34: Viejos escritos

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—Park ¿Cuánto más vas a tardar? Llevo más de una hora esperando.

—YoonGi surgió algo importante en la academia.

— ¿Mas importante que yo?

—No YoonGi, se trata...

—Olvida Park iré yo solo, no te necesito, ve a darle clases a TaeMin, nos vemos en la casa, no olvides que hoy tenemos una reunión.

—Yoon...—no deje que terminara de hablar simplemente colgué la llamada.

— ¡Oye chica quiero la cuenta! — la señorita tomo su pequeña libreta de mano y se acercó a mí.

Suspire pesadamente mis dedos no dejaban de acariciar el borde de aquel cuaderno que fue testigo de mis tristezas

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Suspire pesadamente mis dedos no dejaban de acariciar el borde de aquel cuaderno que fue testigo de mis tristezas. La chica murmuro la cantidad y yo solo le extendí el dinero, mi mirada estaba perdida en aquella imagen fuera de aquel lugar, una mujer que le sonreía a su hijo, un momento tan íntimo, ambos disfrutaban de la compañía del otro, suspire nuevamente, hoy tenía que ser el día.

—Señor, ¡su cambio! —la señorita grito detrás de mí, solo levante la mano haciéndole entender que podía quedarse con el sobrante. Y salí de aquella cafetería que Jimin y yo solíamos frecuentar.

Subí a mi auto y deje el cuaderno en mi regazo, JiMin debería estar aquí, pero desde hace un par de días esta distante, conoció a un chico, no es cualquier chico, es el mejor alumno de JiMin.

Después de aquellos conflictos del pasado, Park termino la universidad, por supuesto siguió estudiando danza. Era un buenísimo arquitecto, sin embargo dejo a un lado su carrera para convenirse en profesor de danza, ahora es el mejor de Corea.

— ¡Maldito idiota! ¿Acaso estas ciego? ¡La luz está en rojo! — el enojo me estaba consumiendo, golpetee el claxon de mi auto, idiotas como aquel tipo podrían causar accidentes. —Relájate Min, todo está bien. —apreté con fuerza el volante y entrecerré los ojos. — ¿A quién engaño? No puedo relajarme, quizás el maldito de Park está dándole "clases privadas" a ese idiota...No, no puede ser, JiMin no sería capaz de hacerme algo así, quizás ocurrió algo impor... No a mí no me vera la cara de estúpida, digo, estúpido, me hizo esperar más de una hora.

Hoy iría al cementerio, finalmente visitaría a mamá, Bang se había dado a la tarea de investigar donde se encontraban los restos de mi madre, hace un año que me dio indicaciones para ir a aquel campo santo, sin embargo no quería ir, tenía miedo de visitar su tumba, ¿Qué le diría? No me sentía listo aun, no hasta que JiMin prometió venir conmigo, pero él ahora no está.

El rolex que descansaba en mi muñeca marcaba las nueve treinta de la mañana, el sol comenzaba a cubrir las frondosas copas de los arboles dándoles un brillo sin igual. Mire por la ventana, frente a mí se encontraba aquel campo santo, la brisa helada se coló por la ventanilla y exhale la última calada de aquel tabaco amargo.

Mi Pequeño Hermano Donde viven las historias. Descúbrelo ahora