0
                                    

No sé cómo empezar, aquella historia de amor que inició y culminó con un féretro ante mí, tan trágico y a la vez tan bello, como las flores que florecen en primavera y se marchitan en otoño, así fue nuestro sueño hecho realidad, tan bello como las flores y tan trágico como lo que sufren en su vida.

Todo comenzó en el funeral de un amigo mutuo, para mí era como un hermano, yo estaba devastado. Sentado en la primera fila, frente al frío cuerpo de aquel amigo que se fue dejándome atrás, estaba un joven mirando con nostalgia el féretro. Me posicione en un asiento junto a él, y con una voz quebradiza pregunté:

- ¿te sientes bien? - él volteo y vi sus ojos color miel llenos de tristeza y desesperanza - soy Makoto, amigo de la infancia de Sei - dije con tranquilidad.

- Hola, yo soy Yukito, también soy amigo de la infancia de Sei - al decir esta frase, me bombardearon recuerdos de la infancia, de tres amigos jugando con una pelota, uno de ellos con ojos color miel, pero me quede callado para no incomodarlo - estoy bien, gracias - continuo él - solo recordaba cosas del pasado, todo el tiempo que pasábamos juntos y aquella alegría que nos invadía.

- Te ves un poco pálido, ¿te parece si salimos a tomar un poco de aire? - propuse yo.

- Está bien - respondió el con una ligera sonrisa en el rostro.

Salimos de la funeraria y nos dirigimos al parque situado a una cuadra de ahí. Mientras caminábamos, platicábamos de los recuerdos que teníamos de nuestro amigo, situaciones que nos parecían graciosas. Así, pasaron dos horas como si fueran agua. Como era el último día de velo y al día siguiente lo sepultarían, decidimos regresar a nuestra casa para descansar.

De regreso a casa no dejaba de pensar en aquel joven de ojos color miel y en aquel pequeño de mismos ojos que conocí en mí infancia. Se parecían tanto que no dejaba de pregustarme si acaso eran la misma persona. Llegué a casa tan cansado que, agobiado por la tristeza de la muerte de mi amigo y la curiosidad de saber si Yukito era aquel niño tierno de ojos claros que había conocido, me desvestí y entre a la regadera. Tome un largo baño pensando en todo lo que daba vueltas en mi cabeza, al salir me vestí para dormir, entre a la cama y caí profundamente dormido.

Aun dormido, no pude sacar a Yukito de mi cabeza, esa noche tuve el sueño más placentero de mi vida, recordé aquellos momentos que tuve con mis amigos de la infancia, y recordé el nombre de aquel pequeño de ojos claros. Tres amigos jugaban con una pelota en el parque, uno de ellos era alegre, reía con mucha fuerza, de ojos color café obscuro y cabello negro y rizado, mi amigo Sei; otro era más terco, de carácter impetuoso, de ojos negros como la noche y cabellos negros y lacios, era yo; el otro pequeño era tranquilo, de carácter callado y mirada amable, con ojos color miel, cabellos rubios cenizos y ondulados, llamado Yukito. Los tres se veían felices, sin preocupaciones, sin querer Sei golpeo a Yukito con el balón y este cayó al piso, presuroso fui a recogerlo y mirando a Sei con recelo dije:

- Sei por que has golpeado a Yukito - con una cara de pocos amigos, voltee con Yukito y, cambiando mi expresión, continúe - ¿estás bien? Vamos levántate - tome a Yukito por el brazo y lo ayude, sacudí la tierra de sus ropas y voltee a ver a Sei.

- Lo lamento fue un accidente, no quise golpearlo - se justifico con una mirada triste - ¿me perdonas Yukito?

- Si, está bien, no me paso nada - volteó a para mirarme y, con una cara tan linda como acostumbraba, sonrió y dijo - gracias por ayudarme Makoto.

- De nada - conteste yo un poco sonrojado.

Mi sueño me condujo a otro recuerdo, éramos nosotros pero un poco más grandes, por la apariencia creo que estábamos en cuarto de primaria, todos seguíamos iguales, a excepción de la altura y de los grandes de nuestros cuerpos. Este recuerdo fue de una ocasión en la que Sei y Yukito se quedaron a dormir en mi casa. Estábamos en un baño espacioso con una gran tina, los tres estábamos desnudos tomando un baño, ese día no pude evitar notar los cambios que habían sufrido nuestros cuerpos, más porque el cuerpo desnudo de Yukito me pareció hermoso, una clara piel blanca, largas piernas y brazos, su lindo y tierno rostro no desentonaba con su cuerpo, por el contrario, era perfecto.

Entre SueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora