Frágilmente me deslizaba el sujetador hasta que la inevitable gravedad, aquella que no existía entre nosotros lo hacia caer al suelo. Se arrodilló ante mi, deslizaba fielmente sus labios en mi vientre mientras aquel tierno susurro llamado aliento recorría cada poro de mi piel, haciendo inevitable que mi vello se alzara como los delicados pétalos de una flor a la salida del sol.
De la misma forma en que sus labios recorrían mi clítoris sus grandes manos me agarraba con fuerza, una hermosa combinación de amor y odio que hacia estremecer mis sentidos. Entregarle mi cuerpo abierto en canal, lo adoraba.
Tras muchos esfuerzos por contenerme cogí a Jack del pelo, lo levanté y empujé encima de la cama colocándole suavemente unos grilletes mientras mi mojada venus recorría su fuerte abdomen. La necesidad de atarlo, adorarlo perturbaba mis sentidos. Del mismo modo hice a mi lengua recorrer sus labios y tórax hasta llegar a su robusto miembro. Le lance una mirada ruborizante y comencé a morderlo a través de su ropa interior, era imposible pasar desapercibido el terrible incendio que provocaban mi lengua y labios nada mas tocar su piel. Me deshice de su mojada ropa interior e inundé mi garganta con su miembro, Jack, engrilletado, sufría terribles convulsiones de placer hasta finalmente llegar al clímax y derramar su furia en mi boca.
Aturdido me pidió que le liberase de las esposas y así lo hice.
1/3