TU Y YO... ¿PELEANDO?

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Le había dejado mi cama a Rush ayer, tuve que dormir con mi hermano.

Me desperté antes que esos dos, estaba preparando el desayuno favorito de Matt.

Me encontraba en mis shorts de pijama favoritos, eran de azul marino con lunares blancos  y una blusa blanca sin mangas. Bailaba moviendo las caderas y tarareaba "Rather Be" bombeando en mis audífonos, a pesar de todo el embrollo de anoche, me sentía feliz.

Los hotcakes con tocino dentro ya casi estaban listos, me giré para llamar a ese par cuando Rush me sorprendió observándome desde la puerta de la cocina, fumando un cigarrillo, sin playera y unos pantalones de ejercicio grises que caían hipnóticamente sobre sus caderas, dejando al descubierto unas marcadas entradas. Me quité los audífonos casi furiosa.

-¡Casi me da un infarto, idiota!

Dejó escapar el humo. Juro que podría quedarme horas observándolo hacer eso. Probablemente, la mayoría de los chicos de mi escuela se verían patéticos haciendo gestos como esos, él, en cambio, se veía sensual.

Sus poros irradiaban sexo.

-No sabía que mi cuerpo pudiera tener tanto efecto en ti. –Torció su sonrisa y tomó una bocanada de su cigarrillo.

Rodé los ojos y solté un fuerte suspiro. –¿Quieres desayuno, Rush?

Sus pupilas se dilataron cuando pronuncié su nombre, interesante.

-Lo estabas haciendo con alegría, sería una grosería no aceptarlo ¿Ayudo con algo? –Comenzó a acercarse.

Vaya, el chico sí tiene modales.

-Hermano, ponte algo de ropa por favor. –Matt pasó al lado de él, me dio un beso en la frente y comenzó a poner la mesa.


Era sábado y tenía MMA en una hora.

Rush se recargó en mi puerta mientras yo metía mis guantes a mi maleta.

-¿Hoy entrenas?

-No, me encanta tener todo preparado cuando no voy a entrenar. –Respondí con el sarcasmo más marcado que podía manejar.

-¿Quieres que te lleve?

Mis cejas se dispararón ¿Qué? ¿Él estaba comportándose amable? ¿Después de la escenita de ayer?

-No necesitas llevarme si es un intento de disculpa por lo de ayer.

Echó a reir.

-¿Tu crees que me lamento por lo de anoche?

-Eh, uhm... eso espero.

-Estaba disfrutándolo, muchísimo, me tenías duro como una roca. –Su comentario encendió mi rostro. –En realidad, me gustaría discutir sobre... -Comenzó a urgar en los bolsillos de sus vaqueros y sacó un papel que sostuvo en el aire. –Esto.

-¿Qué es eso? –Pregunté molesta, estaba haciéndome perder tiempo.

-¿No lo reconoces? –Abrió el papel. Mi lista de reglas, el arrogante había observado bien mi habitación.

-¡Dame eso! –Corrí a arrebatárselo pero mi estatura era patética contra él.

-Te lo daré, pero después de que hablemos.

Bufé y crucé mis brazos, tomó mi maleta, tomó mi mano y me jaló escaleras abajo.

-¡Ya me voy, Matt!

-Está con la pelirroja, no te oirá.

-Ugh.

Pasamos por mi puerta y una moto deportiva completamente negra y hermosa inundó mis pupilas.

-Ti-tienes una moto. –Apreté su mano. –Podemos tomar la camioneta...

-¿Leah Miller tiene miedo de una moto? –Echó a reír y me solté de su mano bruscamente.

-No. –Tomé el casco, me lo puse y me monté sobre la moto.

Rush también se montó, tomó mis manos y las situó sobre su abdomen. -¿Lista?

-Hazlo ya.

Arrancó haciendo que las llantas chillaran, tomé su playera en mis puños, no sabía a dónde me llevaría pero sentía que se me iba a salir el corazón por el trasero, todo el tiempo mantuve los ojos cerrados y dejaba que los recuerdos me inundaran, risas salían de mi garganta sin que lo notara hasta que los recuerdos se tornaron aterradores y fue ahí donde me forcé a abrir los ojos y tomar una buena calada de aire.

Cuando me di cuenta, Rush ya estaba deteniendo su moto, estábamos en un lugar diferente, las casas aquí no se veían como las de Berkeley, la calle estaba miesteriosamente silenciosa y sola.

-¿Qué hace...

-Shhh, no hables, sólo sígueme. –Me interrumpió y me tomó de la mano. Su expresión había cambiado, estaba serio, casi al acecho.

Me llevó atrás de un edificio, parecía que estaba a punto de dezplomarse.

-Haz lo que yo haga. –Asentí. Rush se metió por una pequeña ventana que estaba a la altura del piso y desapareció en la oscuridad ¿Acaso estaba loco? –Es tu turno, miedosa. –Rodé los ojos y me senté en la ventana. –Sólo déjate caer, te atraparé. –Respiré hondo y me dejé caer, mi cuerpo se tensó y cerré los ojos, Rush sí me había atrapado. –Caes como niña. –Reí y le pegué en el hombro.

-¿Me dirás ya qué hacemos aquí?

-Verás, cuando necesito decidir o pensar sobre algo, siempre vengo aquí.

-¿A un barrio de mala muerte?

-Cállate y observa. –Encendió una luz y un octágono se iluminó frente a nosotros, lo miré y se encogió de hombros. –Pensé que también seriviría.

-Tu y yo... ¿Peleando?

Sesacó la playera y la arrojó al suelo. -Lo he estado deseando. –Una sonrisapícara se dibujó en su rostro y se la devolví.

ÁMAME O MÁTAME, EXGAMBERRA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora