Efímero (Spencer Reid)

VIII - Cacería

Desde hacia días que la cabeza de Gideon no había parado de maquinar. El sabia lo que ella haría, era algo de manual, tan predecible y atroz que una vez empezara no pararía hasta terminar. El lo sabia pero aun así no podía evitar estar inquieto porque en aquel caos que se cernía sobre sus cabezas ella se tomaría el tiempo necesario  para retirar todo aquello que fuera innecesario.
Cuando Lyanna había vuelto de su primera misión con los SEALS, el lo supo, ella había cambiado para siempre.  Ella había vuelto a la muerte su inspiración y la guerra se había convertido en su lienzo.

— ¿Qué harás? No dejarán de buscarte, jamás lo harán.

— Les daré un nuevo juguete —explicó con naturalidad— Mientras corren tras el, yo los cazare.

Ella sabia que Spencer la perseguía desde Filadelfia, y si ella sabia, ellos también. Era una cuestión de tiempo. El primero en moverse perdía.

Naturalmente Gideon protesto por como usaría de cebo al pobre chico, pero ella no concebía otra forma en su cabeza. Pedirle a su padre ayuda estaba por completo descartado porque la ayuda de un Carrington jamas era sin condiciones.
Pronto Gideon la devolvió a la realidad al darle un rifle viejo y pequeño de esos que usan los niños para cazar.

— Di mi primer disparo con esto —recordó con una sonrisa— ¿De dónde la sacaste?

— Estaba en una de las cajas que trajiste de Nueva York  —explico mientras la veía revisar el arma— La limpie y aceite mientras dormías.

—  Necesito que veas a tu chico. Es un animal de costumbres, estará en la misma cafetería, a la misma hora. Irás disfrazado, no pueden reconocerte.
Dale las fotos —ordeno mostrándole las fotografías que había tomado de la camioneta del coronel el día que la habían reclutado— El sabrá que hacer; entrarás y saldrás, si te atrapan me atrapan —le advirtió.

Gideon termino aceptado que la única forma en la que se procedería seria la de ella. Así que ahí estaba. Esperando a que el chico al que protegido tantas veces solo para terminar enviándolo a una trampa. 

Lo reconoció casi al instante entre las personas del lugar, tomo un respiro y se sentó frente a el

— ¿Reconoces esto? —le preguntó mientras le enseñaba una bala sujeta por un collar.

Spencer levantó la vista y se encontró con su amigo.

— Dice que no le disparó a nadie, ha estado conmigo —volvió a hablar Gideon al no recibir respuesta del genio.

— ¿Quién ha estado contigo? ¿Carrington?

— Ten —le entrego unas fotos de un motor— Las matrículas son falsas, pero el número de serie, el del motor, ese es real. Tu te quedaras quieto hasta que yo me halla ido —le ordeno con severidad.

El genio solo asintió y apenas pudo corrió hasta la cueva de García.

— ¿Qué tanto lo quieres saber? —le pregunto su amiga— Porque esto hará que te despidan —le advirtió pero en los últimos días el estaba descontrolado. Ignoraba cualquier advertencia por el capricho estúpido de querer encontrarla.

— Bueno, debo ir ante un comité de responsabilidad profesional en 45 minutos. Me despedirán de todas formas — explico con calma— Ya no me preocupa eso —Hacia días que había aceptado que lo despedirían y estaba seguro que esta vez Gideon no podría conseguir el movimiento divino de la ultima vez.

La mujer medito un segundo, sabia que el tenia razón, esa pila de evidencia solo gritaba conspiración. Todos lo sabían, pero él era el único dispuesto a perder su carrera con tal de probarlo— Creo que la CNN ya tenia las grabaciones —admitió en un susurro— Estaban editadas para mostrar los ángulos correctos.