X - Dueña

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En el pueblo de Montana cambiaron de ropa. Ambos llevaban botas, jeans, camisa, chaleco y lo mas importante. Un sombrero vaquero.

Era la primera vez en su vida que se vestía de esa forma pero supo de inmediato que no era la primera de ella al ver lo cómoda que estaba. Desde que lo rescato solo la vio sonreír dos veces, la primera en Tenesse y la segunda en Montana. Podía entenderlo, Montana destacaba por su clima frio y enormes llanuras y montañas. La naturaleza rodeaba al estado y parecía el tipo de lugar que encajaba perfectamente con ella.

— ¿Donde vamos? —cuestiono el genio cansado de tener que adivinar, hacia una hora había estado manejando en un camino donde lo único que veían eran prados a los costados.

Ella iba a responder pero en su lugar le ordeno que parara el auto y no bajara de el.
El genio detuvo la camioneta detrás de un micro de turistas y vio que todos los pasajeros habían entrado a uno de los prados para sacarle fotos a un oso salvaje.

La mujer soltó unas maldiciones se recogió el pelo, se puso su sombrero y lentes y salió de la camioneta pero no sin tomar su rifle.

— ¡Hey! —llamo al grupo de turistas pero todos estaban absortos viendo al oso— ¿Ustedes están locos? —les reclamo molesta— Vayan para atrás —les ordeno mientras se ponía entre ellos y el oso— Váyanse antes de que se coma a alguien —volvió a ordenar pero no parecían entender.

— Parece amigable —le respondió una mujer —con indiferencia a lo que Lyanna solo bufo con sorna.

— Le aseguro que no lo es —bramo molesta viendo como el genio se bajaba del auto y se acercaba a ella— Solo váyanse —volvió a ordenar mientras le hacia un gesto a Reid para que se quedara detrás de ella.

La mujer miro a Lyanna con cansancio al darse cuenta que no cedería — No nos acercaremos —le aseguro para darle la espalda y hablar en coreano con el resto de turistas.

Lyanna Carrington estaba acostumbrada a que los demás aceptaran sus ordenes de inmediato y ver como esa mujer la ignoraba por completo, la enloqueció.

— ¿Ve esa cerca? —le pregunto con obviedad señalando el extenso tejido de alambre que separaba el camino de las praderas— Es mía —le informo— Esa de allá también es mía —le explico molesta— Todo ese lado de la montaña —dijo señalando hacia el sur— Y lo que ve acá —explico dándose la vuelta y viendo al norte— Es mio. Todos ustedes no están en el camino, están en mis tierras y las están invadiendo.

La mujer comprendió que no ganaría esa pelea así que se giro para avisarle al resto que debían irse. Pero un anciano no pareció tomárselo bien así que lo escuchaba quejarse.

Ried la miro preocupado— El hombre dice que no te cree —le tradujo resumidamente.

— ¿Que? —pregunto casi incrédula por el atrevimiento del hombre. 

— Dice que esta mal que una sola persona tenga todo esto. Que deberías compartirlo con toda la gente —dijo el genio viendo como la expresión de ella estallaba en cólera mientras asentía para luego mover el martillo del rifle y dispararlo al aire.  

Por supuesto que después del disparo todos  los turistas comenzaron a correr y ella corrió detrás de ellos para asegurarse de que subieran devuelta a su micro. Volvió a disparar una segunda vez y busco al hombre que había despotricado contra ella— Esto es Montana, no compartimos la tierra.

Reid la miro con cautela por lo furiosa que estaba. Esa mujer tenia un fuerte sentido de la propiedad y por lo visto los comentarios comunistas le sacaron de quicio. 

— Es de mi abuelo —le aclaro al genio— Todo lo que ves es de el.

— Y algún día sera tuyo —adivino a lo que ella asintió.

Efímero   (Spencer Reid)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora