Capítulo 1

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-¿Cuánto cuesta?- preguntó ella, sosteniendo un anillo de oro con un diamante.

-Tres mil dólares- contestó el vendedor.

"No tengo el dinero suficiente", pensó ella. "Apenas me alcanza para comer, ¿qué hago aquí?"

Miró profundamente al vendedor. Era muy guapo. Sus ojos azules resaltaban aún más su belleza, y ese cabello color castaño claro... no habían palabras para describirlo.

Cuando volvió a su casa, se puso su uniforme de trabajo y se fue a trabajar.

Camino al restaurante donde trabajaba, se puso a pensar en el guapo vendedor, en sus ojos, esos ojos tan azules y profundos como el mar.

Después de tanto pensar, no se dio cuenta, y ya había llegado al restaurante.

"Otro día más", pensó , mientras daba un largo suspiró.

Entró al restaurante, y todos la miraban fijamente. Ella los miraba confundida.

-Gloria te busca- dijo uno.

Ella suspiró. Gloria, su jefa y dueña del restaurante, siempre era muy dura con ella.

Entró en su oficina, y Gloria estaba sentada detrás de su escritorio.
-Elena, ya sabes lo que pienso de llegar
tarde.-

Elena asintió lentamente.

-Lo sé, pero tampoco es muy rápido llegar desde mi casa caminando. Y no tengo suficiente dinero para venir por transporte público.-

-Elena, sabes que no es problema mío que la herencia que dejaron tus padres al morir la hayas malgastado.-

Elena se puso triste, no solo por la dura actitud de su jefa, si no por recordar a sus padres. Recordó a su madre, tan joven y bella, que transmitía su alegría a toda persona. También recordó a su padres, tan esforzado y trabajador, que las quería con toda su vida, y siempre quiso darle a Elena la vida que merecía.

Elena lamentó que sus padres hayan muerto en un trágico accidente, y que ella fuese la única sobreviviente.

Después de atender a algunas personas que fueron en la mañana, a ella Elena le tocó su turno de almorzar. Los trabajadores de ese establecimiento tenían almuerzo gratuito.

Elena se sentó a almorzar sola, y cuando el reloj que estaba en la pared marcó la una, dejó el plato en la cocina y fue a atender a las personas que iban a la hora de almuerzo. A esta hora siempre estaba lleno, ya que el restaurante era conocido por su calidad y rápida atención.

Después de llevar un plato de pasta a un cliente, Elena se dirigió al único cliente que no había sido atendido. Estaba sacando la libreta para anotar el pedido, cuando reconoció esos ojos. Esos ojos tan azules. Era él. El vendedor.

-Hola de nuevo, mmm -dijo el vendedor, mirándola fijamente, seguramente pensando en algo- Elena.

Elena se ruborizó. "¿Como sabe mi nombre?", pensó, y se dio cuenta de que en su uniforme salía en letras rojas.

-Si, ese es mi nombre- dijo ella, derritiéndose por dentro.

-Que bueno volver a verte- dijo él -Mi nombre es Luis.

"Luis, que bonito nombre", pensó Elena.

-Claro, Luis- balbució.

-Sabes Elena- dijo Luis - desde el día en que te vi no he parado de pensar en ti, y creo que me estoy enamorando más más cada día.

Elena se sonrojó y dijo:

-Yo también me estoy enamorando de ti Luis. Eres muy guapo, y me gustaría conocerte más.-

"El anillo del destino"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora