Admitirlo es el primer paso

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Trini's POV

Al cabo de un par de semanas, Angel Grove por fin volvía a la "normalidad", aunque a este punto, no sabía si esa palabra podría seguir existiendo en mi vocabulario. En fin, las cosas se tranquilizaban; los reporteros de todas partes, satisfechos con su trabajo, corrían de vuelta a sus hogares, y los residentes del pueblo, en medio de la reconstrucción de éste, intentaban volver a sus rutinas. Claro que nadie podía dejar de hablar de lo ocurrido, mucho menos de los Power Rangers, quienes habían pasado a ser los indiscutidos héroes de la localidad. Los adultos querían saber quiénes eran, mientras los más pequeños querían ser como ellos.

Nosotros, por otra parte, nos dábamos un pequeño tiempo libre del entrenamiento para poder ayudar en nuestros hogares con los daños sufridos, mientras nos hacíamos a la idea de que en solo dos días tendríamos que regresar a la escuela, ya que la institución por suerte -no la nuestra, claro- había sufrido daños mínimos.

Era Domingo y me encontraba tirada en mi cama, con los audífonos puestos y el volumen al máximo. Mi madre me había hecho mil preguntas, como acostumbraba a hacer y como siempre, solo habían servido para generar una discusión...aunque no sé si cuente como tal si solo una de las partes es la que habla y grita. El punto es, que no quería si quiera pensar y la música siempre era un buen escape.
Estaba empezando a sentir mi cuerpo un poco más relajado cuando sentí vibrar el teléfono en el bolsillo de mi chaqueta, sobresaltándome. - Mierda...- Gruñí despacio, estirando mi mano para alcanzarlo y ver el remitente; era Kim.
En dos segundos, el mal humor desapareció y me sorprendí a mí misma sonriéndole a la pantalla, ¿qué diablos significaba eso?...
Decidí no darle importancia y volví a leer el mensaje
[From: kim]
¿Un café y una dona antes de volver a la realidad mañana?
Yo invito. La cafetería cerca de la escuela en 30 minutos.
Ni si quiera tuve que pensar la respuesta, rápidamente y casi por inercia mis dedos la tipearon.
[To: Kim]
Te veré ahí.
Tiré el móvil a la cama y corrí al baño para darme una ducha, regresé a mi habitación y comencé a hurgar entre los cajones. Por lo general, no tardaba en escoger algo para ponerme, pero esta vez sentía la urgencia de verme...mejor. ¿Qué estaba pasándome?...
Por segunda ocasión en el día, hice a un lado mis cuestionamientos y empecé a probarme algunas prendas. Finalmente me decidí por unos Jeans negros, tenis, una blusa manga corta de color gris y una camisa amarilla a cuadros atada a la cadera. Trencé mi cabello de un lado, como generalmente lo hacía y listo.
Satisfecha con mi imagen, me puse algo de perfume antes de salir de manera rápida y sigilosa de la casa.

En poco tiempo llegué al lugar acordado, entré y ahí estaba ella sentada, mirando con expresión seria, la cual cambió por una sonrisa al verme.
Ese pequeño gesto hizo burbujear algo dentro de mí y de pronto sentí mis mejillas arder levemente -Oh oh...-, respondí su sonrisa con una propia mientras caminaba hacia ella, notando lo bien que se veía el día de hoy; los jeans se ajustaban perfectamente a sus piernas, la blusa negra con pequeños símbolos rosa que traía le sentaba y la chaqueta de cuero terminaba de combinar maravillosamente.
Tragué saliva y me sentí nerviosa al estar frente a ella, cosa que me pasaba bastante seguido en el último tiempo al estar solas, pero no había querido darle importancia, de seguro pasaría.
Me senté frente a ella y saludé con un gesto de mi mano y otra sonrisa - Hey~ gracias por la invitación.
Sonrió, más amplio esta vez y yo contuve mi aliento por un par de segundos - Ya ordené por ambas, espero no te moleste - Dijo.
Por mí está bien, así no tardan, tengo hambre -Me encogí de hombros levemente y apoyé mis codos en la mesa, entreteniendo mi vista al rededor. Llevaba tiempo sin asumirlo, al menos en mi cabeza, pero ya era bastante obvio; su mirada siempre me ponía nerviosa, desde el día en que la conocí.
¿Pasa algo? - La oí preguntar, y cuando la miré inclinó un poco su cabeza.
Mi madre y sus estúpidas preguntas como siempre, ya sabes ~ -Solté, subiendo los hombros otra vez, restándole importancia al asunto.
En ese momento, llegaron a entregarnos nuestros respectivos cafés y tres donas. Ambas tomamos una, agradecimos al chico y probamos nuestra comida.
¿Sabes?...-Comenzó luego de tragar un trozo de la masa azucarada y tomar un sorbo del líquido en su vaso- Si quieres, claro, podría ir a tu casa uno de estos días, ya sabes, para que tus padres vean que al menos ahora tienes una amiga...- Movió ligeramente sus hombros y arregló un poco su cabello- digo, podríamos ir todos... - Terminó de decir aquello y luego volvió a su comida. Yo la miré unos segundos, frunciendo un poco el ceño, ¿acaso ella también estaba nerviosa?...no, imposible, es Kimberly de quien hablamos.
Eso ayudaría, supongo, gracias - Contesté y sin darme cuenta, ahí estaba, sonriéndole otra vez. ¿Cómo había pasado de ser la chica sin amigos y que nunca sonreía, a esto?...
Era extraño, aunque de buena forma, podría acostumbrarme...o ya lo estaba haciendo.

Así seguimos otra buena media hora, hablando de nuestros amigos, de ser Rangers, del entrenamiento, la escuela y nosotras.
Sin darnos cuenta, solo quedaba un trozo de la dona que Kim había partido, aparentemente del puro ocio entre nuestra conversación. Ambas lo miramos y reímos, recordando la pequeña "batalla" que tuvimos la última vez que aquello había sucedido.
Al calmar nuestra risa, nos miramos y entonces ella clavó su tenedor en el aquel trozo, al cual yo ya me había resignado de todas maneras, pero en vez de llevarlo a su boca, lo dirigió a la mía. La miré por un momento, escaneando rápidamente su expresión, que era seria, aunque pude notar que estaba suprimiendo una sonrisa y aparentemente sus mejillas habían tomado un color más rosa, ¿acaso se había sonrojado?, debo estar mal de la cabeza...
¿Vas a comerlo o qué? -Su voz me sacó de mis pensamientos y automáticamente abrí mi boca, saboreando aquel último trozo.
Uhm...gracias...por todo, la comida, el café y la distracción - Dije bajando un poco mi voz y desviando una vez más la mirada, pues esta vez estaba segura de haberme sonrojado.
- Ah si, claro, para eso están las amigas ¿no? - Acomodó un mechón de su cabello tras su oreja al decir esto y volvió a sonreír.
Yep - Y me salió un poco más seco de lo que pretendía, pero esa palabra siempre me incomodaba, no sabía por qué, o tal vez si, pero sentía tanto miedo de la respuesta que ni siquiera me había atrevido a pensarlo.
- Deberíamos irnos, ya se hace tarde y mañana tenemos clases - Solté un suspiro y volví a mirarle.
- Ugh, al menos podré verlos a ustedes más seguido - Suspiró también y se puso de pie - Vamos entonces - Me hizo un gesto con la cabeza y sonrió para luego dirigirse hasta la caja y pagar, yo le seguí en silencio.
Una vez afuera, hubo un silencio, aunque no de esos incómodos, ambas nos miramos y sonreímos.
Entonces, ¿fui una buena distracción hoy?... - Preguntó y yo bajé la mirada, intentando esconder la sonrisa - De hecho lo fuiste, Kim, creo que comienzas a agradarme... -Solté una pequeña risa y ella también, al tiempo que golpeaba suavemente mi brazo. - Hey, creí que ya lo hacía -Sonrió torcido y se acomodó la chaqueta- Nos vemos mañana entonces... -Asentí y le dediqué mi mejor sonrisa antes de comenzar a caminar de regreso a casa - Nos vemos, Kimmy - Vi crecer su sonrisa al llamarle así y volví a fijar mi mirada en el camino, haciendo acopio de todas mi fuerza de voluntad para no volver a mirarle.

Durante el camino a casa, no pude hacer otra cosa más que repetir nuestro encuentro una y otra vez, sorprendiéndome nuevamente un par de veces sonriendo ante aquello. Fuck...
Al llegar y entrar, ignoré a mis padres por completo y subí directo a mi habitación, puse el seguro y me tomé un minuto para vaciar mi mente. Acto seguido, me quité la ropa y me puse el pantalón y la blusa del pijama antes de dejarme caer en la cama.
Poco a poco mi cuerpo se relajó y el sueño comenzó a apoderarse de mi, pero aun así no podía dejar de pensar en el color rosa, no podía dejar de pensar en Kimberly...no podía dejar de pensar en lo bien que se veía hoy (y siempre), en su perfume, en sus ojos, en sus labios...
Ahí me detuve y dejé salir un largo y pesado suspiro, admitiendo al fin algo que me negaba a aceptar hace ya un tiempo; me gustaba Kimberly Hart.
Estoy perdida, pensé y luego no supe de mí hasta la mañana siguiente.

Jealous?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora