Gotas de agua

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Jack se dirigió a la ducha y ahí estaba yo, otra vez, encima de la cama envuelta en mi propio caos.
No me demoré mucho en dirigirme al baño a lo que Jack al salir de la ducha me acompañó a lavarme los dientes, los dos frente al espejo como completos desconocidos sabiamos que no debíamos ni podíamos llegar a más que una compleja noche de sexo.

Dentro de la ducha sentía como aún mi cuerpo inestable acogía en un cálido abrazo las gotas de agua creando un intenso escalofrío.
Mientras tanto mi cabeza viajaba a aquel mundo en el que Jack y yo no fuésemos solo el juguete sexual del otro, un mundo en el que él y yo pudiésemos decidir como vivir; la angustia absorbía cualquier intento de sobre llevar aquella descabezada ilusión, y una vez más aquella pregunta, ¿por qué seguir si duele? Y otra vez más mis soluciones enredaban cada vez más aquella incalculable ecuación.
Por fin volvió a correr el reloj y salí de la ducha, al abrir la puerta del baño contemple el estrépito silencio de la habitación ya vacía, solo permanecía su perfume.

Fin.

Ancora, ancora Donde viven las historias. Descúbrelo ahora