-Vamos, anda Rusia, sonríe para mí- Estados Unidos hablaba mientras le jalaba un poco la mejilla a la gran nación.Estaban a las a afueras del hotel donde se habían reunido, estaban aún bajo su resguardo pues estaba cayendo una nevada repentina, muy sutil, pero nevada al fin y acabo, detenía el tráfico y el andar de las personas. Iván se había percatado y le estaba haciendo compañía, sabía que no era nada lindo estar solo
-Todo el tiempo a mí me miras serio mientras que con Francia ¡hasta te sonrojas!- seguía con esa mano jalando el rostro ajeno.
-Uhm... Ya te dije que no tengo motivos para sonreírte, sin embargo tengo muchas ganas de apretarte el cuello y ver tu rostro tornarse de azul hasta que no pueda oír mas tu voz- hizo un movimiento rápido y brusco para alejarse del rubio.
-Me caes mal- dijo en su defensa el americano.
-Es reciproco-contesto el ruso y cerró sus ojos.
-No era necesario que esperaras aquí hasta que me vaya, obviamente me iré de aquí-
-Es por si se te ocurre quedarte, es un riesgo el simple hecho que estés aquí-
-¿Por qué?- pregunto curioso el yanqui.
-Asuntos que no te importan-comentó.
-Malo- suspiró- Insisto, déjame verte sonreír, solo una vez, jajaja quiero decirle a Inglaterra que si eres normal, además no me va a creer que si te vi sonreír- sonreía un poco y se quedó mirando el cielo, se abrazó un poco, olvidaba que Rusia era frio, tembló ligeramente, sin darse a notar porque no quería que Iván lo supiera.
-Entonces....no vas a sonreírme-
-No...-
-Ya veo...-inclinó su cabeza -¿Que tiene China que te hace sonreír?-
Iván se sonrojo tremendamente sabiendo que era lo que pensaba el gringo -No tiene nada...-
-Mientes...sé que te diviertes con el-
-No así, no es lo que te imaginas- poco a poco volvía a su color natural, nívea como esa nieve.
-Bueno...y ¿Francia?-rodo los ojos curioso mientras le mostraba una sonrisa pícara.
-Me alimenta bien y Austria es acogedor por si querías preguntar por el también-
-Vaya, eso no lo sabía jajaja-se abrazó de nuevo esperando que ese cielo se despejara un poco para caminar hacia su hotel -Creo que ahora entiendo porque no me sonríes-
-¿A si?, ¿Por qué?- le miro curioso.
- Porque no soy ellos– se volteo a verlo a los ojos, diciéndolo como si fuese una derrota el no ser alguno de ellos.
-Mmm....si, en eso tienes razón...no eres ellos- “Pero esa no es la razón”, pensaba.
-Ya lo sé...-ladeo la mirada abrazándose un poco más, el frio no era su fuerte.
El ruso se quitó la gabardina dejando ver su camisa blanca manga larga y delgada. Colocó su gabardina en la espalda de Jones y lo cubrió tratando de no verle a la cara - Eres un idiota-
-Oh...-no sabía que decir al respecto con aquel acto tan generoso, mas viniendo de él así que solo respondió - Tu más-
Se abrigo bien con esa gabardina que le quedaba grande y muy caliente, demasiado acogedor.
Pasaron unos minutos en silencio, Iván parecía soportar el frio, cosa que le parecía sorprendente pero no lo dijo.
Movió sus pies ansioso de ir a descansar, por ratos se preguntaba como seria la sonrisa de Iván, se divisaba varias alternativas pero ninguna le convencía “quizás tenga que espiarlo cuando este de cita con Francia”, pensaba.
-¿Aun quieres verme sonreír?- preguntó de repente.
-Claro jajaja si...aun quiero-dijo sorprendido.
-Aunque...hay algo que debes darme a cambio-
-No, seguro me pedirás dinero o parte de Nebraska...-negó haciendo un puchero.
- Je...solo cierra los ojos y quizás veas mi sonrisa-
-¡Enserio!, ¡ya estoy cerrándolos!- los cerró enseguida y se veía emocionado como si fuera el juguete más esperado por un niño.
-Quédate así...-
-¡Sí!- mantuvo sus ojos cerrados y esperando abrirlos para ver a Braginski sonreír.
El ruso se acercó al más bajo, le tomo las mejillas y en un par de segundos unió sus labios a los ajenos en un dulce beso inesperado por el visitante.
Aquel beso no duro mucho e Iván se alejó tan pronto había logrado su cometido.
Alfred se encontraba pasmado ante ese acto, su cara tenía una expresión extraña entre agrado y susto. Muchas cosas no entendía en ese momento, así que miro al eslavo con una cara furtiva dispuesto a reclamarle el beso, justo iba a gritarle pero de repente se detuvo y se sonrojo, pues una singular sonrisa estaba en el rostro de Iván, alegre y apacible, América no le quedo de otra que admirarlo, pensó por un segundo en darle otro beso y volver a verle sonreír, quizás darle muchos y verlo siempre así.
-Has visto demasiado América, es hora de que te vayas-dijo serio y con una mirada penetrante.
-Claro, es hora de irme- inclino la vista sintiéndose bien, aunque sentía que al ver visto esa sonrisa habida sido pecado.
- Ya sé cuál es la verdadera razón por la cual no me sonríes-
-Ya era hora de que entendieras, ¿cuál es la razón?- entrecierra los ojos esperando la respuesta.
-Porque estas enamorado de Francia o China- caminó un par de pasos hacia la acera.
-Podría ser- dijo sin mucho afán, no era la verdadera razón, pero era lo más próximo que podría adivinar América.
-Por cierto ese beso me dio asco, pensar que besaste a Francis o Yao me da escalofríos y ganas de vomitar hahahahahaha-
Braginksi irritado por aquel comentario corrió hacia ese blondo, “eso piensa de mi, que ando besando a esos dos”. Logró alcanzarlo a una distancia y le jaló la solapa fuerte atrajo a su cuerpo, le dio vuelta brusco y le atibisó furioso.– ¿Eso crees que ando haciendo?, que mal concepto tienes de mi América, pero no ando besando a todo mundo-
-¿No?, bueno no me importa suéltame- forcejeo, algo inútil ya que de nuevo fue atacado con un beso.
-¿Ya entendiste?...o te hago entender- amenazó Iván.
-Ya, ya entendí…- inclino su mirada – ¿Me dejas ir?-
-Da-
-Bye…- camino a paso veloz por la vereda cubierta de nieve, mientras andaba tocaba sus labios sin comprender el porqué le había besado nuevamente, “soy un peligro aquí, no me sonríe a mi pero me besa, que pasara por la cabeza de Rusia, eso es algo que nunca entenderé” era algo que no quería saber y era mejor para él mantenerse ignorante de eso, con esa duda se fue a su hotel.
Iván le miraba irse y se preguntaba si alguna vez entendería lo que pasaba y el porqué de tantas, jamás le explicaba las cosas pero trataba de dárselas a entender.
– ¿Habré sido muy obvio?-
ESTÁS LEYENDO
BESO DE NIEVE
RomansaDespués de una junta, Iván y Alfred se encuentran en las afueras del hotel donde se llevó la reunión, el gringo decide matar el tiempo haciendole preguntas sobre su vida personal, una de ellas, saber el por qué parecia estar serio siempre que Améric...