Tarde

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BLADE

Día 5

Tarde

Tras despertar, he abierto mis ojos percatándome del dolor de cabeza severo que tengo. La luz que entra por las ventanas a la recamara me enceguecen y no lo tolero. Mascullo un fuerte llamado a Ethan, quien desde el primer nivel respondió.

—Ya voy, aguarda un segundo.

Al entrar lo ha hecho torpemente, el estruendo que ha provocado retumba en mis oídos y con mis gestos de dolor se lo he hecho saber, por lo que seguido se ha disculpado. No he perdido tiempo en pedir que cierre las cortinas, a lo que él sin negarse ha acudido, sin embargo, ha aprovechado la oportunidad para asegurar con cerrojo la puerta de la habitación.

Con gran agilidad se me echa encima y con dos bofetazos me ha hecho abrir finalmente los ojos.

—¡Tío no creerás lo que he descubierto mientras dormías! —ha dicho y con ello obtiene mi atención. Prosigue diciendo que hemos estado entre una nube de droga, proveniente de lo que suponía era harina.

—Ha sido cocaína, ya antes la había visto e incluso probado, solo una vez lo juro —ha dicho y le he creído.

Yo también he sentido cómo el efecto se ha propagado en mí, sin embargo: ¿Cómo es posible que eso haya llegado hasta nuestra cocina?

Como de costumbre mi padre semanalmente trae a casa un saco de harina para ser obsequiado a Jorge, quien de forma generosa recoge ayudas para los más pobres de la ciudad. Mi padre, al igual que los demás empresarios; semanalmente hacen sus aportes. Sin embargo, es claro que el contenido de este saco no es lo que debía ser.

En mi cabeza sólo dan vuelta pensamientos que no es probable tengan relación alguna con los hechos que están a punto de ocurrir.

Lo que en esencia debiese ser sencillo para mí, no lo es pues, aunque no quiera creer que mi padre tiene relación alguna con la mafia, el costal que accidentalmente mamá ha tirado al suelo, me hace pensarlo. Ahora que lo pienso bien, esto ha distraído mi atención sobre lo realmente importante: —Mi conversación pendiente con Ethan.

Sentado al pie de la cama mirándome, ha visto el cambio de semblante de mi rostro y ha sabido ipso facto que es momento de tener la charla que teníamos pendiente. He puesto una pausa a la conversación para preguntar por el estado de nuestra madre, a lo que ha respondido con serenidad.

—Se encuentra bien, no te preocupes.

Seguido espabilo mientras meneo arriba y abajo la cabeza, ordenándole dar inicio.

—No sé por dónde empezar, en serio que no lo sé —ha dicho. En su rostro observo inseguridad. Su mirada esta clavada al suelo, siento que no es capaz de mirarme directamente.

—Por el principio, sin mentiras ni secretos —le he respondido.

Levanta su rostro y mirándome a los ojos ha tomado aliento y ha dicho:

—Solo puedo decirte que no he sido responsable de nuestro viaje en el tiempo, eso lo juro —. Yo le he creído o al menos le he hecho creer eso.

—De acuerdo, te creo. Ahora dime algo que no sepa —le he dicho.

—Fui en busca de ayuda tan pronto como supe dónde estaba. Durante aquellos años difíciles de nuestra infancia, conocí personas un poco complejas, ¿Me explico?

Ha dicho mientras juguetea con sus manos, clara señal de vacilación.

—Si, entiendo. Prosigue —le he dicho mientras observo cada detalle, cada movimiento que realiza.

Más allá del tiempo - La historia de los dos hermanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora