Capítulo 2

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El trayecto al bosque fue largo, tanto que comenzaba a aburrirme considerablemente. Nos habíamos subido a un coche negro, con los cristales tintados y que debía de haber costado un riñón y medio. Roonie conducía a una velocidad ilegal, que me mantenía en tensión y agarrada a Derek con fuerza. Mi amigo, a su vez, se sostenía a mí totalmente pálido. Entendía que él llevaba toda su vida en un bosque y que, por mucho que supiera lo que era un coche, ya no recordaba la sensación. Era por eso que rezaba a Dios, en voz baja y en francés, que le permitiera salir con vida de aquel "vehículo infernal". Aiden, estaba con nosotros en la parte trasera, mirando por la ventana y como si nada estuviera pasando. Parecía que estaba acostumbrado a la conducción del halcón. Rebecca, por otro lado, hablaba hasta por los codos, tanto que estaba más mareada por ella que por los movimientos bruscos que hacía Roonie. No paraba de contar lo que ambos se habían perdido en el tiempo que estuvieron fuera de la manada. Decía tantos nombres que me asustaba llegar y encontrarme rodeada de gente.

Cuando salimos del aeropuerto, Rebecca se lanzó hasta el asiento del piloto, pero Roonie la cogió cual saco de papas y la llevó hasta el del copiloto, mientras ésta se quejaba lo justo. Me dio la sensación de que no era la primera pelea que tenían sobre quién conducía y también me di cuenta de que siempre ganaba el chico tatuado. Aiden se sentó en silencio, mientras Derek y yo ocupábamos los asientos que sobraban. Nada más salir de la ciudad, Roonie pisó el acelerador a fondo, colocándome el corazón en la garganta. Al principio me concentré en lo que decía Rebecca, para no volverme loca, pero al final me dediqué a observar el paisaje que nos rodeaba. Nos alejamos de la civilización y acabamos pasando grandes campos de pasto verde, montañas que parecían no tener fin y pequeñas granjas que nos encontrábamos de vez en cuando. Algunas veces, pasábamos por territorios de familias que se bañaban en dinero con grandes castillos de piedra. Escocia siempre había sido un lugar que quería visitar. Recuerdo que le había pedido a mis padres venir, pero siempre se negaban, diciendo que no había nada interesante allí y que no podríamos ver en otros lugares. Ahora me daba cuenta de que estaban equivocados y no entendía por qué se negaban a venir.

- ¿Podrías ir más lento? -se quejó por milésima vez mi amigo, sentado a mi lado, tras una curva cerrada, cogida a más de 100km/h.

- No pidas imposibles -se rio Rebecca, recostándose en su asiento, mientras miraba a su primo. Roonie le correspondió con una sonrisa orgullosa y divertida. Si notaba que adoraba conducir y que se moría de ganas de hacerlo, pues cuando estuvo conmigo para rescatar a los chicos, nunca tuvo oportunidad.

- Definitivamente vamos a morir -suspiró asustado.

- No seas gallina, osito, lo tengo todo controlado -contestó el conductor. Yo solté un bufido sarcástico, sin dejar de mirar el paisaje. Roonie soltó una carcajada mirándome a través del espejo retrovisor-. ¿Asustada, Alex?

Le devolví la mirada durante un momento. Ésta mostraba diversión y curiosidad por saber mi opinión. Yo me limité a poner los ojos en blanco y a volver a mirar las montañas, sin articular palabra. Oí su suspiro y, a continuación, el coche se sumió en un silencio bastante incómodo. Se me hacía raro que Rebecca no comenzara una nueva conversación, pero sus labios fruncidos me indicaban que se estaba aguantando, buscando el momento para decir algo. Ese gesto me resultó divertido, aunque no di muestras de ello. Me costaba tanto, mostrar alguna emoción últimamente, que cuando lo hacía era extraño y después me sentía agotada. Estaba segura de que Rebecca y yo, en otras circunstancias, seríamos grandes amigas. Me recordaba un poco a Sara, tan alegre, amable, pero con tan poca paciencia. Ella también tenía la lengua larga, soltando todo lo que pensaba y nunca parando para respirar.

- Háblame de ti, Alexandra -dijo la rubia girándose para mirarme. Yo le devolví la mirada dudosa. No tenía ganas de hablar, últimamente nunca las tenía. Pero tampoco quería hacerla sentir mal. Sentí la mirada de Derek y Roonie sobre mí, atentos a mi reacción.

Viviendo en el Bosque #2 [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora