Capítulo 3

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-Yo vivía con mis padres y mi hermano Paolo, que murió en un accidente unas semanas atrás. Mis padres murieron cuando yo tenía 17 años, y nos dejaron una herencia a mi y a mi hermano. Yo me puse a trabajar para traer un poco de dinero a casa, ya que cada uno se iba a gastar su herencia en lo que quería.

-En el trabajo conocí a un hombre, y conversamos, nos conocimos, salimos, y a los dos meses nos pusimos de novios. Pasaron dos años, y el día de mi cumpleaños número veinte, me regaló un pequeño anillo de compromiso. Yo le dije que sí, porque lo amaba mucho y me hubiese encantado pasar el resto de mi vida con él. Yo había decidido pagar la boda, y el lo aceptó. Íbamos a tener una buena vida, pero no fue así, ya que me dejó en el altar. - dijo Elena.

-Menos mal que lo hizo, ya que si no nos hubiésemos conocido, porque no estarías trabajando en el restaurante- dijo Luis.

Elena lo miró con sus ojos azules llenos de lágrimas.

-Lo siento, continúa- dijo él.

-Nos dejó en la miseria, ya que no quedaba ninguna herencia. Yo me la gasté en una boda, y Paolo en sus estudios- dijo Elena, mientras unas lágrimas rodaban por sus mejillas.- Yo seguí trabajando, pero vivíamos en un lugar mucho más pequeño, y con mi amiga Ana, que al trabajar más cerca, se hacía cargo del hogar. Paolo hacía paseos en moto. Pasaba la mayor parte del tiempo fuera de casa, pero ganaba una cantidad de dinero estable. No era mucha, pero algo es algo.-

Elena se puso a llorar.

-Elena- dijo tiernamente Luis, mientras ponía su mano sobre su pierna- No llores.-

Y él la abrazó. Elena se aferró a él. Luis no dijo nada y se quedó abrazándola hasta que se calmó.

-¿Estás bien?- dijo Luis, mientras acariciaba el rostro de Elena con sus pulgares.

-Sí- contestó ella, mientras sus rostros se acercaban. Ambos cerraron sus ojos, y...

-¡Elena!- gritó alguien.

Separaron sus rostros rápidamente, temiendo que alguien los hubiera visto.

-Ahí estabas. Te busqué por todos lados- dijo Ana jadeando.

-Hola- dijo Elena, mientras que sentía como sus mejillas ardían.

-Hola. Ah, veo que tienes compañía. Hola, soy Ana- dijo mientras sacudía la mano de Luis.

-Hola- dijo él nerviosamente.

-Bueno- dijo Ana mientras juntaba sus manos.- Ana y yo nos tenemos que ir -dijo mientras agarraba a Elena por el brazo y la tiraba, levantándola de la banca.

-Lo siento- dijo Elena muy suavemente, de modo que Luis la escuchara, pero Ana no.

-Adiós- dijo Luis, avergonzado.

-Así que estabas con un chico- dijo Ana, con un tono seductor.

-Espera, ¿no estás enojada?- dijo Elena.

-¿Por qué lo estaría?-

-Por nuestra promesa-.

-¿Cuál promesa?-

-La que no podíamos salir con chicos hasta que nuestra condición económica mejorara-.

-¡Ay no! Olvídate de esa promesa. Es muy estúpida-.

-¿En serio?-

-No, era broma- dijo seriamente Ana.

Elena se entristeció.

-Era broma- dijo Ana, mientras se reía.

-Menos mal- dijo Elena. "Ups", pensó.

-Así que él te gusta. No está nada mal. Seguro que estarás feliz con él-.

-Sí, me gusta mucho-.

-Entonces juégatela por él-.

-No lo sé. Ya conoce nuestra casa-.

-¿Y?-

-¿Y, qué?-

-Si no gustaras de verdad no hubiese aceptado el hecho de que... tu sabes... que somos pobres- dijo Ana, mientras su alegre expresión se borraba de su cara, entristeciendo también a Elena.

-Entonces le gusto- dijo Elena mientras ambas soltaban un leve grito y saltaban, emocionadas.

-Luis y Elena sentados bajo un árbol S-E B-E-S-A-N- cantó Ana, y Elena se largó a reír.

-Puede que sí- dijo con tono desafiante Elena.

-¡Estoy tan feliz por ti!- dijo Ana, mientras estiraba los cachetes de su amiga.

Ana tenía el hábito de estirarle los cachetes a Elena cuando estaba feliz.

Ana y Elena llegaron a su casa a las diez. Cenaron y se fueron a dormir.

Elena soñó con Luis, y él le pedía que fuera su novia. Elena estaba a punto de aceptar cuando Ana la despertó.

-¡Elena, despierta!¡Vas a llegar tarde!- le dijo.

-Ya voy, ya voy- gruñó Elena.

Elena se levantó, hizo su cama, se duchó y fue a tomar desayuno con Ana. Comieron unas ricas tostadas y después Elena se fue a trabajar.

Elena corrió y corrió para llegar temprano a du trabajo. 9:50 marcaba el reloj, y Elena ya estaba en su trabajo.

Pasaron diez minutos y Elena empezó a trabajar. Estaba saliendo del restaurante, a atender a las personas que estaban afuera. Chocó con alguien, y a ella se le vino inmediatamente la idea de que era Luis a su mente. Levantó la cabeza y sí, estaba en lo correcto. Le dio un beso en la mejilla y salió a trabajar.

Elena terminó su turno y estaba saliendo del restaurante con su mochila, que tenía su uniforme.

Luis llega corriendo detrás de ella y la abraza. Elena se asusta y empieza a gritar. Luis la suelta y se pone delante de ella.

-Me asustaste Luis- dijo Elena, molesta.

-Lo siento- dijo Luis. Y la tomó de la mano.

Ambos caminaron hasta la plaza en la que Elena le había contado su historia a Luis. Se sentaron en la misma banca, y Luis se acercó a Elena, de modo que sus labios estaban casi tocándose.

-Me gustaría besarte- dijo Luis.

-Entonces hazlo- le contestó Elena.

Luis acarició el rostro de Elena con sus pulgares, y ella sintió su respiración. Luis toma el mentón suavemente de Elena, y la acerca, de modo que ambos se dan un profundo beso. Elena rompió el beso riéndose, porque Luis le estaba haciendo cosquillas.

Ambos se miraron a los ojos, se sonrieron y se dieron un beso más.

Luis le dijo a Elena:

-Elena, ¿te gustaría ser mi novia?-

Elena se sobresaltó.

-¡Sí!- contestó Elena, muy emocionada, y luego le dio un apasionado beso a Luis.

Sus labios se separaron, y se quedaron mirando, y se fueron de la mano a pasear por el parque.

"El anillo del destino"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora