Toledo comenzó como tendría que haber comenzado: con un montón inimaginable de alcohol. En esa época sus padres no se imaginaban que ya eran unos borrachos sin remedio, así que podían pasar por debajo de la mesa como buenos niños de quince años que sólo querían pasar tiempo de calidad.
Si con tiempo de calidad se referían a probar cigarros, compartir saliva y chismear más que revista adolescente.
Jade se había resignado que su día se basaría en la fiesta desde que despertó con diez mensajes de tres personas diferentes preguntándole sobre el estado de los preparativos. Tuvo que decir al menos cinco veces la misma hora y dirección, y la frase que quedaría en su cabeza por el resto de la semana: "traigan hielo y nada de desastres". Pero Jade era tolerante y alegre; tenía que admitir que quería que esa fiesta se diera, pero no era por los motivos que creerían.
Quería que el nuevo novio de Cara asistiera, para develar, por fin, el misterio de los amigos de James. Carter fingía no estar nerviosa todo lo que podía, pero desde de su encontronazo con Sebastian en la casa de Grecia a principios de año, se le veía mucho más interesada en develar ese misterio también. Las demás FBBs estaban frenéticas para sus adentros, eso era claro. Los chicos del curso eran tan insignificantes a sus ojos como hormigas en comparación a la expectativa de gente nueva.
En su casa se arreglaron Carter y Ana. Jade dejó que utilizaran desde su maquillaje hasta su ropa, porque Carter jamás tenía que ponerse, y porque le encantaba tener algo que la distrajera. Mientras el reloj avanzaba sus nervios se hacían más prominentes. Su madre y ella tenían un sentido agudo para estas cosas; Jade sentía que algo importante iba a suceder esta noche. Quizá no se trataba de ella, pero algo sucedería con el curso.
Y es que en un momento tan prematuro como el penúltimo año, Toledo marcaría la trayectoria del curso de por vida, pero eso aún no lo sabían.
Entonces se vistió y se maquilló lo suficiente para que Carter la alabara, pero nunca le creía a Carter, porque Carter pensaba que todo el mundo era digno de ser alabado.
—Pero en serio —le dijo Anastasia—, te ves hermosa, J.
Jade sabía que se veía hermosa; la poca credibilidad en el juicio de Carter no tenía nada que ver. Quiso decirle eso a Ana, pero se contuvo. Sonrió, en cambio y le agradeció el comentario.
—Caaarter, ¿sabes quién viene hoy? —canturreó Ana. Carter frunció el ceño y pensó por algunos segundos. Cuando se dio cuenta, la sorpresa le hizo embarrase la mejilla de labial. El labial de Jade, cabía destacar. Y uno de sus favoritos.
—¿Andy?
Jade y Ana se echaron a reír. Carter era tan inocente como una niña de die años la mayor parte del tiempo.
—Pensé que estabas enamorada de Dante —le dijo Jade.
—También pensamos que estaba enamorada de Oscar y de varios otros chicos —complementó Anastasia, y Carter se puso colorada.
—Andy es hermoso, no sé. Me gusta. Ustedes saben que Dante es algo diferente.
Jade puso los ojos en blanco y acomodó su ropa, casi lista para bajar a comenzar a recibir gente. Quería un trago de ron, y una cerveza. Y un cigarro, pero no fumaría. Había prometido no fumar de nuevo. Pero quería fumar.
A la mierda.
Eran las once y media de la noche y había más chismes que personas en aquel salón de fiestas. Sebastian había aportado el sistema de sonido, Shane había comprado alcohol con Samuel y otros de sus amigos, Leyla había hecho gelatina de vodka y las demás... ellas aportaban su hermosa e invaluable presencia. Todo iba bien al principio, hasta que, bueno, la vida pasó.
James y sus amigos Marc, Drake y Aaron habían llegado a eso de las diez y media, y causaron revuelo. Jade los observó de a ratos pero no habló con ellos más allá de los saludos. James era un tipo alto de piel acanelada y barba de tres días; Marc, el menor del grupo, tenía el cabello largo hacia atrás y ojos verdes; Drake era el más bajito pero el más atrevido. No llevaba quince minutos hablando con Carter cuando ya estaba a punto de besarla. Finalmente, estaba Aaron. Era, al menos, una cabeza más alto que Jade, de cabello negro y ojos miel, con una sonrisa de los mil demonios. Cabe destacar que Jade aprovechó para bailar con él todas las canciones que pudo.
Pero la novedad no acababa ahí. James, a pesar de la cantidad de tiempo que pasó con Cara, no pudo evitar toparse con Shane. Así que ahí estaban: ex y actual confrontados, listos para medirse, para compararse. El primero en hablar fue James.
—¿No nos hemos visto antes? —preguntó. Cara estaba a al menos un metro de distancia y por lo menos el noventa por ciento de los invitados estaban al pendiente de lo que pasaría.
—Eh, no sé. —Shane se lo pensó. Jade estaba segura de que si decía algo medianamente amenazador se armaría la pelea del año, y eso de alguna forma le emocionaba más de lo que le asustaba—. ESPEEEERA —gritó, obviamente un poco borracho—, ¡en la fiesta de Gerard! Bro, ¡en Berna!
—BROOO —gritó James y, acto seguido, se dieron una mano amistosa.
Y todo el mundo quedó sumamente decepcionado. ¿Dónde estaban los golpes y las amenazas de muerte acompañadas de un "ella nunca te amará como me ama a mí"?, ¿dónde carajos quedaba la moral de esta sociedad, la decencia de dar un buen drama del que hablar el lunes? No jodas. Todos querían sangre y lo que ese par les daba eran abrazos de hermanos y una serie historias compartidas. Decepción, decepción.
Pero qué más daba. Alcohol sobraba y Jade quería disfrutar.
Así que lo hizo, pero pronto las cosas se complicaron. Drake estaba prácticamente encima de una Carter triste por la inasistencia tanto de Dante como de Andy, quien había prometido a Marie —muchacha que para ese entonces no era una perra traicionera— que iría. James y Cara estaban incomodando al universo con su casi-sexo y casi todos estaban en esa etapa de la fiesta en la que llamaban a sus parejas o a sus no-parejas para ponerse a llorar en las escaleras o irse sumamente molestos.
Eso, sumándole el hecho de que Aaron estaba robándose a todas las chicas para bailar y que la gaseosa se estaba acabando, hizo que el grupo que inicialmente era de veinticinco personas se redujera a poco más de diez. Cuando Marie se fue, los restantes se sentaron en un círculo y comenzaron a jugar a la botella. Carter estaba en el suelo cantando, demasiado borracha como para oponer resistencia cuando le tocó besar a Marc dos veces.
Jade tenía que admitir que también besó a Marc, porque le había tocado, pero no le resultó muy fácil con la imagen de Aaron en su cabeza. No quería que él la viera besando a Marc, y sabía que apenas lo había conocido y todo eso, pero por alguna razón Jade sentía que era un chico especial y no quería arruinarlo. Al final terminó haciéndolo porque no iba a ser la que rompiera el juego, pero le quedó un peso en el pecho.
La noche terminó y no se intercambiaron números. No hubo realmente una despedida y Jade terminó sola en las escaleras, sintiéndose borracha y decaída por al menos diez minutos, hasta que decidió subir a su departamento. Entró sin que su madre se despertara y se acostó en su cama, mirando al techo por un buen rato hasta que sintió que su móvil vibraba.
Era un número desconocido que le hablaba por Whatsapp.
"Se me olvidó pedirte tu número así que se lo pedí a James. Es Aaron. Duerme bien".
Y sí que durmió bien.
Las historias de las fbbs, realmente, son muy buenas para ayudarles a comprender el backround de los personajes de la línea de tiempo principal. Espero que les saque alguna que otra sonrisa.
xx.

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The Midnight Club
Teen FictionExiste un concurso llamado Cartas Anónimas, que llena a la comunidad de escritores de nervios. Los participantes deben mantener sus identidades en secreto para poder competir, ganar mucho dinero y que sus historias lleguen hasta los niveles más alto...