Me había gustado mucho el haber pasado la noche anterior con Aglae, era una dama en toda la extensión de la palabra, una mujer bellísima dentro de una funda poco atractiva pero que podía generar en cualquiera una forma particular de mirarla, su piel era cálida y su aroma... su aroma exquisito. Examine todos y cada uno de los rincones de su cuerpo, sentía una gran necesidad de hacerla, mía a como diera lugar, quería saciarme de ella, no sabía si volvería a tener la oportunidad de tenerla de nuevo entre mis brazos, no desaproveche ningún minuto a su lado y aun cuando me desperté y la vi recargada en mi pecho, quería que ese momento no se acabará nunca. Era algo extraño.
Le llame a mi jefa en el hospital le dije que había tenido un percance personal y que llegaría un poco tarde pero que si me presentaba, dijo que si, que no había problema, pero que en cuanto llegará me dirigiera con el paciente de la cama 203, al menos podría averiguar a ciencia cierta cuál era el trabajo preciso de Aglae con Alexis.
Llegue directamente con el paciente, estaba despierto leyendo el periódico, toque a la puerta.
-Adelante
-Buenos días Alexis, ¿cómo amaneciste hoy?
-Afortunadamente muy bien, ¿cómo me dijiste que te llamabas?
-Iván –le sonreí, parecía ser agradable
-Alexis Antonio, puedes decirme, Alexis, Antonio, Toño, Alex... como sea –me miró y estrujo sus ojos un poco –Acércate muchacho, quiero verte bien
Me saque de onda pero así lo hice, me acerqué a él. Me estrujo mis mejillas, y de repente me abrío los ojos y el entorno los suyos
-¡Verde! ¡Verde Azabache! ¿Sabes que tienes un color de ojos poco común? –me soltó
-Mmmm, sí, lo sabía
-Hace algunos años conocí a alguien con ese color de ojos –suspiro –una gran mujer
-¿Su esposa? –pregunte mientras le tomaba los signos vitales
-No, el amor de mi vida –me dijo acomodándose en la cama, lo mire algo contrariado
-En esta vida tendrás la dicha de conocer a muchas mujeres, pero solo habrá cuatro más importantes en tu vida, la primera será siempre tu madre, la segunda será el amor de tu vida, la tercera con quien debiste haberte casado y la cuarta con quien te casaste; te voy a dar un consejo; elige a quien de las tres personas este en una sola, y serás feliz el resto de tu vida
Me quede pensando un poco, Aglae fue quien se me vino a la mente, que extraña coincidencia, sonreí.
-¿Ella fue para ti esas tres mujeres?
-No, lamentablemente nunca me pude casar con ella
-¿Entonces?
-Ella era una prostituta, de las finas, de esas que cobran hasta por que las observes –sonreímos al unísono, jale el repose y me senté frente a él.
-¿Quieres platicarme de ella?
-Sí, sí quiero.
-Te escucho –el viejo sonrío, y se acomodó de nuevo en la cama.
-Su nombre era Blanca Sofía Carvajal, y el artístico era Candy, la conocí un día que mi mejor amigo y mi hermano me dijeron que nos fuéramos a relajar, acabábamos de salir de una junta bastante estresante, hicimos publicidad de todo tipo para una línea de masajes de todo tipo, teníamos membresía de cortesía y por qué no ocuparla. Llegamos a un lugar bastante agradable con inciensos y esas cosas que te ponen para relajarse, la vi detrás del mostrador con su cabello recogido, sostenía una pluma entre sus dientes, sus labios delicadamente pintados de rojo, sus uñas largas, y el cabello rojo, de piel clara; una gran sonrisa se extendió en su rostro cuando nos miró; nos saludó con una voz angelical me quede anonadado; Javier mi amigo fue quien dijo que era exactamente lo que buscábamos, una pasarela de no sé cuántas mujeres se alinearon frente a nosotros, ninguna me atrajo, la quería a ella y hubiera dado toda mi fortuna por una noche con ella; así fue, pague muchas veces por sus servicios, estaba enamorado de ella; hasta que simplemente un día me dijo que se había embarazado de alguien, ella también se enamoró de uno de sus clientes quien obviamente no sentía lo más mínimo por ella y quien no respondió por el bebé, le propuse que se casara conmigo que formáramos una familia y no quiso, dijo que ella no era una mujer de familia; enfermó de cáncer y murió cuando su hijo tenía tres años –suspiro, sus ojos se le llenaron de agua y se removió en la cama
-Sí crees que es muy complejo no hablemos, tenemos mucho tiempo para hablar –le dije levantándome del repose, tome un pañuelo de papel y se lo di para que limpiara sus lágrimas
-Tú y tus ojos me recuerdan a ella, sabes siempre he dicho que ese color de ojos son los que nos roban el aliento y los menos comunes.
-Jamás me lo habían dicho, pero gracias
-¿De quién los heredaste?
-Mmmm, no lo sé –dije pensativo, de hecho nunca lo había pensado, mis padres tenían los ojos café, tan tradicionales como todos los demás
-¿Cómo que no lo sabes, a tu madre, padre, algún abuelo?
-En realidad mi familia es algo mmm... diferente, no es tan convencional.
-¿A qué te refieres con ello?
El anciano me daba una confianza inexplicable, era ese tipo de personas con las que no querías parar de platicar.
-Yo no conozco a mis abuelos, y sólo soy hijo biológico de uno de mis padres
-Mmmm entiendo, pero, a alguno debes de conocer ¿no?
-Es algo complicado, no conocí a mi madre, ella se fue cuando yo era muy pequeño, y mi padre... bueno mis padres, son dos mmm... varones
Lo solté, lo dije así sin más, el viejo no conocía a nadie que yo conociera y mucho menos conocería a mi familia, que más daba. Siempre por influencia de mis padres cuide muchísimo el echo de decir abiertamente que mi familia estaba formada por dos hombres, que en mi casa nunca había vivido una mujer y que no sabía de donde diablos había llegado yo, bien podía haber sido adoptado, porque eso de que era hijo biológico de Iván no lo creia mucho.
-No tienes por qué avergonzarte conmigo, es algo muy normal... -dijo sonriendo –La mujer de la que yo me enamore era bisexual, tuvo una pareja mujer a la cual adoro con toda su alma, pero ella se fue un día argumentando que quería formar una familia... y mira después de tantos años me vengo a encontrar que no es necesario el sexo opuesto para poder formar una, apuesto mi fortuna a que tus padres están muy orgullosos de ti.
-Eso parece –sonreí de verdad entusiasmado, era enserio que me estaba riendo con un anciano
-Mira, hijo; a veces se hacen muchos actos en nombre del amor que no siempre son bien tomados o recibidos por las otras personas, y yo sé que tus padres te aman mucho más de lo que la mujer que te dio la vida, de lo contrario ¿no crees que ya hubiera vuelto?
-Sí, lo aprendí desde que la busque cuando tenía 15, ella dijo que me había dejado por mí bien. Era una maldita adicta al crack
-Vez. Dios siempre sabe por qué hace las cosas.
-Eso parece –me dieron unas ganas inmensas de llorar y no pretendía evitar hacerlo
-Ven aquí, muchacho
El anciano pegaba con la palma de su mano a un lado de su cama en un pequeño hueco en la cama, le hice caso y me senté ahí, el anciano estiro los brazos y sin pensarlo lo abrace, me recargue en su pecho y llore como un niño pequeño, recordé el día que mi padre me dijo que solo éramos nosotros tres en el mundo y la única familia que podía tener, llore aún con más ganas.
En ese momento comprendí que nunca podría volver a ver a ese paciente como uno más, era especial, lo sentía, era diferente a todos los demás. Era como sí lo conociera de toda la vida.
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Historia de una prostituta.
RandomLa historia de dos jóvenes que se cruzan en un hospital. En estudiante de medicina que detesta a los ancianos y que debe hacer sus residencias en la especialidad de Geriatría y una joven periodista que trabaja para un famoso publicista que se encuen...