La princesa de las rosas

¿Por qué dañar tus alas?

Ángel era un ángel que era ignorado por el resto de ángeles, además el brillo de su halo era más intenso que el del resto de sus compañeros. Por culpa de eso, le juzgaban, se metían con él y le insultaban, llegó a tal punto la situación, que Ángel empezó a odiarse a sí mismo, su apariencia, sus ojos, su pelo, odiaba todo de él.

Un día Ángel, en una situación de desesperación, y solidarizándose con las pequeñas figuras de la Tierra que no podían volar, comenzó a quitarse las plumas de las alas, pensando que si se parecía a ellos, seguramente sería aceptado y tendría personas con las que poder hablar.

Día tras día Ángel se quitaba tres o cuatro plumas y anotaba en su calendario cuanto​ tiempo y cuantas plumas le faltaban para poder ser como los demás. Cuando apenas le quedaban plumas, Ángel decidió asomarse al abismo, para ver a cuánta distancia estaban las escaleras que lo llevarían a la Tierra, donde podría ser feliz.

En un intento por dejar  de ser un cobarde, se armó de valor y saltó a ciegas al vacío, pensando que el salto iba a ser lo suficientemente grande para superar la distancia, que era mayúscula.

Ángel cayó al vacío, y por no tener sus alas, no pudo defenderse de la muerte, que acechaba en las sombras caprichosa. Por culpa de aquello, su halo se apagó y se rompió en pedazos.

Como Ángel cada día hay miles de personas que deciden quitarse las alas, y por eso cuando comienzan a caer no pueden volver a levantarse, no os engañéis como él, necesitáis esas alas tanto como otro cualquiera, porque dependemos de las alas invisibles que no vemos o ignoramos.

Así que antes de pensar si quiera en tocar alguna de tus plumas, párate a contemplar su belleza, Ángel tenía familia a la que las lágrimas ahora le pesan como el acero, sus casas están inundadas de ese agua salina amarga y nadie puede remediarlo.

Por favor, ni se te ocurra perder las alas, pase lo que pase, siempre hay alguien dispuesto a ayudarte a levantarte.