10. Picnic

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Me había levantado muy temprano, estaba terminando de peinarme, llevaría dos trenzas. Coloque la última cola y salí directo a la cocina.

Iba bajando cada escalón rápidamente mientras tarareaba una canción que había escuchado en la radio. Llegue a la cocina y estaba mamá.

—Buen día —dije saludándola con un beso en la mejilla.

—¿Por que tan alegre? —dijo cuando me coloqué frente a ella. Me encogí de hombros y comencé a sacar cosas que necesitaría para el picnic.

—Es un gran día, ¿no crees? —empecé a hacer los emparedados.

—Si —dijo mirándome extrañada. —¿Vas a salir?

—Si, voy con un amigo, todo el día —la mire y sonreí. Con eso no me diría nada.

—¿Tu nuevo amigo? —dijo alzando la ceja. Asentí. —Bien, te cuidas. Regresare por la noche —terminó de tomar de su jugo y salió de la cocina.

Al cabo de una hora tenía listo todo lo necesario para llevar acabo un gran picnic.

¿Como vas?

Era un mensaje de Rugge.

Listo. Esta por llegar Agustín. Deseame suerte. Te quiero.

Al terminar de enviar el mensaje, la puerta sonó. Tomé la canasta, mi pequeño bolso y salí a su encuentro. Abrí la puerta y ahí estaba un hermoso, Agustín. Sonreí en cuanto me vio.

—Estas muy linda —dijo después de unos segundos. Me dio un abrazo y beso en la mejilla, tomó las cosas y comenzó a caminar hacia el auto.

Lo observe con una sonrisa como se alejaba, me giré y cerré la puerta de la casa, asegurándome de llevar todo.

Él se encargaría de escoger el lugar en el que pasaremos todo el día. Iba observando por la ventanilla el camino, mientras escuchaba a Agustín cantar. Podría pasar todos los días de esta manera.

Fue un largo viaje, pero el lugar está hermoso, no hay muchas personas. Se escucha claramente el cantar de las aves y se aprecia el bello cielo. Colocamos las cosas debajo de un árbol, me senté y Agus se colocó frente a mi.

—¿A que se debió la invitación? —pregunto sacando jugo. Bien, no tenía una respuesta.

—No quería estar en casa y así podemos conocernos más, ¿no? —dije quitando la mirada rápidamente, fue lo primero que pensé.

—Si y también me gusta estar con vos —dijo sin saber que con eso removía todo dentro de mi.

—¿Quieres? —dije enseñando el emparedado. Comenzamos a comer, Agustín reía de la forma en que comía, lo mire desafiante, deje mi comida a un lado y me acerque a él.

Comencé a hacerle cosquillas, con una mano lo tenía sujetado, pero no duró mucho, rápidamente me giro haciendo que quedará él encima mío, me hizo cosquillas hasta que se cansó. Se detuvo y estábamos tan cerca, que sentíamos la respiración agitada del otro.

Nos miramos durante unos largos segundos, hasta que el se apartó, acostándose junto a mi. Trate de calmar mi respiración, mire al cielo y estaba muy azul, sin ninguna nube.

—¿La estás pasando bien? —pregunto, Agustín, sacándome de mis pensamientos.

—Mejor de lo que pensé. ¿Y vos? —dije mirándolo rápidamente.

—Con vos siempre lo paso bien —dijo sonriendo. —Entonces, ¿ahora si me dirás quien es el dueño de ese hermoso corazón?

Volví a centrar mi mirada en el cielo, si tan sólo supieras que sos vos, aunque creó que al final se terminará dando cuenta.

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