Primera Tormenta.

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Tenía 11 años cuando el mundo se comenzó a ir poco a poco a la mierda, cosas del calentamiento global y eso, pensaba que esos cambios climáticos sólo afectaban a los glaciares pero ahora me di cuenta que estaba muy muy equivocado.
Ahora pasaron 5 años y el calentamiento global ya no es una amenaza, sino una salvación, las nevadas comenzaron a arrasar contra varios lugares y los medios no están ayudando con su 'Todavía no se han encontrado hallazgos de estas tormentas, solo le recomendamos no salir de sus casas y mantenerse al tanto del clima'

-Marti, ¿Ya te vas?

-Si, igual ya voy llegando tarde para inglés.
Mi madre se había levantado muy temprano hoy, usualmente ella solo seguía dormida a la hora que yo me iba a la escuela. Me despedí de ella arrastrando mi mochila negra hasta la entrada.

—Suerte.— Saludó desde la puerta, no me acordaba la última vez que la vi allí en la puerta deseándome suerte, solo por una pequeña cosa como esa me hizo pelar una pequeña sonrisa durante todo el camino. No puedo decir que hoy va a ser un mal día pero tampoco uno bueno, así que hoy solo va a ser un día, solo un día.

Martín Muñoz, un joven de 16 años de ojos y cabellos oscuros. Él no es de muchas palabras ni de amigos solo era otro aburrido adolescente, parecía que todos los jóvenes se ponían de acuerdo para ser todos aburridos y tan iguales, y si alguien llegaba a resaltar era solo por sus notas. Su madre Lina tuvo que cuidarlo sola toda su adolescencia ya que su padre había muerto en su trabajo como albañil, aunque para Martín no significó mucho porque siempre fue muy aferrado a su madre que ni siquiera veía a su padre como una figura paterna.

—Whoa, frío..—Carcajeó al tocar la mano helada de Martín que rápidamente abofeteó lejos de esta. Era Víctor uno de los pocos amigos que tenía y uno de los más molestos de todos, era como si el dolor de cabeza había tomado forma humana.
—Boludo..— Murmuró debajo de su pañoleta rayada que tanto le gustaba.
Ambos caminaron por el vecindario silencioso, lo único que se escuchaban  eran algunas risas de ellos,no podían hacer mas que bromear para tapar aquella preocupación sobre el clima tan extraño de hoy.  Pasaron por el medio de la carretera, no podían ver a los lados por la inusual niebla que cubría todas las puertas de las casas que pasaban a los costados y en el frente se podía ver 10 cm. alrededor de ellos antes de que se pierda todo en blanco. Victor dejo el camino cuando reconoció su casa entre la abrumadora niebla dejándolo al joven solo.

-¿Quieres que te acompañe?. Ofreció Víctor desde las nieblas antes de entrar a su casa, o lo que se veía de su casa,se notaba preocupado por su amigo pelinegro.
-Nah, está bien Vic.
Él no tenía problema en caminar hasta su casa y el clima no iba a ser uno, solo debía llegar rápido y encerrarse en su habitación antes de que se ponga peor. Una de las cosas favoritas de volver a su casa era la brisa fría que venia de allí que hacía volar sus cabellos y hasta enfriar un poco su rostro, ahora su pelo estaba siendo tirado con fuerza hacia atrás por el fuerte y frío viento que venía de la dirección opuesta, sentía sus dedos blancos helarse entre la tela de sus bolsillos.
Sus labios comenzaron a temblar y sus piernas dejaron de responder cuando una helada ventisca acompañada de nieve atacó, esto no era una suave brisa de invierno que tanto disfrutaba, asustado de no saber qué estaba pasando gritó por ayuda al caer rendido y temblando mientras sus ojos luchaban por quedarse abiertos a pesar del viento y nieve.
Estaba pasando, aquella tormenta que él estaba tan seguro que no iba a pasar aquí estaba pasando, mordió sus labios abrazándose a sí mismo mientras su corazón bombeaba como loco, trató de arrastrase lejos de la carretera pero solo consiguió llegar a la vereda y colapsar allí.  Estaba vulnerable frente aquella tormenta que se volvía cada vez más brusca. Quería llorar pero estaba seguro que sus lágrimas se convertirían en nada más que hielo y escarchas, ese día no fue solo un día ni tampoco un mal día, fue su último día.
El suelo, las casas y todo el vecindario se comenzó a congelar rápidamente a medida que la nieve azotaba con más intensidad contra el cuerpo del joven temblante que ya no estaba en sí mismo, la blanca capa de hielo por fin alcanzó al indefenso, congelándolo inmediatamente allí en medio de la carretera en ese helado vecindario.

—Mierda..

—¿Qué?

—¡Mira, allí!

—¿Qué?!

—¡Allí, ciega! ¿No lo ves? Es otro congelado.

—Ah, debe estar muerto..

El grupo de tres personas se acercaron casi irreconocibles por tantos abrigos que llevaban puestos, el más bajo de ellos se acercó a lo que parecía un bulto sin forma que salía del suelo cubierto de nieve y con su palma sacó algo de esta dejando ver al chico congelado abrazado a sus rodillas.

—No, todavía puede vivir.— Dijo casi automáticamente cuando vió su rostro a través del hielo. La tormenta había cesado hace unas horas y no se pronosticaban otras tormentas en la zona pero debían apurarse de igual forma ya que últimamente nevaba de igual manera. El trío dejó el lugar llevando la 'estatua' congelada con sumo cuidado a la gran camioneta que parecía más una mezcla entre un camión y una barredora, y dejaron lo que quedó del vecindario.
Los motores de aquella monstruosidad de automóvil rugieron para luego seguir el camino que habían hecho barriendo la nieve del camino desde el comienzo. El que parecía el menor de los tres por su altura se estiró desde su asiento hasta la radio para prenderla y lo primero que se escuchó del viejo aparato fue una fuerte interferencia.

—La Villa Lugano a alcanzado la temperatura de -96° C  llegando a congelar sus alrededores, el equipo de rescate ha rastrillado en busca d--

El locutor de la radio fue reemplazado de nuevo por una interferencia, movió un poco más la perilla cambiando el rugido de la radio por una canción que ninguno de los tres conocía, mejor que escuchar interferencia al menos.

El extraño grupo de rescatistas al fin llego a su destino, la bestia con ruedas soplo fuertemente​ antes de parar completamente junto a las demás camionetas/barredoras.
Su acompañante se quitó su capucha al bajar, dejando ver su cara pintada con maquillaje levemente corrido que no tardo en arreglar frente al espejo retrovisor, se veía muy joven y bella. El conductor la veía de reojo con algo de desilusión, no parecía muy contento con la joven que solo le importaba que su maquillaje se quede en su cara. Y entre estos dos personajes, estaba el pequeño bulto de abrigos, desde su capucha se podía ver una máscara de gas asomándose donde tendría que estar su cara.

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Hasta aquí la 'introducción', voy a tratar de hacer lo posible para actualizar rápido y continuamente para no perder la idea de la historia. Disculpen la mala narración u/y ortografía.

(Un pequeño dato sin importancia: 'Villa Lugano' es un lugar de verdad, y es donde vivía yo antiguamente)

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⏰ Última actualización: Apr 08, 2017 ⏰

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