Esta es mi historia

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Hola, mi nombre es Daniel, soy un chico de 21 años. Era un exitoso pintor, hasta que el día cuatro de este mes me dieron la noticia que haría que cambiara mi vida.Pasé de ser pintor a trabajar en algo en lo que no tenía mucha experiencia, leí artículos y me documenté, soy una de esas personas a las que les gusta empezar un nuevo trabajo informado, tenía curiosidad por saber a qué me estaba dedicando, ya que si os soy sincero, desconozco por completo el oficio.Eso es, soy primerizo, un becario motivado cuyo día se va alargando cada vez más y más, antes distinguía los días de las noches, y ahora no sé ni que día es hoy.Os voy a contar un poco sobre mi nuevo trabajo, soy animador, pero no, no llevo pompones ni doy saltos por una cancha de baloncesto, esos son otro tipo de animador. Mi trabajo consiste en animar a Natalia, porque se pasa los días viendo como el tiempo pasa por su ventana. Natalia es una princesa, tiene su torre y su castillo, le protegen más de doscientos caballeros blancos de brillante armadura. Ella no es una princesa cualquiera, ella es especial, es la princesa más bella que he visto, me enamoré de ella con el solo contacto de nuestras miradas, cuando ella te sonríe cualquier nubarrón que pueda anunciar un día lluvioso desaparece, ese es su poder.La conocí porque cuando era pintor hice un cuadro para ella, los representantes de su reino me pidieron en persona que le hiciera un retrato a la princesa, me sentí todo un privilegiado.En la sociedad actual en la que vivimos hay muchas princesas , ¿qué podría tener de especial? Natalia, era la princesa de un reino desconocido, al que solo puedo acceder yo y unos pocos privilegiados, porque han escondido el reino para que nadie le pueda hacer daño ni a ella ni al resto de los habitantes.El primer día que fui a pintarla entendí por qué la tenían allí encerrada, era demasiado bonita y bella, y hay muchas personas malas en el mundo, si alguien descubriera el paradero de este reino, su sonrisa se apagaría, y el reino dejaría de brillar. Al principio todo fueron problemas, no tenía los materiales suficientes como para poder dibujar su belleza, y, cada cuadro que pintaba era rechazado tanto por ella como por sus consejeros, sin embargo, a pesar de no agradarles ninguna de mis obras, seguían pidiéndome que viniera y lo volviera a intentar.Pensé en dejarlo, pero mi amor por la pintura y por conseguir todo lo que me propongo no me lo permitía, así que, percatándome de que el pincel que estaba utilizando para dibujarla ya no me servía, le pedí a los caballeros del portón del palacio que salieran a buscarme un pincel nuevo, especial, para que pudiera pintar a la princesa.Pasaron semanas, hasta que uno de los caballeros más valientes del reino, Luis Fernández, me contó por fin cuál era el problema. Al parecer nadie de su reino pintaba con palos de madera, jamás los habían visto, por eso mis pinturas les resultaban desagradables. Los más prodigiosos pintores del reino pintaban con otro material, habían desarrollado una técnica milenaria, y me prometieron contarme todos los secretos de la "pintura con rosas".Las rosas eran las flores que abastecían a este peculiar reino, estaban en los jardines, en los árboles, en el agua, hasta en las piedras había rosas, rosas de todos y cada uno de los colores que se conocen e incluso que desconocen. Y el método tradicional que utilizaban para pintar y dibujar era pintar con rosas.No fue fácil aprender a pintar con ellas, pero como soy todo un profesional, me llevé varias semanas preparándome, y aprendí a pintar con las rosas.Llegado el momento de la verdad, elaboré el retrato exigido, y una sonrisa reluciente salió de los labios de la princesa, los caballeros me aplaudieron y los consejeros me abrazaron.Regresé a mi casa, me acosté en mi cama, intentando olvidarme de aquel reino imaginario, pero aquella pequeña princesa de faz ocarina se había introducido en mi corazón y había hecho que una rosa se grabara en él.Pasaron las semanas, no supe nada de ellos de nuevo, hasta que un buen día, recibí una carta en la que me asignaban mi nuevo trabajo, querían que fuera el animador del reino, al parecer una bestia sobrehumana e implacable había encontrado el reino, y había empezado a marchitar las rosas poco a poco.El reino había luchado contra bestias similares antes y habían vencido, pero la nueva bestia era enorme y muy peligrosa, hasta el caballero más valiente tenía miedo de ella.Me dirigí al reino con rosas de mi ventana para la princesa, pero al entrar en la habitación en donde la tenían encerrada, observé algo que me dejó aterrorizado, la bestia no solo había afectado al reino infectando sus rosas, sino que había afectado a la princesa, que perdía sus largos cabellos castaños y cada vez tenía la cara más blanca.Cuando me vio hizo un esfuerzo por sonreírme, pero estaba tan débil que la tuve que ayudar a sentarse en su cama. Como animador oficial de la princesa, me dedicaba a hacer tonterías, a traerle una flor cada día y a conseguir hacerla sonreír hasta cuando las noticias que llegaban al reino no eran buenas.El día que decidí confesarle mi amor, cuando por fin me atreví a decirle que estaba enamorado de ella, nos enteramos que la bestia había arrasado los alrededores del reino y que estaba entrando en el palacio. Ningún caballero pudo con la bestia, y cuando quisimos darnos cuenta ya la teníamos llamando en nuestra puerta, asustada la princesa me pidió que le cogiera la mano. Al hacerlo sucedió algo inesperado, Natalia, empezó a brillar, con una luz tan intensa que apagó la oscuridad y aplacó los gritos de la bestia, que se desvaneció al no poder soportar el mismísimo sol en su piel.Al desaparecer la bestia, las rosas comenzaron a crecer de nuevo y a invadir todo el reino de luz y de color. La princesa, agotada por el esfuerzo comenzó a elevarse y se fundió con las estrellas del firmamento, formando con su última sonrisa una enorme luna que brillaba en la noche.¿Creeis que mi trabajo terminó? Pues no, si sois observadores os habréis dado cuenta de que Natalia es mi esposa, Luis Fernández es un médico especialista, la bestia es una enfermedad llamada cáncer y el reino es un hospital del que su cuerpo no consiguió salir, solo su alma pudo escapar. Nunca le dije lo suficiente que la quería y ahora estoy pagando el precio, por eso, vuelvo a ponerme mi traje de animador para trabajar por una última vez, y pediros que si alguno de vosotros tiene que afrontar esta batalla, en la que muchas veces la muerte sale victoriosa, le mando todos mis ánimos, porque la bestia puede ganar más de mil batallas, puede llevarse a cientos de princesas, pero no puede ganar siempre, hay que tener fe en la luz, la esperanza de que las princesas luminosas hacen desaparecer a las bestias. Yo esta lección la aprendí por una princesa muy especial y un puñado de rosas, así fue como descubrí, que las bestias existen y que no siempre ganan las batallas.

La princesa de las rosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora