El rey orgulloso y el cuervo naranja (KageHina)...

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Había una vez en un reino muy lejano cinco reyes que vivían en armonía. Cada uno de los reyes tenía sus propias tierras las cuales protegía con ahincó y determinación de los forasteros que deseaban perturbar su paz. Los cinco reinos llevaban por distinción un color en particular que cargaban con orgullo ante sus enemigos.

El rey Rojo era alguien con mirada penetrante y sonrisa burlesca, que podía derrotar no tan solo con su fuerza, sino con el poder de su oratoria dejando desarmados a quienes tuviesen intensiones de discutir con él. Llevaba por gran aliado y compañero al más fuerte hechicero que a pesar de ser tan distinto con su carácter indolente, podía transformarse en el más peligroso de todos cuando hacían daño a su rey.

El rey Blanco era quien poseía uno de los ejércitos más grandes conocidos, pero debido a su temperamento podía ser difícil de llevar. A pesar de todo era alguien de buen corazón y muy querido entre su pueblo, quien se dejaba aconsejar por un gran sabio que le abría los ojos y consolaba su corazón cuando todo se volvía oscuro.

El rey Negro era el más justo de los reyes, alguien tan prudente como arriesgado que cuidaba y amaba su pueblo. Pero cuando las cosas se veían difíciles y la incertidumbre lo embargaba, era tranquilizado por un oráculo benevolente que apaciguaba sus enigmas y lo encausaba a la paz.

El rey Aqua conocido por su carácter decidido y astuto, podía mostrarse como el más poderoso de todos, lo cual lo hacia un excelente líder. Pero en su corazón existía el miedo, un miedo tan profundo que amenazaba con devorarlo por dentro, pero ese miedo era aniquilado cuando el más fiel y fuerte de sus caballeros lo liberaba de esa poderosa oscuridad para regresarle la confianza.

Pero existían un rey que no tenía ni pueblo, ni corte, ni amigos. El rey Azul vivía solo en su castillo, acompañado solamente por cuervos que hacían de compañía con sus graznidos ensordecedores y que recordaban día y noche al rey Azul su soledad.

Antes el rey azul tenía un reino, reino que su padre le entrego con la seguridad de que su hijo podría ser alguien que llevase a la grandeza su pueblo. Lamentablemente el príncipe y futuro rey Azul era alguien con un gran orgullo, tan destructivo que todos los que le rodeaban se aburrieron de su tiránica actitud para abandonarlo a su suerte.

Los días eran una monotonía tras otra, nada cambiaba en aquel reino gris hasta que un hecho inesperado cambio el destino del rey Azul cuando un nuevo cuervo apareció en su ventana. No era un cuervo muy grande, pero lo que de él destacaba era el brillante color anaranjado de su pelaje.

El rey Azul no podía creer lo que estaba viendo y creyó que era un mal juego de su mente trastornada, mas cuando el pequeño cuervo se fue dejo una pluma olvidada de un brillante naranjo que le dio un poco de tranquilidad. El cuervo comenzó a rondar todos los días la ventana del rey Azul, quien estaba molesto por la inquietante compañía.

Un día el rey Azul descubrió que el cuervo entro a su habitación y se poso sobre un gran mueble demasiado alto como para poder alcanzarlo. El rey a pesar de sus intentos no logro que el cuervo se marchase y desde ese momento el cuervo durante las tardes se posaba sobre ese gran mueble para hacer compañía. A pesar de los intentos del rey nada funciono y el cuervo siempre lograba encontrar una entrada a su habitación.

Insultaba al cuervo que se dedicaba a verlo en su desgracia, pero pasado el tiempo el ave ya no era tan molesta, solo una intrusa inofensiva.

Pero un día se esfumo, tal como llego imprevista y extraña, ya no regreso.

Paso un invierno, luego fueron dos, tres hasta que el rey no supo exactamente cuántos fueron. Porque en aquel reino no había más que una estación, el invierno reinaba y solo lograba diferenciar su inicio de su fin cuando el hielo se derretía para volver a formarse lentamente por los siguientes meses.

Dreams (Haikyuu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora