Sé mi novia

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  Dom y Micha terminaron su turno de guardia a la misma hora, y la italiana decidió acompañar a la francesa hasta su apartamento, que no quedaba muy lejos del lugar al que ella se dirigía. Caminaron por unas pocas cuadras en silencio, con el sonido de sus pasos y sus respiraciones haciendo coro de su extraña relación que, sin llegar a ser novias, eran definitivamente más que amigas.

  — ¿Te gustaría quedarte? — fue un simple susurro de la rubia, pero Michaela sentía que los ángeles le hablaban atravez de esos finos labios.

  — Por supuesto Dominique, me encantaría — respondió la de ojos negros, y Dominique se sintió desfallecer.

  Tal vez por fin aceptase sus instintos y gustos. Estaba nerviosa pero emocionada. Al llegar al apartamento las dos chicas entraron, cenaron con la poca comida que había en el apartamento y quedaron hablando hasta horas entradas de la noche y luego dormían en la cama de la rubia, como si nada pasase, como si fuese lo más normal. Como si fuese lo correcto. Y es que así se sentía, correcto.

  Así pasaron los meses casi con la misma rutina, con la leve diferencia de que varias veces quedaban en el apartamento de la italiana y otras de la francesa. Pero resultaba tan natural, tan cómodo. Ninguna quería alejarse de la otra. “Ya es hora” se decía Michaela, “Hoy es el día”.

  Compró una pequeña caja de bombones de menta, los favoritos de Dominique, y se preparó especialmente para ella. Tal vez los demás no lo notasen, pero ese día estaba completamente dedicado a la rubia. A su hermosa rubia. Aunque ella tampoco lo notase al principio, estaba casi segura que terminaría dándose cuenta.

  Hicieron su típica rutina y ese día volvieron a la casa de la italiana, ella estaba nerviosa. Tenía miedo de que la rechazase, o cualquier cosa que no fuese aceptar su propuesta.

  Entraron al apartamento y Dominique sintió un estallido al corazón al ver el lugar. Rosas amarillas decoraban el lugar, un aroma a chocolate y menta inundaba la habitación. Se dió la vuelta mirando a la chica de ojos negros y la vio detrás de ella, sosteniendo una pequeña caja de bombones decorados con una cinta verde. Los ojos de la francesa se llenaron de lagrimas, anticipando el posible echo.

  — Dominique, por favor, se mi pareja, mi novia, mi compañera. Te quiero, y me demostraste el querer de una forma completamente diferente a la que estaba acostumbrada. Quiero demostrarte mi querer tambien, que no son solo palabras vacías, ni risas huecas. Quiero demostrarte que voy a velar siempre por tu felicidad y protección, que lo que más deseo es ver la sonrisa que te llega a los ojos, y tu alma reflejando el amor — ya para ese momento las lagrimas resbalaban por el rostro de la chica francesa. — Se mi novia, Dominique Weasley. Déjame amarte — susurró la chica, y no hizo falta decir más para que se unieran en un tierno y silencioso beso que demostraba las ansias de cariño que tenían de la otra.

  — Por supuesto que si Micha Di Ángelo. Por supuesto que sí.

La Weasley Solterona ||HCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora