Imagen #002
Vida dura
Después de lo que pasó en el Cell Games se prometió que jamás volvería a pelear.
Estaba cansado, el sueño lo abatía, necesitaba un buen descanso y tenía que dormir de una buena vez. Sus ojos estaban hinchados y el cuerpo entumecido por estar todo el día en esa cama mirando la televisión. Así que apagó el aparato y se acomodó junto a su esposa que desde hace horas estaba dormida, con las sabanas enredadas en las piernas y brazos.
Él no quería quitarle las sábanas para poder arroparse, puesto que tenía un poco de piedad como para no molestarla a las cuatro de la madrugada. Simplemente se quedó de su lado de la cama y abrazó la almohada con fuerza contra su pecho. No entendió por qué lo hizo, pero no quería desvelarse averiguándolo, así que nada más cerró sus parpados y se durmió en segundos.
~***~
¿Demonio? Eso es lo que era: el terror envasijado de un poderoso cuerpo lleno de maldad y apatía.
Disfrutaba ser simplemente él y le encantaba recalcarlo. También le fascinaba recordar cómo había llegado tan lejos.
Era de la realeza y por eso se diferenciaba del resto. Sin embargo, Vegeta, más allá de un título y su sangre, tenía algo erróneo. Era el príncipe de los saiyajin, sí: un ser petulante e impasible, que pensaba inteligentemente ante cualquier situación, estaba preparado para cualquier adversidad y para llegar al trono como un verdadero rey. Pero, a la vez, era un simple niño que no hacía más que aprovecharse de su raza inocentemente, porque todos le habían dicho que eso estaba bien, que ser el más fuerte era lo primero y nada más importaba.
Pero solo escuchaba a los demás y se forjó de las enseñanzas que le dieron. Por ello su corazón creció torcido y deforme, ahogado por la soberbia y el afán de matar.
No se inmutaba ante nadie, no le interesaba absolutamente nada de nadie, ni siquiera se molesta en observar a su alrededor. Los demás estaban en segundo plano, hasta sus propios compañeros.
—¿Por qué no nos divertimos un poco? —Nappa, aburrido de tanta rutina, dirigió su mirada a Vegeta esperando una orden o alguna tarea por hacer en ese planeta, donde no hacían más que matar a los niños o rematar a los que caían bajo los pies del príncipe.
Vegeta eufemísticamente esquivó la pregunta, disparando a sus víctimas, desde la palma de sus manos, esferas voluminosas de energía, que en nanosegundos los carbonizaban.
Se adelantaba el trabajo, dejando a Nappa y Raditz los deberes más fáciles, donde no se involucraba nada de acción.
Nappa supo que debía callarse. Las misiones eran dirigidas por las órdenes del príncipe, y si Vegeta no decía nada era porque las ideas que sus compañeros le daban no eran de su agrado —casi siempre—, o simplemente le gustaba hacer lo que se le antojara.
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365 momentos saiyajin
FanficEsta colección de one shots/drabbles/viñetas, están inspiradas en el arte de Kuri Cousin, al reto "365". Las historias tienen los nombres originales de las imágenes en japones.