Capítulo 14: Tormentas

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El grito de Amil me alertó y me hizo correr hasta el salón.

–¿Qué pasa, petite?

–Un trueno–murmuró abrazando sus rodillas

Me senté a su lado y la abracé. Estábamos solos en casa, pues Noa había volado con el equipo para jugar un partido y Yan había salido a comprar gomina.

–¿Te acuerdas cuando eras pequeña y te colabas en mi cama porque tenías miedo?–rememoré sonriendo

–Tú me abrazabas y me prometías que no me pasaría nada. Que me ibas a proteger para siempre.

–Y lo haré, ya lo sabes. Aunque ahora Yan te proteja también, aunque os proteja a ti y al pequeño o pequeña... Siempre me tendrás a mí.

Besé su frente y ella cerró los ojos. Escuché la puerta abrirse y Yan entró con un bote de gomina en la mano.

–He venido cuanto antes. Sé que a Amil no le gustan las tormentas...

Miré a mi hermana, que dormía apoyada en mi pecho.

–Soy su hermano mayor, tengo que protegerla.

Yan sonrió y se acercó para tomar a mi hermana entre sus brazos y subirla a la habitación.

Otro trueno resonó en la habitación y Amil se removió entre los brazos de Yan. Incluso dormida sentía la tormenta.

–Tranquila, mi amor. Estoy aquí para protegerte...–murmuró Yan y caminó fuera del salón

Suspiré y decidí subir a mi habitación para dormir. La tormenta no parecía amainar, y conociendo a Cris, haría que Noa durmiera en su casa para que no volviera en la moto.

                                (...)

Observé su sonrisa. Ella me miraba a través del cristal de la ventana negando con la cabeza.

–¿No puedo haberme olvidado las llaves?–dije divertido–Me estoy empapando, ábreme, cariño.

Ella se levantó del sofá y, unos segundos más tarde, la puerta estaba abierta.

–¿Voy a tener que ponerte con permanente en la frente que te lleves las llaves?–preguntó divertida y se estiró, dando a entender que acababa de despertarse de la siesta

Tenía el pelo revuelto y una de mis camisetas, que le quedaba por debajo del culo.

La atraje hacia mí y capté sus labios con los míos. Noa rió y pasó sus brazos alrededor de mi cuello.

–Estás empapado–murmuró mientras cerraba los ojos

–Culpa tuya por no abrirme antes.

Volví a besarla.

–¿Me echabas de menos, Griezmann?

–No sabes cuánto.

–Vete a cambiarte, anda. Como te resfríes Simeone nos matará a los dos.

Asentí y subí las escaleras, echando una mirada de reojo para ver como ella bostezaba y volvía a entrar en el salón.

                               (...)

–¿Vas a prepararle algo a mi hermana por vuestro aniversario?–pregunté sentándome junto a Yan para ver el entrenamiento de las chicas

–Supongo–se encogió de hombros

–Yannick...

–Si te lo cuento se lo contarás porque eres un bocachancla.

Bajé la mirada al campo. Amil estaba sentada junto a Ángel y charlaban animadamente mientras el resto del grupo corría.

Perfect strangers {Griezmann}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora