Entré en uno de los cubículos del baño y cerré con cerrojo mientras me ponía a llorar. No aguantaba más, todo era demasiado.
Metí la mano en la parte interna de mi sujetador y saqué la cuchilla que había guardado esa misma mañana. La vi borrosa por culpa de las lágrimas, pero aun así segui escuadriñándola mientras pensaba en lo ocurrido.
¿Por qué tenía que ser la gorda? ¿Por qué tenían que meterse tanto conmigo? ¿Por qué les gustaba tanto humillarme? ¿Por qué me metían bolas de papel en la boca?
No quería ni pensar en lo que hubiera podido pasar si Blake no hubiese llegado a aparecer. Puede que incluso me hubiera muerto.
¿Y qué?
La verdad es que daba igual. Tal vez la mejor solución fuera aquella, esa era la única salida, el único escape de aquel infierno hecho a medida para mi. Nadie me necesitaba.
Pero entonces vi ante mis ojos mi cuerpo en el suelo lleno de sangre y a mi madre sobre él, llorando desoladamente y diciéndose a si misma lo mala madre que era. Todos lo decían. ¿Por qué no se había dado cuenta de lo que le ocurría a su hija? Porque no lo había permitido. Pero eso los demás no lo sabían.
Aunque me sentía un gran estorbo para ella y sabía que sin mi sería más feliz, también era consciente del dolor que le causaría perderme.
Así que aparte la idea del suicidio para otra ocasión. No me gustaba ser tan egoísta. Y el suicidio me parecía una idea muy egoísta.
Sorbí por la nariz mientras deslizaba la afilida cuchilla sobre el interior de mi brazo una y otra vez, mientras sentía como todo lo ocurrido iba poniéndose más borroso cada vez. La cara de Abby y sus amigos mientras se reían de mi ya a penas se distinguía. Pero dos ojos de un color verde electrico seguían observando sin ningún tipo de borrosidad.
Me cabreó todavía más y deslicé la cuchilla sobre mi piel con más énfasis. Pensar en él era algo rídiculo y tortuoso. No servía de nada más que para herirme y tenía que sacármelo de la cabeza.
Mi vida era una auténtica mierda y la odiaba con todo mi ser.
***
Después de terminar mis deberes y leer la mitad de uno de mis libros románticos y paranormales con misty en mi regazo -mi gato- , mamá llegó a casa cargada de bolsas. Me pidió que la ayudase a preparar un pastel de chocolate y aunque me dolió muchísimo aquello, lo hice por ella.
A veces pensaba que mi madre sería mucho más feliz sin mi, sin haber conocido a mi padre si quiera. Porque entonces, ahora estaría casada con otro hombre que estuviera vivo y tendría unos hijos preciosos como ella.
Yo sabía que mamá y papá se habían enamorado nada más empezar el instituto, y que lo suyo fue amor del de verdad. Me sabía su historia de memoria, y siempre lloraba en la parte del final, donde papá moría por un tumor cerebral.
Mamá lo pasó fatal, incluso tenía que tomar pastillas a todas horas. Ese fue el peor de los cambios, cuando todo se fue a la mierda y no solo me sentía mal en el instituto, si no también en casa.
Después de unos años demasiado largos, mamá decidió pasar página y seguir con su vida sin enamorarse nunca jamás, y aunque me pareció estúpido y sabía que papá habría querido lo contrario, no me interpuse, pues era una forma de hacerle memoria.
Si no hubiese nacido, mi madre podría ser otra mujer. Tal vez no tendría que dejarse el culo en un ridículo restaurante a las afueras de la ciudad por un pésimo sueldo. Sobre todo, no tendría que encargarse de mi, de mi ropa ni de mi comida.
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Siempre es el gato.
Novela Juvenil¿Alguna vez has pensado en el suicidio? ¿Alguna vez has sentido que no sirves para nada? ¿Que lo único que haces es estorbar? Donna Still sí piensa en ello. Se siente un estorbo para su madre y sabe de sobra que sus compañeros se ríen de ella todo e...