"Cuando el señor Darcy le entregó esta carta no esperaba Elizabeth que renovase en ella sus ofrecimientos, pero tampoco esperaba, ni mucho menos, un contenido semejante. Es fácil suponer con qué ansiedad leyó cuanto decía y qué emociones más contradictorias levantó en su pecho. Sus sentimientos no podían definirse claramente mientras leía. Vio primero con asombro que aún encontraba Darcy disculpas a su conducta, cuando ella estaba firmemente convencida de que era incapaz de encontrar explicación alguna que un justo sentido del decoro no le obligase a ocultar. Empezó la lectura de lo ocurrido en Netherfield poseída de un fuerte prejuicio contra todo lo que él pudiera decir. (...) Elizabeth no se contentaba con aquellas expresiones de sentimiento por lo que había hecho; su estilo no era el de un arrepentido, sino el de un hombre altanero. Toda la carta era puro orgullo e insolencia."
"Orgullo y Prejuicio"—Jane Austen
Cerré el libro de golpe y me concentré con atender a los clientes que entraban a la florería. Mi padre me observaba y para él las distracciones eran lo peor en el trabajo, si te veía con un celular en mano, estabas perdido, te lo pedía y lo guardaba en su despacho bajo llave hasta la hora de cerrar. Podrías tener una emergencia y al viejo le iba a importar poco. Los libros no estaban tan penados, pero igual no lo tenían contento, yo tenía que leer escondiendo mi libro tras el mostrador.
Al ser una florería, sobraban las ventanas y siempre entraba el sol desde la mañana hasta la tarde, teníamos la ventaja de estar en una esquina en una avenida concurrida. Lo más bonito era regarlas por las mañanas y las tardes y ver cómo los rayos del sol se reflejaban en las gotas que caían en las hojas y pétalos. Me podía quedar horas viendo sólo esa escena y al finalizar el día yo habría dicho que fui feliz. Además era un trabajo en el que rara vez faltaba la plática, los clientes llegaban con historias loquísimas y cuando salía a la calle a hacerme cargo de las flores ahí, se me acercaban los vecinos e incluso transeúntes entraban a preguntar precios. Mi padre decía que las flores no eran las únicas que resplandecían, sino que incluso yo misma lo tenía que hacer, era después de todo su flor más importante de la tienda. Eso mismo hacia que a veces la gente pidiera mi número telefónico o me coquetearan de vez en vez, papá soltaba pequeñas risas siempre que esto pasaba, ya había superado la etapa del padre celoso, pero igual no dejaba de ver feo a los chicos que luego querían abrazarme, hasta a mis amigos los veía así.
En mis ratos libres sacaba mis libros y me iba a sentar entre las flores, a veces me escondía en la bodega entre las cubetas llenas de flores aun con sogas alrededor de ellas, y me quedaba ahí esperando a que mi padre viniera a buscarme. No tenía hermanos y mi madre hace mucho tiempo que se había ido con un amante, a veces me enviaba tarjetas de Navidad y de cumpleaños, las cuales casi siempre le regresaba. La quería, como una chica puede querer a una amiga, pero no más. Yo era la única de la familia que le ayudaba a mi papá, teníamos más trabajadores, pero todos siempre estaban ocupados siendo artistas (por hacer los ramos) y psicólogos al mismo tiempo.
Yo siempre tenía un libro diferente cada mes, el último había sido "Rosa Candida" escrito por un extranjero de nombre impronunciable, Auður Ava Ólafsdóttir... se los dije. Pero el nuevo se trataba de Orgullo y Prejuicio de Jane Austen, era la primera vez que lo leía y me había parecido fantástico. Para mi edad, 26 años, era bastante inusual que no hubiera leído antes este libro, más porque es el clásico que nunca pasa de moda y por eso mismo no había querido leerlo, porque no faltaba la chica que prefería la película Hollywoodense y destilaba amor por el actor Matthew Macfadyen, que en mi opinión no era tan guapo para mí, aunque igual eso se explique porque no me gustan los hombres. Como sea, justo cuando había decidido darle una oportunidad al libro y llegué hasta esta parte, fue como un golpe al estómago porque me recordaba que por mis prejuicios yo había roto el corazón de alguien y que encima, esa persona me había mandado una carta disculpándose por todo lo que yo había dicho en su contra hace tanto tiempo, karma quizás.
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Entre rosas y tulipanes
RomanceEsta historia cuenta la vida diaria y romántica de Lucero, la hija de un florista de la ciudad. Un día de venta, llega una chica a la florería a comprar un ramo muy inusual, rosas y tulipanes. A partir de ese momento ambas chicas se volverán insepa...